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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY<br />

busca <strong>de</strong> la mujer, cuyo nombre era Betsabé y a quien el porvenir le reservaba la suerte <strong>de</strong><br />

ser la madre <strong>de</strong> un rey.<br />

Le llevaron Betsabé a David, la tuvo ese día y <strong>de</strong>spués la envió a su casa. Pero no la olvidó;<br />

al contrario, por ella planearía y or<strong>de</strong>naría un crimen y por ella sentiría una atracción tan<br />

singular que entre todas las mujeres <strong>de</strong> su harén sería la preferida hasta el final <strong>de</strong> su vida.<br />

Un día Betsabé hizo saber al rey que estaba encinta. David respondió a esa noticia mandando<br />

a Joab una or<strong>de</strong>n para que <strong>de</strong>spachara al hitita Urías a Jerusalén. Tal vez pretendía<br />

hacerle creer, cuando llegara la hora <strong>de</strong>l alumbramiento, que el hijo <strong>de</strong> Betsabé era suyo,<br />

concebido a su vuelta <strong>de</strong> los campos <strong>de</strong> guerra. Porque sólo esa i<strong>de</strong>a explica que <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> haberle recibido y preguntado por Joab, por el ejército y por el <strong>de</strong>senvolvimiento <strong>de</strong> la<br />

campaña, le or<strong>de</strong>nara que se fuera a su casa. Urías no le obe<strong>de</strong>ció. Estaba en guerra, y era<br />

tabú cohabitar con su mujer. No le dijo al rey que no iría, sino que fingió obe<strong>de</strong>cerle. El rey<br />

envió a su casa un regalo para él. Sin duda pretendía abrumarlo con sus atenciones para<br />

que el hitita se sintiera halagado y rechazara cualquier insinuación, que muy bien podía<br />

llegarle, acerca <strong>de</strong> la conducta <strong>de</strong> Betsabé. Pero Urías no había ido a su casa porque durmió<br />

en el palacio real, junto con la servidumbre <strong>de</strong>l rey.<br />

Una <strong>de</strong> las muchas enseñanzas que se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> David es que ese antiguo<br />

pastor <strong>de</strong> ovejas, ese tañedor <strong>de</strong> arpa, <strong>de</strong>dicaba tanta atención a lo gran<strong>de</strong> como a lo pequeño.<br />

Sabía, bien por análisis, bien por instinto, que en la actividad política los <strong>de</strong>talles cobran a<br />

veces enorme importancia. Si lo aprendió como una lección <strong>de</strong> la vida misma o si se hizo a<br />

ello observando la pequeña señal que indicaba el inicio <strong>de</strong> la enfermedad en una oveja o el<br />

paso <strong>de</strong>l león por el <strong>de</strong>sierto o distinguiendo la leve diferencia con que sonaba a veces la cuerda<br />

<strong>de</strong> su instrumento, el resultado fue el mismo: David no <strong>de</strong>scuidaba los <strong>de</strong>talles.<br />

No los <strong>de</strong>scuidó en el caso <strong>de</strong>l hitita Urías, a quien estaba tratando con especial distinción,<br />

como a un amigo, a pesar <strong>de</strong> que en relación con él había violado la Tabla <strong>de</strong> la<br />

Ley, que <strong>de</strong>cía claramente: “No <strong>de</strong>searás la casa <strong>de</strong> tu prójimo ni la mujer <strong>de</strong> tu prójimo”.<br />

Y como no los <strong>de</strong>scuidaba, supo al día siguiente que Urías había dormido a las puertas<br />

<strong>de</strong>l palacio. Intrigado, David hizo llamarle y le preguntó a qué se había <strong>de</strong>bido eso. La<br />

respuesta <strong>de</strong>l hitita fue <strong>de</strong> una nobleza conmovedora; contestó que puesto que el Arca no<br />

habitaba en casa sino en tienda –lo cual era así porque sólo bajo el reinado <strong>de</strong> Salomón se<br />

construiría el templo para ella–, y puesto que el ejército y sus jefes dormían en tiendas,<br />

él, Urías, no podía obrar en otra forma. “Por tu vida y por tu alma, que no haré yo cosa<br />

semejante”, explicó (I Sam., 11:11).<br />

A tanta hidalguía, David, que tal vez todavía no planeaba el crimen, respondió invitando<br />

al hitita a comer con él, y por cierto que Urías se embriagó en esa comida. El rey le pidió que se<br />

quedara todavía esa noche allí y le dijo que el siguiente día le <strong>de</strong>spacharía hacia el frente. Lo hizo<br />

como lo dijo; tras Urías partió un correo con una carta para Joab. En esa carta el rey <strong>de</strong> Israel le<br />

daba instrucciones a su sobrino –el mismo para quien una vez pidió las mayores maldiciones<br />

<strong>de</strong> Yavé por el asesinato <strong>de</strong> Abner– sobre la forma en que <strong>de</strong>bía actuar para librar a David y a<br />

Betsabé <strong>de</strong> Urías. “Poned a Urías en el punto don<strong>de</strong> más dura sea la lucha, y cuando arrecie el<br />

combate, retiraos y <strong>de</strong>jadle solo, para que caiga muerto”, <strong>de</strong>cía el mensaje (II Sam., 115:15). Es<br />

cosa <strong>de</strong> creer que pocas veces se ha dado or<strong>de</strong>n parecida en tan corto número <strong>de</strong> palabras.<br />

En la conducta <strong>de</strong> los seres normales no pue<strong>de</strong> haber sorpresas porque un acto cualquiera<br />

es el resultado lógico <strong>de</strong> una actitud ante la vida. En David abundaban las sorpresas.<br />

Luego, ¿era un anormal? El poeta y el hombre, el político y el padre, el guerrero y el amigo,<br />

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