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23.04.2013 Views

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES flecha que Jonatán había tirado, éste le gritó; “La flecha está más allá de ti”, y siguió diciendo, como si al mozo se dirigiera: “Pronto, date prisa, no te detengas”. El mozo de Jonatán recogió la flecha y se vino donde estaba su señor. Nada sabía el mozo. Sólo Jonatán y David lo entendían. Jonatán dio sus armas al mozo que le acompañaba y le dijo: “Anda, llévalas a la ciudad”. Ido el mozo, se alzó David de junto a la piedra y echóse rostro en tierra por tres veces. Después ambos se abrazaron y lloraron, derramando David muchas lágrimas. Jonatán dijo a David: “Vete en paz, ya que uno a otro nos hemos jurado, en nombre de Yavé, que El estará entre ti y mi y entre mi descendencia y la tuya para siempre”. El hijo del rey y el que estaba llamado a ser rey no volverían a verse. Años después, cuando Saúl y Jonatán cayeron en Gélboe, David compuso una elegía a su memoria. El jefe de armas nunca dede ser el tañedor de arpa. Cuando recibió la noticia de la muerte de su amigo, estaba en las lindes del desierto, actuando como jefe de banda, e ignoraba que se hallaba en vísperas de ser rey. Y he aquí cómo se refirió entonces a Jonatán, a ése que le amó sin ser de su sangre y le salvó la vida desviando de sobre su cabeza la cólera de Saúl: Capítulo VIII “Cómo han caído los héroes en medio de la batalla? ¿Cómo fue traspasado Jonatán en las alturas? Angustiado estoy por ti, ¡oh Jonatán, hermano mío! Me eras carísimo, Y tu amor era para mí dulcísimo, Más que el amor de las mujeres. ¿Cómo han caído los héroes? ¿Cómo han perecido las armas del combate?”. (II Sam., 1:25 al 27). A menudo vamos a tener que referirnos a hechos de David que el lector no conoce todavía, y más a menudo tendremos que detenernos a meditar sobre los que han pasado. El estudio del carácter de David no es fácil, y solo fijando repetidamente la atención en sus hechos podremos comprender sus actos y su papel como personaje histórico. Así, por ejemplo, ahora, cuando comienza en su vida una nueva etapa, la del perseguido de su suegro y señor, tiene uno que preguntarse: ¿Tenía el hijo de Isaí una orientación para su vida o es su destino obra del acontecer nacional? Es indudable que la historia escoge a sus preferidos y los va formando, a veces sin que el elegido se de cuenta; en cambio, hay hombres conscientes de su papel, que se aferran a él con toda la pasión de que son capaces. Samuel era consciente de su deber, y lo cumplía; Saúl estaba cargado de ambición de poder, y trataba de satisfacerla. Pero David, ¿qué concepto tenía de su función? En la etapa que va a iniciarse ahora uno comienza a pensar que David fue del escaso número de los que la historia elige, primero como objeto y después como instrumento. Se hallaba en la casa de su padre apacentando ovejas, con seguridad que muy ajeno a que de ahí saldría para ir a vivir con Saúl y un buen día el rey manda a buscarle. ¿Pero para qué? Para tañer el arpa, arte que ha aprendido mientras era pastor. Siendo escudero del rey, entra en la guerra y se convierte en caudillo; y es el oficio de las armas el que le permitirá hacerse popular, primero, vivir y mantener a sus órdenes una especie de ejército mientras se halla perseguido, después. 730

JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY En forma inesperada, David pasa de arpista a escudero real; en forma inesperada pasará de yerno y capitán del rey a prófugo; en forma inesperada también pasará de jefe de banda y vasallo de los filisteos a rey de Judá; y es entonces, al llegar a rey, antes de alcanzar la mitad de su vida, cuando parece que David adquiere conciencia clara de su destino y organiza todas sus extraordinarias facultades para lograr ese destino. Hasta poco antes de ser ungido rey era un hombre con ambiciones, pero parecía perdido en las sombras de su lucha contra Saúl, si bien siempre tuvo cualidades para ir viviendo y destacándose mientras llegaba la hora en que su destino y él formarían una sola imagen. Las medidas de esa imagen serían las medidas de Israel. Como vamos a ver pronto, la osadía de David era asombrosa, y lo eran también su capacidad para adaptarse a situaciones nuevas, para la mentira y la simulación, para defenderse y acometer a tiempo; eran excepcionales su sentido de la oportunidad y su don para conquistar amigos. Sobrepasar el día de hoy, vivir hasta mañana, parece ser su preocupación más alta durante la primera mitad de su vida. Todo lo que pueda servirle para ese fin es utilizado por David sin un titubeo. Esa actitud se ve clara en el caso de los panes de la proposición, que se hallaban en el santuario de Nob, una parada en el camino que seguía David cuando comenzó su vida de prófugo de la cólera real. Los panes de la proposición eran doce, hechos de harina fina, y se colocaban en dos rimeros de seis panes cada uno, “sobre la mesa de oro, delante de Yavé”, según se lee en el Levítico (20: 5 al 9). Eran el símbolo de la alianza de Yavé con Israel y estaban destinados sólo a los sacerdotes, “que los comerán en lugar santo, porque es para ellos cosa santísima, entre las ofrendas de combustión hechas a Yavé”. Para fijar la importancia y la categoría sagrada de los panes de la proposición, el Levítico afirma: “Es ley perpetua”. Probablemente jamás se le ocurrió a nadie la idea de que alguien que no fuera sacerdote se atreviera a comer uno de esos panes. Aquella “astucia y la malicia de su corazón” que ya en la niñez del futuro rey conocía uno de sus hermanos, debió aconsejar a David que se dirigiera a Gath, la ciudad más septentrional de Filistea, pues sin duda uno que huía de Saúl podría hallarse seguro entre sus proverbiales enemigos. El enemigo desamparado de un poderoso ha sido siempre bien acogido por los que odian a ese poderoso, y mal recibido o entregado por los que le temen. En el camino de Gath, y al oeste de Rama, se hallaba el santuario de Nob. Ese santuario estaba atendido, según se deduce de los acontecimientos que se verán después, por amigos de Saúl. El jefe de los sacerdotes era Ajimelec, descendiente y quizá nieto de Elí. No hay constancia de que fuera el santuario nacional, no es posible que estuviera allí el Arca de la Alianza, que tal vez se hallaba en Rama, hogar de Samuel. La existencia del santuario de Nob con su alto número de sacerdotes, sus trofeos de guerra, sus panes de la proposición, indica que Saúl había organizado o estaba organizando el culto con prescindencia de Samuel y probablemente con el fin de contrarrestar la autoridad del profeta de Yavé. La forma en que reacciona Saúl cuando sabe que David ha estado en el templo de Nob y que allí ha recibido ayuda, denuncia a las claras que el rey se sintió traicionado por gente que le debía lealtad. Los sacerdotes que servían en Nob eran, pues, favorecidos de Saúl. Tal vez no fue pura casualidad que el día de la fuga de David estuviese en el templo un cierto Doeg, edomita, amigo de confianza de Saúl. David entró al templo mintiendo. Ajimelec, el jefe de los sacerdotes, le preguntó cómo se explicaba que anduviera solo, y David le respondió que el rey le había dado una orden secreta, de la que nadie podía saber palabra, razón por la cual había dejado a 731

JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY<br />

En forma inesperada, David pasa <strong>de</strong> arpista a escu<strong>de</strong>ro real; en forma inesperada pasará<br />

<strong>de</strong> yerno y capitán <strong>de</strong>l rey a prófugo; en forma inesperada también pasará <strong>de</strong> jefe <strong>de</strong> banda y<br />

vasallo <strong>de</strong> los filisteos a rey <strong>de</strong> Judá; y es entonces, al llegar a rey, antes <strong>de</strong> alcanzar la mitad<br />

<strong>de</strong> su vida, cuando parece que David adquiere conciencia clara <strong>de</strong> su <strong>de</strong>stino y organiza<br />

todas sus extraordinarias faculta<strong>de</strong>s para lograr ese <strong>de</strong>stino. Hasta poco antes <strong>de</strong> ser ungido<br />

rey era un hombre con ambiciones, pero parecía perdido en las sombras <strong>de</strong> su lucha contra<br />

Saúl, si bien siempre tuvo cualida<strong>de</strong>s para ir viviendo y <strong>de</strong>stacándose mientras llegaba la<br />

hora en que su <strong>de</strong>stino y él formarían una sola imagen. Las medidas <strong>de</strong> esa imagen serían<br />

las medidas <strong>de</strong> Israel.<br />

Como vamos a ver pronto, la osadía <strong>de</strong> David era asombrosa, y lo eran también su capacidad<br />

para adaptarse a situaciones nuevas, para la mentira y la simulación, para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse y<br />

acometer a tiempo; eran excepcionales su sentido <strong>de</strong> la oportunidad y su don para conquistar<br />

amigos. Sobrepasar el día <strong>de</strong> hoy, vivir hasta mañana, parece ser su preocupación más alta<br />

durante la primera mitad <strong>de</strong> su vida. Todo lo que pueda servirle para ese fin es utilizado<br />

por David sin un titubeo. Esa actitud se ve clara en el caso <strong>de</strong> los panes <strong>de</strong> la proposición,<br />

que se hallaban en el santuario <strong>de</strong> Nob, una parada en el camino que seguía David cuando<br />

comenzó su vida <strong>de</strong> prófugo <strong>de</strong> la cólera real.<br />

Los panes <strong>de</strong> la proposición eran doce, hechos <strong>de</strong> harina fina, y se colocaban en dos rimeros<br />

<strong>de</strong> seis panes cada uno, “sobre la mesa <strong>de</strong> oro, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Yavé”, según se lee en el Levítico (20: 5<br />

al 9). Eran el símbolo <strong>de</strong> la alianza <strong>de</strong> Yavé con Israel y estaban <strong>de</strong>stinados sólo a los sacerdotes,<br />

“que los comerán en lugar santo, porque es para ellos cosa santísima, entre las ofrendas <strong>de</strong><br />

combustión hechas a Yavé”. Para fijar la importancia y la categoría sagrada <strong>de</strong> los panes <strong>de</strong> la<br />

proposición, el Levítico afirma: “Es ley perpetua”. Probablemente jamás se le ocurrió a nadie<br />

la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que alguien que no fuera sacerdote se atreviera a comer uno <strong>de</strong> esos panes.<br />

Aquella “astucia y la malicia <strong>de</strong> su corazón” que ya en la niñez <strong>de</strong>l futuro rey conocía<br />

uno <strong>de</strong> sus hermanos, <strong>de</strong>bió aconsejar a David que se dirigiera a Gath, la ciudad más<br />

septentrional <strong>de</strong> Filistea, pues sin duda uno que huía <strong>de</strong> Saúl podría hallarse seguro entre<br />

sus proverbiales enemigos. El enemigo <strong>de</strong>samparado <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>roso ha sido siempre bien<br />

acogido por los que odian a ese po<strong>de</strong>roso, y mal recibido o entregado por los que le temen.<br />

En el camino <strong>de</strong> Gath, y al oeste <strong>de</strong> Rama, se hallaba el santuario <strong>de</strong> Nob.<br />

Ese santuario estaba atendido, según se <strong>de</strong>duce <strong>de</strong> los acontecimientos que se verán<br />

<strong>de</strong>spués, por amigos <strong>de</strong> Saúl. El jefe <strong>de</strong> los sacerdotes era Ajimelec, <strong>de</strong>scendiente y quizá<br />

nieto <strong>de</strong> Elí. No hay constancia <strong>de</strong> que fuera el santuario nacional, no es posible que estuviera<br />

allí el Arca <strong>de</strong> la Alianza, que tal vez se hallaba en Rama, hogar <strong>de</strong> Samuel. La existencia <strong>de</strong>l<br />

santuario <strong>de</strong> Nob con su alto número <strong>de</strong> sacerdotes, sus trofeos <strong>de</strong> guerra, sus panes <strong>de</strong> la<br />

proposición, indica que Saúl había organizado o estaba organizando el culto con prescin<strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong> Samuel y probablemente con el fin <strong>de</strong> contrarrestar la autoridad <strong>de</strong>l profeta <strong>de</strong><br />

Yavé. La forma en que reacciona Saúl cuando sabe que David ha estado en el templo <strong>de</strong> Nob<br />

y que allí ha recibido ayuda, <strong>de</strong>nuncia a las claras que el rey se sintió traicionado por gente<br />

que le <strong>de</strong>bía lealtad. Los sacerdotes que servían en Nob eran, pues, favorecidos <strong>de</strong> Saúl. Tal<br />

vez no fue pura casualidad que el día <strong>de</strong> la fuga <strong>de</strong> David estuviese en el templo un cierto<br />

Doeg, edomita, amigo <strong>de</strong> confianza <strong>de</strong> Saúl.<br />

David entró al templo mintiendo. Ajimelec, el jefe <strong>de</strong> los sacerdotes, le preguntó<br />

cómo se explicaba que anduviera solo, y David le respondió que el rey le había dado<br />

una or<strong>de</strong>n secreta, <strong>de</strong> la que nadie podía saber palabra, razón por la cual había <strong>de</strong>jado a<br />

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