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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

ofrecido, <strong>de</strong>seaba saber cuál posición me gustaría aceptar, a<strong>de</strong>lantando al mismo tiempo la seguridad<br />

<strong>de</strong> que, en caso <strong>de</strong> no existir ese cargo o función, sería creado en virtud <strong>de</strong> una ley.<br />

Semejante ofrecimiento, <strong>de</strong>smesuradamente lisonjero, en lugar <strong>de</strong> producir los efectos<br />

<strong>de</strong> un halago me asombró. “Chilo” –contesté–, “dile a Don Horacio que lo único que quiero<br />

y le <strong>de</strong>seo es que gobierne bien, para provecho <strong>de</strong>l país y gloria <strong>de</strong> su nombre”.<br />

Hasta el 12 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1946, el sucesor <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Vázquez –tras <strong>de</strong> la interinidad<br />

<strong>de</strong>l Lic. Rafael Estrella Ureña– no fue menos solícito. Mediante los oficios <strong>de</strong> L. F. Vidal,<br />

<strong>de</strong> José García, <strong>de</strong> José Enrique Aybar, <strong>de</strong> Plinio Pina, <strong>de</strong> Daniel Henríquez Velázquez, <strong>de</strong><br />

Teódulo Pina y en una ocasión directamente, siete veces me ofreció Secretarías <strong>de</strong> Estado. En<br />

una <strong>de</strong> esas ocasiones –la quinta– me invitó a Rancho Cayuco; y al recibirme, abrazándome<br />

con efusiva ostentación <strong>de</strong> singular aprecio, me dijo:<br />

—”Como nunca has aceptado ninguna <strong>de</strong> las que antes te he ofrecido, te he llamado<br />

para que escojas la Secretaría <strong>de</strong> Estado que prefieras”.<br />

Mas, como no se trataba <strong>de</strong> una simple cuestión <strong>de</strong> personal predilección, en términos<br />

<strong>de</strong> esmerada urbanidad <strong>de</strong>cliné la distinción que se me hacía.<br />

Es bien <strong>de</strong> presumir que <strong>de</strong> haber tenido a su disposición esos elementos <strong>de</strong> juicio –que<br />

mi personal sentido <strong>de</strong> <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za y <strong>de</strong> la discreción me cohibía <strong>de</strong> divulgar públicamente–,<br />

Don Alfonso Rodríguez Demorizi no habría incurrido en el error que ha cometido al achacarme<br />

la incierta y <strong>de</strong>spectiva condición <strong>de</strong> “hábil político”.<br />

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