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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

relación con la República Dominicana –personal ingeniatura <strong>de</strong> ese imperialista mandatario<br />

ejecutivo–; y que a la sombra <strong>de</strong> su recién implantada diplomacia <strong>de</strong>l dólar se arrogaba la<br />

arbitraria potestad <strong>de</strong> intervenir en el país con el <strong>de</strong>signio manifiesto <strong>de</strong> imponernos el control<br />

<strong>de</strong> las finanzas nacionales, apremiaba <strong>de</strong> continuo el arreglo <strong>de</strong> todas las reclamaciones<br />

pendientes, <strong>de</strong> súbditos americanos, y, <strong>de</strong> manera especial, la solución <strong>de</strong> los problemas<br />

existentes con la Improvement y sus asociadas.<br />

El gobierno <strong>de</strong> los Estados Unidos <strong>de</strong> América estaba empeñado en esa solución como<br />

paso preliminar <strong>de</strong>l preconcebido avance en la práctica efectiva <strong>de</strong> su exacerbada política<br />

<strong>de</strong> hegemónica penetración; y el régimen <strong>de</strong> facto que a consecuencia <strong>de</strong> un movimiento<br />

armado <strong>de</strong>tentaba el po<strong>de</strong>r político, no estaba menos empeñado en semejante <strong>de</strong>senlace como<br />

medio calculado <strong>de</strong> afianzar ese po<strong>de</strong>r, resultado improbable, entonces, sin el beneplácito<br />

y respaldo <strong>de</strong> la influencia americana.<br />

Contra la concertación <strong>de</strong> una rápida avenencia mediaba, empero, un escollo <strong>de</strong> procedimiento.<br />

Movidos por los malos consejos <strong>de</strong> la pasión y <strong>de</strong> los egoístas intereses <strong>de</strong> la<br />

propia ban<strong>de</strong>ría política, los hombres que entonces manejaban los negocios públicos eran<br />

los mismos que un año antes le habían hecho la guerra sin cuartel, y que, con su mayoría<br />

legislativa, habían rechazado el contrato intervenido en marzo <strong>de</strong> 1901 entre el Dr. Francisco<br />

Henríquez y Carvajal –actuando en representación <strong>de</strong>l interés dominicano– y los representantes<br />

<strong>de</strong> los precitados intereses americanos.<br />

El previo examen y el consiguiente <strong>de</strong>bate <strong>de</strong> las cuentas <strong>de</strong> la Improvement y sus asociadas<br />

no se compa<strong>de</strong>cía ni amoldaba a las imperiosas urgencias <strong>de</strong>l gobierno americano<br />

y a la a<strong>de</strong>cuada complacencia <strong>de</strong>l gobierno dominicano. El énfasis mayor que los hombres<br />

en el po<strong>de</strong>r emplearon para combatir y <strong>de</strong>rrocar el magnífico contrato concertado por el<br />

antiguo ministro Henríquez y Carvajal, había recaído en el hecho <strong>de</strong> que dicho instrumento<br />

no consagraba la obligación <strong>de</strong> una previa rendición <strong>de</strong> cuentas.<br />

Esa rendición resultaba, ahora, incompatible con las apremiantes circunstancias. ¿Cómo<br />

resolver, pues, ese problema? ¿Es <strong>de</strong>cir, el problema creado por el apremio americano?<br />

<br />

Cuando Mr. Abbott regresó al bufete <strong>de</strong> abogados Peynado y Henríquez, ya celebrada<br />

la entrevista con el Ministro <strong>de</strong> Hacienda, si proferir palabra se tendió cuan largo era en un<br />

diván <strong>de</strong> negro cuero que halló junto a la puerta, y, allí tirado, aprisionó la frente entre sus<br />

manos cual si tratara <strong>de</strong> arrancarle algún pensamiento que su aparente ansiedad buscaba<br />

aprisionar.<br />

En ese momento mi padre salía <strong>de</strong> su <strong>de</strong>spacho; y al encontrar en tal postura a Mr. Abbott,<br />

sospechando algún disgusto le inquirió:<br />

—”¿Qué le pasa, Mr. Abbott? ¿Le ha ocasionado algún disgusto su entrevista con Don<br />

Emiliano?”.<br />

—”No… No es eso, Don Enrique”.<br />

Cobró aliento Mr. Abbott y luego explicó.<br />

—”Ha sucedido algo sorpren<strong>de</strong>nte, Don Enrique… Don Emiliano me ha propuesto<br />

concertar un entendido <strong>de</strong>finitivo a ojo <strong>de</strong> buen cubero”.<br />

El caso era realmente sorpren<strong>de</strong>nte. Sorpren<strong>de</strong>nte y a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>sconcertante. Mr. Abbott<br />

lo expuso en términos sucintos, al reproducir el diálogo que entre Don Emiliano y él había<br />

acontecido un rato antes.<br />

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