Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

banreservas.com.do
from banreservas.com.do More from this publisher
23.04.2013 Views

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES aplicando a un mismo tiempo los tres aspectos de lo que podríamos llamar método de investigación. No habiendo más que una fuente histórica, no era posible ir aclarando puntos con el auxilio de documentación complementaria; había que ir aclarándolos en la única existente. ¿Cómo? Primero, mediante el estudio de los caracteres de cuantos intervinieron en los hechos; conociendo cada uno de esos caracteres podríamos establecer en qué momento se les deformaba para atribuir a David una hazaña que en verdad él no había realizado. Segundo, escudriñando pacientemente la contradicción en alguna frase suelta que se le escapaba al cronista, ya que a menudo es una frase suelta lo que da la clave para esclarecer una duda; y por último, determinado, por simple deducción, dónde había un hecho repetido y ya deformado por esa aura de leyenda que rodea siempre a los héroes. No hay sobre la tierra nada tan perdurable como la verdad: puede yacer miles de años en medio de las mentiras mejor urdidas, como una estatua perfecta en medio de las ruinas que la vegetación ha cubierto. La verdad no se corrompe nunca, y en los relatos que nos dejaron los cronistas de Israel acerca de David ben Isaí, la verdad se ha conservado incólume a través de tres mil años. No era tan difícil hallarla. Por entre los resquicios de las mentiras interesadas, ella fulgía como los luceros en la oscura noche de los trópicos. Así algunos hechos atribuidos a David son falsos; figuran en ellos el combate con Goliat de Gath, el gigante filisteo que ha tenido tan preponderante papel en la historia conocida de nuestro personaje, y los incidentes con Saúl en las cuevas de Engadí y en las colinas de Jaquila. Otros habían sido falsamente interpretados o atribuidos a causas que no fueron las que los originaron, como es el caso del asalto de Queila, como la muerte de Abner y la muerte en Gabaón de los descendientes de Saúl. Sobre todos ellos hay exposición y argumentación suficientes, a juicio del autor, en el texto de la biografía. Una vez establecida la cronología y clasificados los hechos, se daba como un producto natural la ordenación lógica de los acontecimientos. Gracias a esa ordenación lógica pueden verse con mayor claridad algunos aspectos de la historia de David; por ejemplo, el de sus conquistas en las tierras aledañas a Israel. Pero el resultado más importante, el que en verdad interesaba al autor, era el de la delineación del carácter. Por los hechos de un hombre podemos conocer fácilmente su alma. El fruto nos denuncia el árbol con mayor propiedad que el aspecto del tronco o el color y la forma de las hojas. Lo que podríamos llamar el descubrimiento del carácter era la tercera de las tareas, pero a la vez una consecuencia de las anteriores. Ahora bien, al llegar a este punto el autor halló que si casi todas las figuras que se mueven entorno a David resultan objeto de una pasión o de una fuerza dominante –lo cual permite que su carácter quede al descubierto con relativa facilidad–, en cuanto a David mismo es casi imposible decir cómo era. La de David era un alma complicada, de numerosas facetas y por tanto de muchas expresiones. No hay en su vida un interés sobresaliente; hay muchos, todos manifestándose a la vez o por etapas. Es fácil ver en el libro sagrado el carácter de Samuel, honesto, íntegro, esclavo de su deber y siervo ferviente de Yavé; el de Saúl, enfermo de ambición de poder y de manía persecutoria, rey valiente y casi loco; el de Jonatán, en quien esplenden el amor a la justicia, el valor sin objetivos turbios, el sentido de la amistad; el de Joab, soldado de mano dura, de espada pronta a derramar la sangre; el de Absalón, más enamorado del poder que Saúl y de corazón más fiero que Joab; y el de Nabal, el de Abigaíl, el de Ajitofel, el de Natán, el de Semeí. Pero no es fácil ver el de David. Si David va a figurar en la historia como un gran jefe de pueblo, no es gracias a su carácter. Por fortuna para él, le salvarán su extraordinaria inteligencia y su capacidad para actuar. 692

Unas veces se gana la inmortalidad por el carácter, otras por la bondad, otras por la inteligencia. En muy contadas ocasiones un personaje histórico reúne dos de esas condiciones, y casi nunca se ven juntos la inteligencia, la bondad y el carácter. David podría ser tan bondadoso como malo, tan enérgico como blando. Lo que nunca dede ser fue inteligente, con una mente despierta y relampagueante. La única manera de conocer a David tal como debió ser es adentrándose por todos los caminos de su alma, que fueron muchos y que a menudo conducían a los puntos más inesperados. Al retornar de ellos, la impresión que sacamos es la de que hemos conocido a muchos hombres en el cuerpo de un solo. La suma de todos esos David da una figura de valor excepcional, un perfil nada confuso; un auténtico grande hombre que si fue capaz de ordenar la muerte de un servidor para arrebatarle su mujer, era también capaz de abatir a un ejército enemigo, de llorar sobre el cadáver de un hijo y de escribir un poema de inefable ternura. Sabe trazar grandes planes y cuidar los detalles; es rey y se conserva humilde; gobierna y no oprime a su pueblo; es sensual y organiza el Estado; es guerrero y no ama la violencia. No es que el autor haya querido ver así a David, sino que así era él, según se desprende de sus actos. Vivió hace tres mil años y nos parece un hombre de hoy, prueba concluyente de que nada evoluciona con mayor lentitud que la naturaleza humana. Para conocer la intimidad de esa naturaleza, ningún ejemplo más adecuado que el que nos ofrece David ben Isaí. Su vida es un espejo bien pulido en el que se refleja la humanidad, y sin duda lo que más nos atrae en esa vida es que en ella se dieron todos los aspectos del drama de la Historia, como si él hubiera sido un escenario al cual se asomaron uno tras otro los personajes más diversos y en el cual se representaron los episodios más dispares. Ahí lo tiene el lector. Vea él y juzgue. J. B. Roma, 26 de septiembre de 1956. Capítulo I JUAN BOSCH | DAVID, BIOGRAFÍA DE UN REY Una batalla en que Israel perdió treinta mil hombres, que se libró el último día de la vida y la judicatura de Elí, entregó al pueblo elegido en manos de los filisteos. La importancia de esa acción de armas es obvia, y ocurre, sin embargo, que se ignora la fecha y el punto exacto en que tuvo lugar. Lagunas como ésta, unas en asuntos secundarios, otras en problemas de primera magnitud, y confusiones en el orden de los acontecimientos, son frecuentes en los textos sagrados y abundan en el relato de la vida de David ben Isaí, que de pastor de ovejas pasó a capitán y yerno del rey Saúl, de ahí a fugitivo, a jefe de banda, a aliado y vasallo de los filisteos, a rey de Judá y de Israel, a conquistador de Jerusalén y vencedor de pueblos, y por último a personaje de tan gran valía histórica que mil años después de haber muerto su nombre sería usado por Jesús, que iba a hacerse llamar el Hijo de David. La batalla a que nos referimos debió darse cerca de Silo, lugar donde en los últimos tiempos se había mantenido el Arca de la Alianza y donde residía Elí, puesto que hasta Silo llegó el mismo día de la derrota un benjaminita que huía del campo de guerra; a ese benjaminita le tocó dar la noticia de la hecatombe a Elí, cuyos hijos habían muerto en la 693

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

aplicando a un mismo tiempo los tres aspectos <strong>de</strong> lo que podríamos llamar método <strong>de</strong> investigación.<br />

No habiendo más que una fuente histórica, no era posible ir aclarando puntos con<br />

el auxilio <strong>de</strong> documentación complementaria; había que ir aclarándolos en la única existente.<br />

¿Cómo? Primero, mediante el estudio <strong>de</strong> los caracteres <strong>de</strong> cuantos intervinieron en los hechos;<br />

conociendo cada uno <strong>de</strong> esos caracteres podríamos establecer en qué momento se les <strong>de</strong>formaba<br />

para atribuir a David una hazaña que en verdad él no había realizado. Segundo, escudriñando<br />

pacientemente la contradicción en alguna frase suelta que se le escapaba al cronista, ya que a<br />

menudo es una frase suelta lo que da la clave para esclarecer una duda; y por último, <strong>de</strong>terminado,<br />

por simple <strong>de</strong>ducción, dón<strong>de</strong> había un hecho repetido y ya <strong>de</strong>formado por esa aura <strong>de</strong><br />

leyenda que ro<strong>de</strong>a siempre a los héroes.<br />

No hay sobre la tierra nada tan perdurable como la verdad: pue<strong>de</strong> yacer miles <strong>de</strong> años<br />

en medio <strong>de</strong> las mentiras mejor urdidas, como una estatua perfecta en medio <strong>de</strong> las ruinas<br />

que la vegetación ha cubierto. La verdad no se corrompe nunca, y en los relatos que nos<br />

<strong>de</strong>jaron los cronistas <strong>de</strong> Israel acerca <strong>de</strong> David ben Isaí, la verdad se ha conservado incólume<br />

a través <strong>de</strong> tres mil años. No era tan difícil hallarla. Por entre los resquicios <strong>de</strong> las mentiras<br />

interesadas, ella fulgía como los luceros en la oscura noche <strong>de</strong> los trópicos. Así algunos hechos<br />

atribuidos a David son falsos; figuran en ellos el combate con Goliat <strong>de</strong> Gath, el gigante<br />

filisteo que ha tenido tan prepon<strong>de</strong>rante papel en la historia conocida <strong>de</strong> nuestro personaje,<br />

y los inci<strong>de</strong>ntes con Saúl en las cuevas <strong>de</strong> Engadí y en las colinas <strong>de</strong> Jaquila. Otros habían<br />

sido falsamente interpretados o atribuidos a causas que no fueron las que los originaron,<br />

como es el caso <strong>de</strong>l asalto <strong>de</strong> Queila, como la muerte <strong>de</strong> Abner y la muerte en Gabaón <strong>de</strong><br />

los <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> Saúl. Sobre todos ellos hay exposición y argumentación suficientes, a<br />

juicio <strong>de</strong>l autor, en el texto <strong>de</strong> la biografía.<br />

Una vez establecida la cronología y clasificados los hechos, se daba como un producto<br />

natural la or<strong>de</strong>nación lógica <strong>de</strong> los acontecimientos. Gracias a esa or<strong>de</strong>nación lógica pue<strong>de</strong>n<br />

verse con mayor claridad algunos aspectos <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> David; por ejemplo, el <strong>de</strong> sus<br />

conquistas en las tierras aledañas a Israel. Pero el resultado más importante, el que en verdad<br />

interesaba al autor, era el <strong>de</strong> la <strong>de</strong>lineación <strong>de</strong>l carácter. Por los hechos <strong>de</strong> un hombre po<strong>de</strong>mos<br />

conocer fácilmente su alma. El fruto nos <strong>de</strong>nuncia el árbol con mayor propiedad que el aspecto<br />

<strong>de</strong>l tronco o el color y la forma <strong>de</strong> las hojas. Lo que podríamos llamar el <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong>l<br />

carácter era la tercera <strong>de</strong> las tareas, pero a la vez una consecuencia <strong>de</strong> las anteriores.<br />

Ahora bien, al llegar a este punto el autor halló que si casi todas las figuras que se mueven<br />

entorno a David resultan objeto <strong>de</strong> una pasión o <strong>de</strong> una fuerza dominante –lo cual permite<br />

que su carácter que<strong>de</strong> al <strong>de</strong>scubierto con relativa facilidad–, en cuanto a David mismo es<br />

casi imposible <strong>de</strong>cir cómo era. La <strong>de</strong> David era un alma complicada, <strong>de</strong> numerosas facetas y<br />

por tanto <strong>de</strong> muchas expresiones. No hay en su vida un interés sobresaliente; hay muchos,<br />

todos manifestándose a la vez o por etapas. Es fácil ver en el libro sagrado el carácter <strong>de</strong><br />

Samuel, honesto, íntegro, esclavo <strong>de</strong> su <strong>de</strong>ber y siervo ferviente <strong>de</strong> Yavé; el <strong>de</strong> Saúl, enfermo<br />

<strong>de</strong> ambición <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> manía persecutoria, rey valiente y casi loco; el <strong>de</strong> Jonatán, en<br />

quien esplen<strong>de</strong>n el amor a la justicia, el valor sin objetivos turbios, el sentido <strong>de</strong> la amistad;<br />

el <strong>de</strong> Joab, soldado <strong>de</strong> mano dura, <strong>de</strong> espada pronta a <strong>de</strong>rramar la sangre; el <strong>de</strong> Absalón,<br />

más enamorado <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r que Saúl y <strong>de</strong> corazón más fiero que Joab; y el <strong>de</strong> Nabal, el <strong>de</strong><br />

Abigaíl, el <strong>de</strong> Ajitofel, el <strong>de</strong> Natán, el <strong>de</strong> Semeí. Pero no es fácil ver el <strong>de</strong> David. Si David va<br />

a figurar en la historia como un gran jefe <strong>de</strong> pueblo, no es gracias a su carácter. Por fortuna<br />

para él, le salvarán su extraordinaria inteligencia y su capacidad para actuar.<br />

692

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!