23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

“Las llamas <strong>de</strong>l incendio que hizo más trágica aún la locura <strong>de</strong> la guerra civil, asolaron<br />

el único patrimonio que tenía. La casa <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra” –precisó– “que poseía en San Carlos”.<br />

El Señor Hostos hizo nueva pausa. “No puedo ni <strong>de</strong>bo” –concluyó resueltamente– “seguir<br />

prolongado el sacrificio <strong>de</strong> mi familia”.<br />

Como si la explicación le costara extraordinario esfuerzo, finalmente exclamó:<br />

“Ya sólo me queda el camino <strong>de</strong> la emigración”.<br />

Su mirada pensativa se había tornado, entre tanto, más intensa y luminosa; y su voz,<br />

segura como su carácter, cobró súbito vigor <strong>de</strong> paternal admonición.<br />

—”Voy a darle un consejo, hijito. Nunca se meta en política.<br />

<br />

Cuando, trémulo aún, me <strong>de</strong>spedí <strong>de</strong>l Señor Hostos, ya la oficiosa esperanza <strong>de</strong> retención<br />

le había iluminado a mi tenacidad promisoria orientación. Resolví apelar a la directa<br />

intervención <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la República, Alejandro Woss y Gil.<br />

No tuve que llegar hasta Palacio, como lo pensé. La sencillez <strong>de</strong> la vida oficial <strong>de</strong> esa<br />

época me lo <strong>de</strong>paró en el camino. Frente al edificio don<strong>de</strong> hoy tiene instalados sus talleres<br />

editoriales El Caribe, lo encontré platicando con un par <strong>de</strong> sujetos cuyas trazas <strong>de</strong>nunciaban<br />

al impetrante tipo <strong>de</strong>l cacique provinciano. El coche a tiro <strong>de</strong> corceles que me conducía (aún<br />

no había hecho su aparición el automóvil que inficiona el ambiente con el monóxido <strong>de</strong><br />

carbono que <strong>de</strong>scarga), se <strong>de</strong>tuvo ante los tres. Lo notó el Presi<strong>de</strong>nte; y al verme poner pie<br />

en tierra, acudió solícito a mi encuentro. Me estrechó en sus brazos, efusivamente, mientras<br />

al mismo tiempo formulaba una queja:<br />

—”Riqui, Riqui” –me dijo lamentoso–: “estoy muy sentido contigo. Me tienes<br />

abandonado”.<br />

Su queja era fundada. Antes <strong>de</strong> asumir la función ejecutiva <strong>de</strong>l gobierno nacional, Eduardo<br />

Vicioso, el poeta Vigil Díaz y yo nos reuníamos con él noche tras noche en el centro social<br />

<strong>de</strong> la calle Padre Billini, hoy Casa <strong>de</strong> España.<br />

Allí pasábamos las veladas en animada tertulia que su excepcional ingenio amenizaba; y<br />

a ratos aprovechábamos su adiestramiento en el arte <strong>de</strong> la esgrima, en cuya disciplina –como<br />

en muchas otras cosas– Woss y Gil era un consumado experto. Ahora, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la presi<strong>de</strong>ncia,<br />

constantemente me invitaba a visitarlo. Pero mi disconformidad con las <strong>de</strong>ficiencias y los yerros<br />

<strong>de</strong> su gobierno –responsabilidad <strong>de</strong> su idiosincrásica inercia más que culpa <strong>de</strong> su intención–<br />

me indisponía a complacer su invitación.<br />

Después <strong>de</strong> excusar mi incomplacencia con disculpas acomodadizas, le dije:<br />

—”Vengo a verlo ahora porque estoy empeñado en prestarle al país un eminente servicio<br />

y en ahorrarle a su gobierno una vergüenza histórica”.<br />

—”¿Qué ocurre?”, me preguntó intrigado.<br />

—”El Señor Hostos” –le informé– “renuncia la Dirección <strong>de</strong> la Escuela Normal y se<br />

ausentará <strong>de</strong>l País”.<br />

—”¿Pero tú estás seguro <strong>de</strong> lo que me dices?” interrogó evi<strong>de</strong>ntemente alarmado.<br />

—”Absolutamente seguro. Vengo <strong>de</strong> ver al Señor Hostos y él mismo me ha confirmado<br />

tal disposición. Se va porque hace más <strong>de</strong> un año que no recibe sueldo; y ese es el único<br />

recurso con que cuenta parar subvenir al sustento <strong>de</strong> su familia”.<br />

Y en arrogante tono imperativo, incivilidad <strong>de</strong> mis cortos años que impulsaron mis<br />

angustiosas ansieda<strong>de</strong>s, agregué:<br />

603

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!