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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY<br />

trabajos pudo tener a una frente a sí. La adivina invocó el espíritu <strong>de</strong> Samuel anunció la<br />

catástrofe; Israel sería <strong>de</strong>rrotado, Saúl y sus hijos morirían. Con ese terrible presagio asistió<br />

Saúl a la batalla <strong>de</strong> Gélboe.<br />

David marchó con los filisteos, al frente <strong>de</strong> sus setecientos hombres, y penetró con los<br />

invasores en Israel. Se hallaba, pues, en guerra contra sus hermanos. De reyezuelo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto<br />

había <strong>de</strong>scendido a capitán <strong>de</strong> un príncipe filisteo, el señor <strong>de</strong> Gath. Si llevaba o no intención<br />

<strong>de</strong> traicionar a sus nuevos aliados en la hora <strong>de</strong>cisiva, es materia <strong>de</strong> imaginación, no <strong>de</strong><br />

interpretación. Pues nada indica tal cosa ni da pie a la sospecha <strong>de</strong> que tuviera esa i<strong>de</strong>a.<br />

En este momento, David está a pique <strong>de</strong> malograr su <strong>de</strong>stino, y por eso no pue<strong>de</strong> uno<br />

sustraerse a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que él fue objeto <strong>de</strong> la historia. La historia cuidaba <strong>de</strong> él para que<br />

<strong>de</strong>spués pudiera ser útil a Israel. Nunca había llegado David tan abajo como ese día y nunca<br />

más volverá a estarlo. No es extraño que las gran<strong>de</strong>s vidas ofrezcan caídas así. Lo extraordinario<br />

en este caso es que David se halla a punto <strong>de</strong> hundirse para siempre precisamente<br />

en las vísperas <strong>de</strong> su ascensión. En la batalla <strong>de</strong> Gélboe se <strong>de</strong>cidió su <strong>de</strong>stino, y él salió <strong>de</strong><br />

Siceleg para participar en esa batalla. De haber tomado parte en ella, otro habría sido el curso<br />

<strong>de</strong> su vida. Salió a incorporarse a los invasores marchó bajo las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Aquis, en la<br />

retaguardia filistea. Cuando los jefes <strong>de</strong> la fe<strong>de</strong>ración protestaron <strong>de</strong> su presencia, él suplicó<br />

para que le <strong>de</strong>jaran seguir y proclamó su lealtad a los filisteos, a Aquis, por lo menos. Pero<br />

le rechazaron, y mientras los enemigos <strong>de</strong> su pueblo entraban en Israel para <strong>de</strong>rrotarle en<br />

Gélboe y dar muerte a Saúl y a sus hijos, él, David ben Isaí, marchaba hacia el sur, a combatir<br />

a los amalecitas, también enemigos tradicionales <strong>de</strong> su raza.<br />

Esta hora <strong>de</strong>cisiva <strong>de</strong> David está relatada en el Libro I Samuel (29: 1 al 11) en la siguiente<br />

forma: “Reunieron los filisteos todas sus tropas en Afec, e Israel acampaba cerca <strong>de</strong> la fuente<br />

<strong>de</strong> Jezrael. Mientras avanzaban los príncipes <strong>de</strong> los filisteos a la cabeza <strong>de</strong> sus centenas y sus<br />

millares, David y los suyos marchaban a retaguardia con Aquis. Y los jefes <strong>de</strong> los filisteos<br />

preguntaron: “¿Qué hacen aquí estos hebreos?”. Aquis les dijo: “No veis que es David, siervo<br />

<strong>de</strong> Saúl, rey <strong>de</strong> Israel, que está conmigo hace días y años, sin que haya hallado yo la menor<br />

cosa que reprocharle, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se pasó a nosotros hasta ahora?”. Pero los jefes <strong>de</strong> los filisteos<br />

se enfurecieron contra Aquis, y le dijeron: “Despi<strong>de</strong> a ese hombre, y que se vuelva al lugar que<br />

le has asignado; que no venga a la batalla, no se revuelva contra nosotros durante el combate.<br />

¿Cómo podría él volver al agrado <strong>de</strong> su amo mejor que ofreciéndole cabezas <strong>de</strong> nuestros<br />

hombres? ¿No es ese David <strong>de</strong>l que cantaban danzando: Saúl mató sus mil, pero David sus<br />

diez mil?”. Aquis llamó a David y le dijo: “Como vive Yavé, que tú eres hombre leal, y yo veo<br />

con buenos ojos tu conducta en esta expedición sin haber visto en ti nada malo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que<br />

llegaste a mí hasta hoy; pero a los príncipes no les agrada. Vuélvete pues, y torna en paz, para<br />

no <strong>de</strong>sagradar a los príncipes <strong>de</strong> los filisteos”. David respondió: “¿Pero qué te he hecho yo, y<br />

qué has hallado tú en tu siervo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que estoy junto a ti hasta hoy, para que no marche yo a<br />

combatir a los enemigos <strong>de</strong> mi señor, el rey?”. Aquis respondió a David: “Yo sé bien que tú<br />

has sido bueno conmigo, como un ángel <strong>de</strong> Dios; pero los jefes <strong>de</strong> los filisteos dicen: Que no suba<br />

con nosotros a la batalla. Así que, levántate <strong>de</strong> mañana tú y los siervos <strong>de</strong> tu señor que han venido<br />

contigo: iréis al lugar que os he señalado; no guar<strong>de</strong>s resentimiento en tu corazón, porque me eres<br />

grato; levantaos bien <strong>de</strong> mañana y partid en cuanto sea <strong>de</strong> día. David y sus gentes se levantaron<br />

bien temprano, y partieron <strong>de</strong> vuelta a la tierra <strong>de</strong> los filisteos, y los filisteos subieron a Jezrael”.<br />

¿Con qué sentimientos iría David marchando hacia Siceleg? De ser un yaveísta sincero,<br />

con alivio, puesto que milagrosamente se libró <strong>de</strong> combatir contra el pueblo elegido <strong>de</strong><br />

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