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23.04.2013 Views

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES resolución y firmeza sus alegadas convicciones, Sulzer agregó que “el honor americano era más sagrado que los dólares americanos”, y que la política de los Estados Unidos de América debía consistir “en vivir a la altura de sus obligaciones convencionales, robustecer las leyes de neutralidad y dejar al pueblo mexicano ajustar sus diferencias sin la intervención de los Estados Unidos o de cualquier otro gobierno extranjero” 1 . Sulzer salvó a México, esa vez, de la intervención militar de los Estados Unidos de América. El Presidente Taft le había asegurado a los representantes diplomáticos de las demás naciones del hemisferio Occidental, que su gobierno no abrigaba propósitos menoscabantes del territorio ni lesivos de la independencia de México; y además (lo cual era perfectamente verídico) que de ningún modo intervendría allí sin antes contar con el consentimiento y el consejo del Congreso. En vista de la descrita actitud de William Sulzer, a través de los años muchas veces he conjeturado cuál habría sido la conducta asumida por él –de presidir aún en 1916 la predicha Comisión– frente a los designios intervencionistas del demócrata Presidente Wilson que, una vez cumplidos, durante ocho largos años nos impusieron una irresponsable dictadura militar. Muchas veces me he preguntado si, de haberse hallado todavía frente a la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes Sulzer no hubiera impedido que el Presidente Wilson avasallara militarmente a la débil e indefensa República Dominicana –hermana nación amiga de los Estados Unidos de América– tal y como años antes evitó que el Presidente Taft avasallara de igual modo a los Estados Unidos de México. Hay otro incidente que por relacionarse con una de las débiles naciones del Hemisferio Occidental que en esa época tuvieron que sufrir los efectos de la política imperialista del “big stick” merece ser evocado en honor de la memoria, ya desvaída, del infortunado William Sulzer. Me refiero al rapto de Panamá. El autor del agravio inferido a la soberanía de los Estados Unidos de Colombia con semejante abuso de poder, se vanaglorió de haberlo realizado; y, contra el ineludible veredicto de la historia, se empeñó después en justificar ese atentado y aún en glorificarlo. Theodore Roosevelt, Presidente de los Estados Unidos de América –culpable de esa transgresión de la ley de las naciones–, arrogantemente se jactó en sucesivas ocasiones de haberse “cogido” a Panamá. “Para todo americano honrado, orgulloso del buen nombre de su país” –dijo Roosevelt años después de consumado ese violento atropello– “debe ser un asunto de orgullo el hecho de que la adquisición del canal y la construcción del canal hayan estado tan libres de escándalo, en todos sus detalles, como los actos públicos de Washington y Lincoln” 2 . Roosevelt afirmó, además, que no sólo “fueron correctas todas las acciones tomadas”, sino que todas ellas fueron adoptadas “de conformidad con los más elevados, finos y escrupulosos dechados de ética pública y gubernativa” 3 . Las palabras, empero, no concuerdan con la palpable realidad que denuncian los hechos. Con tales afirmaciones pretendió Roosevelt dejar sentada la evidente falsedad de 1 Ibid. 2 Theodore Roosevelt, How the United States Aquired the right to dig The Panama Canal, Outlook (1911), 314-18. 3 Ibid. 632

ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES que ninguno de los honorables capítulos de la historia de los Estados Unidos de América es “más honorable” que el capítulo que “habla de la forma en que nuestro derecho a cavar el canal de Panamá fue asegurado” 1 . Contradiciéndose a sí mismo, en otra ocasión Roosevelt expresó que de haber seguido “los métodos tradicionales y conservadores” habría sometido el caso a la decisión del Congreso americano –obligación legal–; pero, con ufana altivez al mismo tiempo proclamó sin el menor recato, haberse cogido “la zona del canal”, dejando al Congreso debatir con la calculada intención y el deliberado designio, en tal hecho implícito, de que “mientras el debate proseguía, avanzaba también el canal” 2 . El debate legislativo, en efecto, prosiguió. No aceptó el Congreso la pregonada ética del señalado procedimiento ejecutivo. Prevaleció, empero, el hecho cumplido. Pero en desagravio de la verdad y la justicia, las investigaciones legislativas que fueron practicadas en torno del mismo asunto por la Comisión de Relaciones Exteriores –cuyo Presidente era William Sulzer– comprobó de manera concluyente, según lo expuso en marzo 4 de 1912 The New York World, los siguientes acontecimientos: I. Que Mr. Roosevelt y algunos miembros de su administración, estaban en conocimiento y le dieron su apoyo a los aprestos que se estaban haciendo para la revolución de Panamá. II. Que las medidas adoptadas por Mr. Roosevelt para evitar que Colombia mantuviera su soberanía sobre el Istmo de Panamá y para impedir el desembarco de tropas en el Estado de Panamá con el objeto de suprimir la ficticia revolución violaron el tratado de 1846–1848. III. Que los actos de Mr. Roosevelt respecto de la creación y el reconocimiento de la República de Panamá fueron cometidos no sólo en violación de las obligaciones contractuales de los Estados Unidos sino también de los principios fundamentales del derecho internacional, el cual ha sido y está siendo reconocido por los Estados Unidos como vinculación obligatoria de las naciones en sus recíprocas relaciones. Por su posición y las expuestas actitudes, yo ví en William Sulzer el hombre capacitado para salvar a mi país de la supremacía americana que durante años lo mantuvo en una deprimente situación de dependencia territorial de los Estados Unidos de América. Antecedentes tan estimulantes me impulsaron a acoger en espíritu ilusionado y complacido el ofrecimiento que me hizo, un amigo de ambos, al efecto de introducirme a la amistad de William Sulzer. Bajo el palio de su cálida recomendación y gracias a la misma, yo iba a tener la oportunidad de mostrarle al Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América la política abusiva, de tendencias absorbentes –finalmente dañina a los mejores intereses de ambas naciones– que el gobierno americano le imponía a mi país. Una o dos semanas más tarde hice mi entrada en la oficina que Sulzer tenía en el imponente edificio del Capitolio. Lo hallé en chaleco, aprisionando entre sus labios un habano sin lumbre ni señales de humo, aunque estaba ya medio gastado. Hallé a Suizer prácticamente sumergido bajo una confusa muchedumbre de papeles. 1 Ibid. En diciembre 29 de 1903, Roosevelt le escribió a Samuel W. Small expresando su convicción de que el canal de Panamá será “parecido en calidad, aunque no desde luego en importancia, a la compra de Louisiana y a la adquisición de Texas”. Joseph Bucklin Bishop, Theodore Roosevelt and his Time, 1, 295. 2 Bishop, opus cit. 1, 307. 633

ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

que ninguno <strong>de</strong> los honorables capítulos <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> los Estados Unidos <strong>de</strong> América<br />

es “más honorable” que el capítulo que “habla <strong>de</strong> la forma en que nuestro <strong>de</strong>recho a cavar<br />

el canal <strong>de</strong> Panamá fue asegurado” 1 .<br />

Contradiciéndose a sí mismo, en otra ocasión Roosevelt expresó que <strong>de</strong> haber seguido<br />

“los métodos tradicionales y conservadores” habría sometido el caso a la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong>l<br />

Congreso americano –obligación legal–; pero, con ufana altivez al mismo tiempo proclamó<br />

sin el menor recato, haberse cogido “la zona <strong>de</strong>l canal”, <strong>de</strong>jando al Congreso <strong>de</strong>batir con<br />

la calculada intención y el <strong>de</strong>liberado <strong>de</strong>signio, en tal hecho implícito, <strong>de</strong> que “mientras el<br />

<strong>de</strong>bate proseguía, avanzaba también el canal” 2 .<br />

El <strong>de</strong>bate legislativo, en efecto, prosiguió. No aceptó el Congreso la pregonada ética <strong>de</strong>l<br />

señalado procedimiento ejecutivo. Prevaleció, empero, el hecho cumplido. Pero en <strong>de</strong>sagravio<br />

<strong>de</strong> la verdad y la justicia, las investigaciones legislativas que fueron practicadas en torno<br />

<strong>de</strong>l mismo asunto por la Comisión <strong>de</strong> Relaciones Exteriores –cuyo Presi<strong>de</strong>nte era William<br />

Sulzer– comprobó <strong>de</strong> manera concluyente, según lo expuso en marzo 4 <strong>de</strong> 1912 The New<br />

York World, los siguientes acontecimientos:<br />

I. Que Mr. Roosevelt y algunos miembros <strong>de</strong> su administración, estaban en conocimiento<br />

y le dieron su apoyo a los aprestos que se estaban haciendo para la revolución <strong>de</strong> Panamá.<br />

II. Que las medidas adoptadas por Mr. Roosevelt para evitar que Colombia mantuviera su<br />

soberanía sobre el Istmo <strong>de</strong> Panamá y para impedir el <strong>de</strong>sembarco <strong>de</strong> tropas en el Estado <strong>de</strong><br />

Panamá con el objeto <strong>de</strong> suprimir la ficticia revolución violaron el tratado <strong>de</strong> 1846–1848.<br />

III. Que los actos <strong>de</strong> Mr. Roosevelt respecto <strong>de</strong> la creación y el reconocimiento <strong>de</strong> la República<br />

<strong>de</strong> Panamá fueron cometidos no sólo en violación <strong>de</strong> las obligaciones contractuales <strong>de</strong><br />

los Estados Unidos sino también <strong>de</strong> los principios fundamentales <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho internacional,<br />

el cual ha sido y está siendo reconocido por los Estados Unidos como vinculación obligatoria<br />

<strong>de</strong> las naciones en sus recíprocas relaciones.<br />

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Por su posición y las expuestas actitu<strong>de</strong>s, yo ví en William Sulzer el hombre capacitado<br />

para salvar a mi país <strong>de</strong> la supremacía americana que durante años lo mantuvo en una <strong>de</strong>primente<br />

situación <strong>de</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia territorial <strong>de</strong> los Estados Unidos <strong>de</strong> América.<br />

Antece<strong>de</strong>ntes tan estimulantes me impulsaron a acoger en espíritu ilusionado y<br />

complacido el ofrecimiento que me hizo, un amigo <strong>de</strong> ambos, al efecto <strong>de</strong> introducirme a la<br />

amistad <strong>de</strong> William Sulzer. Bajo el palio <strong>de</strong> su cálida recomendación y gracias a la misma, yo<br />

iba a tener la oportunidad <strong>de</strong> mostrarle al Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Comisión <strong>de</strong> Relaciones Exteriores<br />

<strong>de</strong> la Cámara <strong>de</strong> Representantes <strong>de</strong> los Estados Unidos <strong>de</strong> América la política abusiva, <strong>de</strong><br />

ten<strong>de</strong>ncias absorbentes –finalmente dañina a los mejores intereses <strong>de</strong> ambas naciones– que<br />

el gobierno americano le imponía a mi país.<br />

Una o dos semanas más tar<strong>de</strong> hice mi entrada en la oficina que Sulzer tenía en el imponente<br />

edificio <strong>de</strong>l Capitolio. Lo hallé en chaleco, aprisionando entre sus labios un habano sin<br />

lumbre ni señales <strong>de</strong> humo, aunque estaba ya medio gastado. Hallé a Suizer prácticamente<br />

sumergido bajo una confusa muchedumbre <strong>de</strong> papeles.<br />

1 Ibid. En diciembre 29 <strong>de</strong> 1903, Roosevelt le escribió a Samuel W. Small expresando su convicción <strong>de</strong> que el<br />

canal <strong>de</strong> Panamá será “parecido en calidad, aunque no <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego en importancia, a la compra <strong>de</strong> Louisiana y a la<br />

adquisición <strong>de</strong> Texas”. Joseph Bucklin Bishop, Theodore Roosevelt and his Time, 1, 295.<br />

2 Bishop, opus cit. 1, 307.<br />

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