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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES espada? ¿Y cómo se explica que estando allí tres hermanos de David no proclamaran a gritos, al ver que el filisteo caía, que el matador era su hermano? Necesariamente, una hazaña como ésa tenía que llenar de orgullo a los hijos de Isaí, y no iban a callarse su parentesco con el afortunado vencedor. Cuando lleguen los días en que David tendrá que huir de Saúl veremos que en el santuario de Nob el futuro rey solicita armas y le dicen que sólo hay una espada, la de “Goliat, el filisteo, que tú mataste en el valle del Terebinto. Allí la tienes, envuelta en un paño, detrás del efod; si ésa quieres, cógela, pues otra no hay”, según le dice Ajimelec, sacerdote, al joven capitán de Saúl (I Sam., 21:10). Hay, pues, mucho tiempo después de esa confusa descripción que hemos venido analizando, una referencia a Goliat y a su espada que merece atención, pues no tiene visos de ser inventada. Es cierto que poco después de haber estado en el santuario y de haberse llevado esa espada diciendo que no había ninguna mejor, David aparece en la ciudad filistea de Gath sin armas, haciéndose pasar por loco. Pero de todas maneras queda la mención de la espada de Goliat en un momento que no parece descrito por el mismo redactor o compilador que describió la acción del Terebinto. ¿Qué sucedió, pues? ¿Cómo orientarse en tanta confusión? O el combate del Terebinto no ocurrió cuando se dice, siendo David un niño, o hubo un segundo combate en el mismo lugar siendo ya David hombre de armas al servicio de Saúl. Esto último es posible, y es posible que en ese segundo encuentro del valle del Terebinto David diera muerte a un capitán filisteo llamado Goliat. Recordemos que a Goliat le precedía un escudero, lo que era señal de distinción. Quizá muchos años después, siendo David rey, uno de sus hombres, tal vez uno de sus sobrinos, diera muerte a un gigante filisteo que acertó a llamarse también Goliat. Sólo así se explica que en la mente del cronista se unieran la visita del niño David a sus hermanos en el campamento de Israel junto al valle del Terebinto; la muerte, por parte de David, años más tarde, de un capitán filisteo llamado Goliat que seguramente no era gigante ni tenía por qué serlo, y la muerte de un gigante filisteo llamado Goliat a manos de un belemita de las filas de David o de uno de los sobrinos de David en alguno de los combates librado mientras éste era rey. Todo indica que los inicios de la vida pública de David fueron otros, los de tañedor de arpa para el rey. No es posible colegir cuándo se produjo la llegada de David a la casa de Saúl. Pero debió ser cuando el hijo de Isaí era hombre de unos veinte años y ya Saúl llevaba casi tantos a la cabeza de Israel. Es evidente que a esa época Saúl padecía de desarreglos síquicos, y aunque es fácil ver la semilla de esos desarreglos en sus primeros actos como rey, sus manifestaciones alarmantes, las que llevaron a sus amigos a aconsejarle que buscara un tañedor de arpa para que le calmara, debieron producirse al cabo de algunos años de ejercicio del poder real. Consta que Saúl guerreó sin descanso, que “hizo la guerra a todos los enemigos de entorno: a Moab, a los hijos de Ammón, a Edon Bet Rejob, al rey de Soba y a los filisteos” (I Sam., 14:47). “La guerra contra los filisteos fue encarnizada durante toda la vida de Saúl; y en cuanto veía Saúl un hombre robusto y valiente, le ponía a su servicio” (I Sam., 14:52). La guerra incesante provocó el desorden violento de su espíritu, que siempre fue, por lo demás, desordenado. Debió haber algunas actividades guerreras de David antes de llegar a la casa de Saúl, pues le fue recomendado como “hombre de guerra”. Necesariamente tuvo que ser así, pues no se explicaría que habiendo estado Israel en lucha constante contra tantos pueblos enemigos, David se mantuviera hasta los veinte años sin participar en alguno de los muchos 718

combates o de las muchas escaramuzas y batallas que debieron tener lugar en esos tiempos. Ahora bien, como consta en el relato de la guerra santa contra Amalec, hubo momentos en que Saúl movilizó a muchos millares de hombres; no es posible que entre esos millares distinguiera a David, si es que participó en alguna acción de guerra comandada por Saúl, sobre todo si David no sobresalió en los combates, lo cual pudo suceder. Es también posible que David combatiera al mando de algún capitán de Saúl, en acciones aisladas o solamente en un grupo que iba a los combates por su cuenta, lo cual no era raro; incluso que no saliera de las orillas del desierto que tan bien debía conocer y que, allí, con unos cuantos más, se enfrentara a incursiones de edomitas o de moabitas. Alguna participación debió tener en las guerras de la época. Pero ya se ha dicho que los hombres de Israel combatían y retornaban a sus hogares una vez pasada la alarma. Tenían que atender a sus bienes, tenían que segar sus siembras y cuidar de sus rebaños. Eran guerreros de ocasión, no soldados profesionales. Como profesionales de la guerra, y eso en cierto sentido nada más, sólo podían ser considerados los capitanes de armas de la casa de Saúl, los que le acompañaban siempre, formando parte de su corte. Entre esos hombres estaba llamado a figurar David ben Isaí, el bisnieto de Ruth la moabita. Las excelentes cualidades que había traído al mundo se le desarrollaron en la soledad, mientras cuidaba de su pequeño rebaño en las lindes del desierto. No eran sólo las del hombre de acción, que rápidamente advierte, casi adivina, qué debe hacer en momentos de peligro, y cómo debe hacerlo, y que además recibe de sí mismo la orden fulminante de hacerlo, y lo hace. Esas condiciones fueron ejercitadas casi desde la niñez en el desierto, pues perder una oveja era suceso grave y debía estar listo para ir a buscarla, sin que las restantes se le desbandaran, tan pronto la veía tomar un camino desusado o debía saber dónde convenía refugiarse con el rebaño y en cuánto tiempo hacerlo, si se oía el rugido del león, e incluso cómo ahuyentar la fiera a pedradas cuando se acercaba a la majada. No eran sólo las cualidades del hombre de acción las que ejercitaba David en el desierto, sino también las del sueño, el don del poeta, con el cual podía vencer la soledad, más dura y a la vez más hermosa cuando crece bajo el sol, entre arenas pardas y tierras rojizas. En los días en que el león no amenazaba y las ovejas, habiendo dado con una sombra de yerbajos, se mantenían unidas, ver a los blancos corderillos saltar graciosamente entorno a las madres y oír a éstas llamarlos con tiernos balidos, debía mover lo que había en él de poeta. En tales momentos, el pequeño pastor se pondría a tañer una arpa rústica y a componer cánticos de palabras rudas, pero hermosas. A un mismo tiempo crecían en David el hombre de acción y el poeta. La suma de esas dos personalidades daría en él un caudillo excepcional, un rey que abatía a sus enemigos en las batallas, lloraba la muerte de sus hijos con acentos desgarradores y cantaba a sus amigos muertos; un rey que expandía su reino con brazo fuerte e imaginación rica. Pero lo que le abriría la puerta de la historia sería su don de poeta. Para tocar el arpa y recitar mientras tañía, entró David en la casa de Saúl. Capítulo VI JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY Ya tenemos a David instalado, como tañedor de arpa, en la corte de Saúl ben Quis. ¿Cuándo ocurrió el cambio; en qué momento de su vida pasa el hijo de Isaí de pastor de ovejas a músico y poeta del rey? 719

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

espada? ¿Y cómo se explica que estando allí tres hermanos <strong>de</strong> David no proclamaran a gritos,<br />

al ver que el filisteo caía, que el matador era su hermano? Necesariamente, una hazaña<br />

como ésa tenía que llenar <strong>de</strong> orgullo a los hijos <strong>de</strong> Isaí, y no iban a callarse su parentesco<br />

con el afortunado vencedor.<br />

Cuando lleguen los días en que David tendrá que huir <strong>de</strong> Saúl veremos que en el santuario<br />

<strong>de</strong> Nob el futuro rey solicita armas y le dicen que sólo hay una espada, la <strong>de</strong> “Goliat, el filisteo,<br />

que tú mataste en el valle <strong>de</strong>l Terebinto. Allí la tienes, envuelta en un paño, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l efod;<br />

si ésa quieres, cógela, pues otra no hay”, según le dice Ajimelec, sacerdote, al joven capitán<br />

<strong>de</strong> Saúl (I Sam., 21:10). Hay, pues, mucho tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esa confusa <strong>de</strong>scripción que<br />

hemos venido analizando, una referencia a Goliat y a su espada que merece atención, pues<br />

no tiene visos <strong>de</strong> ser inventada. Es cierto que poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber estado en el santuario<br />

y <strong>de</strong> haberse llevado esa espada diciendo que no había ninguna mejor, David aparece en la<br />

ciudad filistea <strong>de</strong> Gath sin armas, haciéndose pasar por loco. Pero <strong>de</strong> todas maneras queda<br />

la mención <strong>de</strong> la espada <strong>de</strong> Goliat en un momento que no parece <strong>de</strong>scrito por el mismo<br />

redactor o compilador que <strong>de</strong>scribió la acción <strong>de</strong>l Terebinto.<br />

¿Qué sucedió, pues? ¿Cómo orientarse en tanta confusión? O el combate <strong>de</strong>l Terebinto<br />

no ocurrió cuando se dice, siendo David un niño, o hubo un segundo combate en el mismo<br />

lugar siendo ya David hombre <strong>de</strong> armas al servicio <strong>de</strong> Saúl. Esto último es posible, y<br />

es posible que en ese segundo encuentro <strong>de</strong>l valle <strong>de</strong>l Terebinto David diera muerte a un<br />

capitán filisteo llamado Goliat. Recor<strong>de</strong>mos que a Goliat le precedía un escu<strong>de</strong>ro, lo que era<br />

señal <strong>de</strong> distinción. Quizá muchos años <strong>de</strong>spués, siendo David rey, uno <strong>de</strong> sus hombres, tal<br />

vez uno <strong>de</strong> sus sobrinos, diera muerte a un gigante filisteo que acertó a llamarse también<br />

Goliat. Sólo así se explica que en la mente <strong>de</strong>l cronista se unieran la visita <strong>de</strong>l niño David a<br />

sus hermanos en el campamento <strong>de</strong> Israel junto al valle <strong>de</strong>l Terebinto; la muerte, por parte<br />

<strong>de</strong> David, años más tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong> un capitán filisteo llamado Goliat que seguramente no era<br />

gigante ni tenía por qué serlo, y la muerte <strong>de</strong> un gigante filisteo llamado Goliat a manos<br />

<strong>de</strong> un belemita <strong>de</strong> las filas <strong>de</strong> David o <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los sobrinos <strong>de</strong> David en alguno <strong>de</strong> los<br />

combates librado mientras éste era rey.<br />

Todo indica que los inicios <strong>de</strong> la vida pública <strong>de</strong> David fueron otros, los <strong>de</strong> tañedor <strong>de</strong><br />

arpa para el rey. No es posible colegir cuándo se produjo la llegada <strong>de</strong> David a la casa <strong>de</strong><br />

Saúl. Pero <strong>de</strong>bió ser cuando el hijo <strong>de</strong> Isaí era hombre <strong>de</strong> unos veinte años y ya Saúl llevaba<br />

casi tantos a la cabeza <strong>de</strong> Israel. Es evi<strong>de</strong>nte que a esa época Saúl pa<strong>de</strong>cía <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarreglos<br />

síquicos, y aunque es fácil ver la semilla <strong>de</strong> esos <strong>de</strong>sarreglos en sus primeros actos como<br />

rey, sus manifestaciones alarmantes, las que llevaron a sus amigos a aconsejarle que buscara<br />

un tañedor <strong>de</strong> arpa para que le calmara, <strong>de</strong>bieron producirse al cabo <strong>de</strong> algunos años <strong>de</strong><br />

ejercicio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r real. Consta que Saúl guerreó sin <strong>de</strong>scanso, que “hizo la guerra a todos<br />

los enemigos <strong>de</strong> entorno: a Moab, a los hijos <strong>de</strong> Ammón, a Edon Bet Rejob, al rey <strong>de</strong> Soba y<br />

a los filisteos” (I Sam., 14:47). “La guerra contra los filisteos fue encarnizada durante toda la<br />

vida <strong>de</strong> Saúl; y en cuanto veía Saúl un hombre robusto y valiente, le ponía a su servicio” (I<br />

Sam., 14:52). La guerra incesante provocó el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n violento <strong>de</strong> su espíritu, que siempre<br />

fue, por lo <strong>de</strong>más, <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado.<br />

Debió haber algunas activida<strong>de</strong>s guerreras <strong>de</strong> David antes <strong>de</strong> llegar a la casa <strong>de</strong> Saúl,<br />

pues le fue recomendado como “hombre <strong>de</strong> guerra”. Necesariamente tuvo que ser así, pues<br />

no se explicaría que habiendo estado Israel en lucha constante contra tantos pueblos enemigos,<br />

David se mantuviera hasta los veinte años sin participar en alguno <strong>de</strong> los muchos<br />

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