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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

único, omnipotente y omnipresente. Yavé había entregado a Moisés las tablas <strong>de</strong> la Ley. Esas<br />

tablas eran un código para regir la vida <strong>de</strong> Israel.<br />

Como en la mayoría <strong>de</strong> los pueblos asiáticos y algunos africanos –Egipto, por ejemplo–<br />

que tuvieron códigos morales parecidos, las gran<strong>de</strong>s masas <strong>de</strong> Israel podían echar en olvido<br />

sus preceptos. Pero en Israel se respetaba como a enviado <strong>de</strong> Yavé a aquél que en horas <strong>de</strong><br />

confusión salía por los caminos <strong>de</strong> las al<strong>de</strong>as y por las calles <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s a recordar tales<br />

preceptos y a castigar <strong>de</strong> palabra a quienes renunciaban a ellos. Esos “profetas <strong>de</strong> Dios”,<br />

“hombres <strong>de</strong> Yavé”, hablaban con igual altanería al labriego y al rey. No eran sacerdotes, y<br />

podían serlo; no tenían cargos oficiales. Eran gentes atormentadas por la <strong>de</strong>scomposición<br />

que veían entorno suyo. No gobernaban, no repartían riquezas, no infligían castigos. Pero<br />

regían la voluntad nacional en un momento dado. No era nada y lo eran todo. Representaba<br />

la reserva moral <strong>de</strong> Israel y ningún peligro les hacía renunciar a su misión.<br />

David acertó a compren<strong>de</strong>r <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy joven, cuando todavía era un reyezuelo <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>sierto, que quien ejerciera el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>bía tener a su lado un sacerdocio que no le fuera<br />

adverso. El tuvo a Abiatar, el hijo <strong>de</strong>l infortunado Ajimelec. Durante años Abiatar fue el jefe<br />

<strong>de</strong> los sacerdotes <strong>de</strong> Israel y políticamente fue su partidario.<br />

Pero Abiatar no era “un hombre <strong>de</strong> Yavé” por tanto no era él el llamado a salvar a David<br />

<strong>de</strong> los peligros <strong>de</strong> la sensualidad para salvar <strong>de</strong> esa manera a Israel <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia. En su<br />

hora <strong>de</strong> <strong>de</strong>scomposición, a Israel y a David les surgió “un profeta <strong>de</strong> Dios”. Se llamó Natán,<br />

y en ese momento él fue la voz <strong>de</strong> Israel ante el rey, la otra cara <strong>de</strong> la historia, la que no se<br />

ve, pero se mantiene vigilante, con un perfil adusto, en las sombras <strong>de</strong> los hechos.<br />

A Natán, que entraba en la casa <strong>de</strong> David cuando necesitaba hacerlo y que hablaba<br />

al hijo <strong>de</strong> Isaí con la lengua <strong>de</strong> la verdad, <strong>de</strong>berá David la fortuna <strong>de</strong> haberse <strong>de</strong>tenido a<br />

tiempo en la pendiente <strong>de</strong> la <strong>de</strong>pravación. Pues por ella <strong>de</strong>scendía él cuando Natán subió<br />

las escaleras <strong>de</strong>l palacio real, no para congratularle por las victorias <strong>de</strong> sus ejércitos en la<br />

Transjordania, sino para echarle en cara su maldad y reclamarle, en nombre <strong>de</strong> Yavé, la<br />

sangre <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sdichado, Urías.<br />

Capítulo XVI<br />

El crimen fue así: Estaba tal vez en su segundo año la guerra contra los ammonitas. Recogido<br />

en su palacio <strong>de</strong> Jerusalén, David <strong>de</strong>jaba pasar los días mientras Joab y sus hombres<br />

luchaban por agrandar su reino. “Una tar<strong>de</strong> levantóse <strong>de</strong>l lecho”, afirman los textos; lo cual<br />

quiere <strong>de</strong>cir que no sólo se hallaba en la casa sino que a<strong>de</strong>más vivía allí muellemente, quizá<br />

porque estaba en <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia moral y eso le producía la fatiga que se sufre en los días <strong>de</strong> crisis<br />

íntima, quizá porque se sentía asqueado <strong>de</strong> la actividad política, quizá porque adolecía <strong>de</strong><br />

alguna enfermedad o convalecía. En el Libro <strong>de</strong> los Salmos hay pruebas <strong>de</strong> que el rey estuvo<br />

más <strong>de</strong> una vez enfermo.<br />

Es el caso que se levantó esa tar<strong>de</strong> y se puso a pasear por la terraza. Una mujer estaba<br />

bañándose. ¿Dón<strong>de</strong>? ¿En un lugar abierto, en una habitación cuyas ventanas se hallaban<br />

sin cortinas o en un patio amurallado que se dominaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el alto en que se hallaba la<br />

vivienda <strong>de</strong>l rey?<br />

La mujer que se bañaba era muy bella y David se sintió tentado por esa belleza <strong>de</strong>snuda.<br />

Cuando preguntó quién era ella le dijeron que la mujer <strong>de</strong> Urías el jeteo, esto es, el hitita,<br />

uno <strong>de</strong> los muchos extranjeros que formaban en las tropas <strong>de</strong> David. David envió gente en<br />

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