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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

—”En eso estamos <strong>de</strong> acuerdo. No hay prueba que mi dignidad personal y mi patriotismo<br />

no resistan”.<br />

—”Sigamos a<strong>de</strong>lante bajo esa confianza, compañero; porque entreveo una probabilidad,<br />

muy vaga, muy remota…”<br />

“Mucho. Algo casi inverosímil. Pero si esa ilusión fuera germen <strong>de</strong> una realidad, ¿por<br />

qué cerrarle la puerta <strong>de</strong> las realizaciones a esa vaga, remota, casi imposible probabilidad<br />

sin darle la pru<strong>de</strong>nte oportunidad <strong>de</strong> una efectiva comprobación?”.<br />

—”¿Qué me insinúa usted?”.<br />

—”Sugiero la posibilidad, a pesar <strong>de</strong> que los antece<strong>de</strong>ntes la <strong>de</strong>sacreditan a priori<br />

como absurda, <strong>de</strong> que Don Horacio proyecte justificar su transaccionismo, ante la historia,<br />

revitalizando en las escuelas públicas el alma nacional; y que para realizar sutil y<br />

eficazmente esa labor lo haya seleccionado a usted. Mera hipótesis, claro está. Pero, ¿por<br />

qué no probar?”.<br />

Luis Conrado se quedó pensativo. Mis palabras, por primera vez, lo habían impresionado.<br />

Eso, al menos, fue lo que me pareció.<br />

—”Hablando <strong>de</strong> hermano a hermano” –le dije entonces–, “me parece que usted <strong>de</strong>be<br />

aceptar, porque con ello no se per<strong>de</strong>rá nada, fuera <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sagrado momentáneo <strong>de</strong> las suspicacias;<br />

y acaso, en cambio, se pueda ganar mucho si se llegara a concretar en tangible<br />

realidad la hipótesis que ya le sugerí”.<br />

—”Reconozco ingenuamente que usted me ha mostrado aspectos que yo no había <strong>de</strong>scubierto…<br />

Déjeme pensar”.<br />

—”Tenga en cuenta, compañero” –le aconsejé– “que, aceptando usted le prestará <strong>de</strong><br />

todos modos un servicio útil al país”.<br />

—”¿De todos modos? ¿Cómo así?”.<br />

—”Supongamos para los fines <strong>de</strong>l razonamiento que <strong>de</strong> acuerdo con la sospecha común<br />

el propósito <strong>de</strong> Don Horacio no fuera otra cosa que una maniobra para recuperar al prosélito.<br />

Peor pare él. Usted no es un burócrata adocenado. Al comprobar la imposibilidad <strong>de</strong> realizar<br />

un servicio efectivo en fortalecimiento <strong>de</strong>l alma nacional, renunciará y volverá a replegarse<br />

al santuario <strong>de</strong> su hogar. ¿No se da cuenta <strong>de</strong> la magnitud <strong>de</strong>l bien que indirectamente le<br />

habría hecho a la <strong>de</strong>smayada sociedad dominicana con ese edificante ejemplo?”<br />

—”¿Cuál sería el resultado positivo?”.<br />

—”¡Hombre! ¿No lo discierne? Hay un gran <strong>de</strong>saliento cívico porque se cree, erróneamente,<br />

que aquí todos los hombres son iguales y que sucumben con facilidad a la burocrática tentación<br />

<strong>de</strong> los cargos públicos. Ese <strong>de</strong>sencanto proviene <strong>de</strong>l mal ejemplo que dan los hombres que continuamente<br />

<strong>de</strong>fraudan la confianza pública. Son hombres que aparentan ser lo que no son. Están<br />

incapacitados para soportar la prueba. Usted es otra cosa; y cuando <strong>de</strong>muestre con la rectitud<br />

<strong>de</strong> su acción que no todos los hombres son iguales, renacerá la confianza en nuestra <strong>de</strong>screída<br />

sociedad que entonces aceptará que todavía hay hombres aptos para servir con altura y abnegación<br />

y dignidad los mejores intereses <strong>de</strong> la Patria. ¿No le parece que el estímulo envuelto en<br />

tal contraste representa un gran servicio <strong>de</strong> revitalización <strong>de</strong>l alma nacional?”.<br />

—”Lo creo”.<br />

—”Pues asuma la responsabilidad <strong>de</strong> una <strong>de</strong>cisión positiva. ¡Acepte! No niego ni le oculto<br />

que a raíz <strong>de</strong> su aceptación lo van a combatir, especialmente sus <strong>de</strong>sconfiados compañeros<br />

nacionalistas. Yo sólo tengo un aliento y un concurso que brindarle y se los daré sin tasa.<br />

Lo <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>ré!”.<br />

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