Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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23.04.2013 Views

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES pues, de cierto, Yavé hará a mi señor casa estable, ya que mi señor combate los combates de Yavé, y no vendrá sobre ti el mal en todo el tiempo de tu vida. Si alguno se levanta para perseguirte y buscar tu vida, la vida de mi señor estará atada en el haz de los vivos ante Yavé, tu Dios, y la de tus enemigos será volteada dentro de lo cavo de la honda. Cuando Yavé haga a mi señor todo el bien que le ha prometido y le haga jefe de Israel, no sentirá mi señor el remordimiento de haber derramado sangre inocente y de haberse vengado por su mano. Cuando, pues, Yavé favorezca a mi señor, acuérdate de tu esclava” (I Sam., 25:24 al 31). Nabal no tuvo noticias de lo que había hecho su mujer sino al día siguiente. Cuando ella volvió al hogar, él estaba ebrio, en medio de un banquete. Abigail esperó que durmiera y se repusiera para contarle su encuentro con David. La noticia enfermó a Nabal del corazón, pocos días después iría a reunirse con sus antepasados. Viuda y rica, mujer “de mucho entendimiento y muy hermosa”, Abigail iba a recibir, poco después, la visita de mensajeros de David que le dieron estas palabras: “David nos envía a ti para decirte que quiere tomarte por mujer”. Ordenaba como un rey y era tan sólo un fugitivo. Abigail obedeció. Acompañada de cinco siervas se fue al desierto, y en hallando a David se postró con el rostro en tierra mientras decía: “Que tu sierva sea una esclava para lavar los pies a los servidores de mi señor” (I Sam., 25:41). Abigail debió ser la tercera de las mujeres de David. La primera fue Micol, hija de Saúl, de quien no tuvo hijos, por lo menos en la primera etapa; la segunda debió ser Ajinoam, nacida en Jezrael, madre de Amnón, el desdichado heredero de David que halló muerte a manos de su hermano Absalón. De Abigail tuvo David a Dodiya, muerto al parecer muy joven porque no figura en la línea de los herederos. Resulta curioso observar que David no tuvo hijos con Micol mientras vivió en la corte de Saúl; que Ajinoam y Abigail fueron sus mujeres por lo menos dieciséis meses antes de que David pasara a ser rey de Judá, y sólo en Hebrón, siendo ya rey, le dan hijos las dos. David desposó a Ajinoam y a Abigail mientras se hallaba en el desierto de Judá, a la primera probablemente unos meses antes que a la segunda; después de eso, David pasará a Siceleg, donde tendrá su base de operaciones un año y cuatro meses. En la vida de David, como en la de todo rey semita, abundan las mujeres. La poligamia era normal en Israel y en los pueblos de su mismo origen. David era poeta, y por tanto sensible a la belleza, de manera que una mujer hermosa debía impresionarle. Sin embargo cuando entró en Hebrón como rey de Judá no tenía sino a Ajinoam y a Abigail, lo que indica que el hijo de Isaí no se dejó ganar por la sensualidad sino después, probablemente cuando, tras haber alcanzado la categoría de rey, comenzó a tener conciencia de su poderío. En los años de Hebrón aumentó su harén, y una de las mujeres que figuraron en ese harén, la que tal vez siguió a Abigail –Maaca, hija de Talmal, rey de Gueseur– le dio un hijo que estaba llamado a causarle dolores indescriptibles; fue Absalón, el hermoso e implacable Absalón. En los días de los desposorios de David debió sobrevivir un tiempo de paz en Israel, porque el reyezuelo del desierto temió a la venganza de Saúl. Él conocía el odio del rey, lo había sufrido y a la distancia lo adivinaba. Mientras hubiera guerra en que Saúl anduviera ocupado, David podía merodear con sus seiscientos hombres en las arenas de Judá. Pero si había paz, poco le costaba a Saúl armar veinte mil hombres para aplastar al objeto de su odio. Para evitar que eso sucediera, David resolvió pasar a tierras filisteas. Como jefe de banda, al fin, sus hombres le seguían adonde él los llevara puesto que sólo en David tenían amparo, y como reyezuelo de visión política debía mantener buenas relaciones con Aquis de Gath, el otro enemigo de Saúl. A Aquis de Gath le convendría, 740

también, tener cerca de sí una fuerza combatiente como la que comandaba David, y por otra parte debía pensar que al convertirse en su aliado, David se haría odioso a los ojos de Israel, por lo cual se vería algún día forzado a quedarse a su servicio. Es lástima que no tengamos, de la parte filistea, datos sobre este Aquis, que parece haber sido o muy respetado en su confederación o muy hábil para atreverse a negociar con un jefe hebreo tan activo y capaz como David, al mismo tiempo que toda la nación filistea llevaba la guerra contra Israel. Entre Aquis y David hubo un entendimiento prolongado. Al salir de la zona de Ziff, David se dirigió a Aquis y obtuvo que éste le diera Siceleg como lugar donde vivir con su gente. Siceleg debía ser un villorrio situado al sur, en las lindes del desierto del Neguev, y por tanto dentro de lo que podríamos considerar la jurisdicción de Gaza, no de Gath. Una de dos: o Aquis era señor de Siceleg porque lo habían conquistado invasores filisteos procedentes de Gath o porque lo heredó, o Aquis se puso de acuerdo con el señor de Gaza para que David pudiera ocuparlo. Hacia Siceleg se encaminó David con sus mujeres, sus hombres y las mujeres y los hijos de sus hombres. Podemos imaginarnos a la columna, seguramente de más de mil personas, y quizá de dos mil, dirigiéndose hacia Siceleg en asnos, a pie, cargando sus enseres. Las había de varias tribus, de Benjamín, de Gad, de Judá, de Manasés. “Eran arqueros y tiraban piedras lo mismo con la mano derecha que con la izquierda, y disparaban flechas con el arco” (I Paralip., 12:2); “soldados diestros en la guerra, armados de escudo y lanza, semejantes a leones y ligeros como cabras monteses” (I Paralip., 12:8). De hecho, al entenderse con los filisteos, David estaba traicionando a su pueblo. Pero estaba también salvando la vida, y esa vida sería preciosa para Israel. Hasta Siceleg no le perseguiría Saúl. Y era de Saúl de quien él tenía que librarse, aunque para lograrlo se enajenara la simpatía de los hebreos. Su claro instinto político le decía que para ser rey necesitaba vivir. Vivir era lo primero, y todavía por esos tiempos lo más importante para David parece que era ver ponerse el sol de cada día. Un año y cuatro meses iba a estar David bajo el amparo de los enemigos jurados de Israel. Después de ese tiempo, otro sería el curso de su vida. Capítulo X JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY Durante los dieciséis meses que estuvo en Siceleg, David no cesó de combatir. Hizo la guerra, a exterminio completo, a todos los pueblos que se hallaban entre Filistea, Israel, Egipto y el Mediterráneo. Se han buscado explicaciones para esa manera de guerrear de David en la época de Siceleg, pero no parecen satisfactorias. Tal vez a esas incursiones le llevaba la necesidad de alimentar a sus hombres y a sus familiares, que ni eran agricultores ni podían dedicarse a sembrar estando en el desierto. Manejar seiscientos hombres de armas no es fácil, y es menos fácil mantenerlos unidos en la inactividad, sobre todo si se trata de gente que no conoce la disciplina. Conviene no olvidar que los seguidores de David eran, por lo menos en número importante, prófugos como él, unos por deudas, otros por haber cometido crímenes, otros porque huían de sus amos. Es posible que David tomara en cuenta que la mayoría de ellos procedían de tribus hebreas. Tal vez hubiera algún idumeo, algún moabita, algún hitita, pero la relación de nombres que figura en I Paralipómenos indica que el grueso de esa gente era de Israel. Una manera de equilibrar el prestigio de David, aliado de los filisteos, ante sus seguidores, era 741

también, tener cerca <strong>de</strong> sí una fuerza combatiente como la que comandaba David, y por<br />

otra parte <strong>de</strong>bía pensar que al convertirse en su aliado, David se haría odioso a los ojos <strong>de</strong><br />

Israel, por lo cual se vería algún día forzado a quedarse a su servicio.<br />

Es lástima que no tengamos, <strong>de</strong> la parte filistea, datos sobre este Aquis, que parece haber<br />

sido o muy respetado en su confe<strong>de</strong>ración o muy hábil para atreverse a negociar con un jefe<br />

hebreo tan activo y capaz como David, al mismo tiempo que toda la nación filistea llevaba la<br />

guerra contra Israel. Entre Aquis y David hubo un entendimiento prolongado. Al salir <strong>de</strong> la<br />

zona <strong>de</strong> Ziff, David se dirigió a Aquis y obtuvo que éste le diera Siceleg como lugar don<strong>de</strong><br />

vivir con su gente. Siceleg <strong>de</strong>bía ser un villorrio situado al sur, en las lin<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto<br />

<strong>de</strong>l Neguev, y por tanto <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> lo que podríamos consi<strong>de</strong>rar la jurisdicción <strong>de</strong> Gaza, no<br />

<strong>de</strong> Gath. Una <strong>de</strong> dos: o Aquis era señor <strong>de</strong> Siceleg porque lo habían conquistado invasores<br />

filisteos proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> Gath o porque lo heredó, o Aquis se puso <strong>de</strong> acuerdo con el señor<br />

<strong>de</strong> Gaza para que David pudiera ocuparlo.<br />

Hacia Siceleg se encaminó David con sus mujeres, sus hombres y las mujeres y los hijos<br />

<strong>de</strong> sus hombres. Po<strong>de</strong>mos imaginarnos a la columna, seguramente <strong>de</strong> más <strong>de</strong> mil personas,<br />

y quizá <strong>de</strong> dos mil, dirigiéndose hacia Siceleg en asnos, a pie, cargando sus enseres. Las<br />

había <strong>de</strong> varias tribus, <strong>de</strong> Benjamín, <strong>de</strong> Gad, <strong>de</strong> Judá, <strong>de</strong> Manasés. “Eran arqueros y tiraban<br />

piedras lo mismo con la mano <strong>de</strong>recha que con la izquierda, y disparaban flechas con el arco”<br />

(I Paralip., 12:2); “soldados diestros en la guerra, armados <strong>de</strong> escudo y lanza, semejantes a<br />

leones y ligeros como cabras monteses” (I Paralip., 12:8).<br />

De hecho, al enten<strong>de</strong>rse con los filisteos, David estaba traicionando a su pueblo. Pero<br />

estaba también salvando la vida, y esa vida sería preciosa para Israel. Hasta Siceleg no le<br />

perseguiría Saúl. Y era <strong>de</strong> Saúl <strong>de</strong> quien él tenía que librarse, aunque para lograrlo se enajenara<br />

la simpatía <strong>de</strong> los hebreos. Su claro instinto político le <strong>de</strong>cía que para ser rey necesitaba<br />

vivir. Vivir era lo primero, y todavía por esos tiempos lo más importante para David parece<br />

que era ver ponerse el sol <strong>de</strong> cada día.<br />

Un año y cuatro meses iba a estar David bajo el amparo <strong>de</strong> los enemigos jurados <strong>de</strong><br />

Israel. Después <strong>de</strong> ese tiempo, otro sería el curso <strong>de</strong> su vida.<br />

Capítulo X<br />

JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY<br />

Durante los dieciséis meses que estuvo en Siceleg, David no cesó <strong>de</strong> combatir. Hizo la<br />

guerra, a exterminio completo, a todos los pueblos que se hallaban entre Filistea, Israel,<br />

Egipto y el Mediterráneo. Se han buscado explicaciones para esa manera <strong>de</strong> guerrear <strong>de</strong><br />

David en la época <strong>de</strong> Siceleg, pero no parecen satisfactorias. Tal vez a esas incursiones le<br />

llevaba la necesidad <strong>de</strong> alimentar a sus hombres y a sus familiares, que ni eran agricultores<br />

ni podían <strong>de</strong>dicarse a sembrar estando en el <strong>de</strong>sierto. Manejar seiscientos hombres <strong>de</strong> armas<br />

no es fácil, y es menos fácil mantenerlos unidos en la inactividad, sobre todo si se trata <strong>de</strong><br />

gente que no conoce la disciplina. Conviene no olvidar que los seguidores <strong>de</strong> David eran,<br />

por lo menos en número importante, prófugos como él, unos por <strong>de</strong>udas, otros por haber<br />

cometido crímenes, otros porque huían <strong>de</strong> sus amos.<br />

Es posible que David tomara en cuenta que la mayoría <strong>de</strong> ellos procedían <strong>de</strong> tribus<br />

hebreas. Tal vez hubiera algún idumeo, algún moabita, algún hitita, pero la relación <strong>de</strong><br />

nombres que figura en I Paralipómenos indica que el grueso <strong>de</strong> esa gente era <strong>de</strong> Israel. Una<br />

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