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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

Pero con creciente indignación <strong>de</strong>sacreditó el infundio que pretendía atribuirle la<br />

infi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> haber pedido auxilios políticos al gobierno <strong>de</strong> los Estados Unidos <strong>de</strong> América.<br />

En otra forma muy distinta –cabe objetar– habrían <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir su conducta oficial recientes<br />

actuaciones. Tales como, por ejemplo, la oportuna <strong>de</strong>nuncia <strong>de</strong>l benévolo Tratado Domínico-<br />

Americano <strong>de</strong> 1867; la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> neutralidad estricta respecto <strong>de</strong>l conflicto bélico lidiado<br />

poco antes entre los Estados Unidos <strong>de</strong> América y España; y en ocasión <strong>de</strong> esa contienda<br />

su negación a validar <strong>de</strong> hecho el ya caduco instrumento antes mencionado. Aún podría<br />

exhibir otros antece<strong>de</strong>ntes inmediatos que podían corroborar su celo patriótico, tales como<br />

la tajante respuesta que le dio a la nota que el Departamento <strong>de</strong> Estado tramitó a través <strong>de</strong>l<br />

Cónsul Grimké el 9 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1898 –seminal sin duda <strong>de</strong> imprevisibles consecuencias<br />

<strong>de</strong> expansión imperialista–; y hasta la morosidad retardativa <strong>de</strong>l actual arreglo <strong>de</strong> la añaja<br />

controversia fronteriza con Haití 1 .<br />

<br />

Enrique Henríquez rechazó con análoga energía la especie calumniosa que pretendió<br />

situarlo “en el caso inverosímil” <strong>de</strong> un funcionario tan <strong>de</strong>saprensivo <strong>de</strong> sus patrióticas obligaciones,<br />

que realmente hubiese “recurrido al favor <strong>de</strong> las armas americanas” para asegurar<br />

la estabilidad <strong>de</strong>l gobierno, <strong>de</strong>l Vicepresi<strong>de</strong>nte Figuereo, que a la muerte <strong>de</strong> Heureaux lo<br />

sucedió en la función <strong>de</strong> gobernar el país. Los citados antece<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>sacreditaban, <strong>de</strong> por<br />

sí, la veracidad <strong>de</strong> semejante especie calumniosa.<br />

Bien seguro <strong>de</strong> sí mismo y orgulloso <strong>de</strong> la limpi<strong>de</strong>z moral y patriótica <strong>de</strong> su conducta<br />

oficial, en rasgo <strong>de</strong> personal hombría el difamado Ministro expresó a continuación que, aún<br />

cuando “sincera y resueltemente” apartado <strong>de</strong> “la política activa” (abstención que mantuvo<br />

durante el resto <strong>de</strong> su larga vida) se había quedado en el país para “respon<strong>de</strong>r” <strong>de</strong> sus “actos<br />

oficiales como ciudadano sumiso al imperio <strong>de</strong> la ley”, y, asimismo, para “respon<strong>de</strong>r” <strong>de</strong> sus<br />

“actos personales como hombre” 2 .<br />

<br />

Cuando Sebastián Emilio Valver<strong>de</strong> –orgullo <strong>de</strong> Santiago <strong>de</strong> los Caballeros por su hombría<br />

<strong>de</strong> bien– leyó el artículo acusatorio <strong>de</strong> Don Mariano, se indignó. Confiado en la integridad<br />

patriótica <strong>de</strong> su antiguo colega en el gabinete <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Heureaux, Don Chanito le<br />

anticipó a sus amista<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Santiago que la contestación <strong>de</strong>l aludido no se haría esperar y<br />

pondría las cosas en su justo lugar; y, según rezan sus revelaciones epistolares, tan presto<br />

topó en el Listín Diario con ello, respaldó sus palabras con la exhibición <strong>de</strong> las actitu<strong>de</strong>s<br />

relatadas en ese periódico por el interesado.<br />

1 Esta aseveración resulta incomprensible para quienes no están en autos <strong>de</strong> los esfuerzos <strong>de</strong>l gobierno americano<br />

por obtener <strong>de</strong> Heureaux, directamente, el acuerdo necesario a la impetrada enajenación <strong>de</strong> la Bahía <strong>de</strong> Samaná. En los<br />

comienzos <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1898 el agente confi<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong>l gobierno americano que gestionaba la cesión <strong>de</strong> Samaná, ante la<br />

renuencia <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte le hizo saber a éste que “no valdría posponer ni entretener. Sé que los Estados Unidos están<br />

dispuestos a arreglar pronto esta cuestión; y si por cualquier razón el General Heureaux dilata en <strong>de</strong>cir que “sí”, ellos<br />

interpretarán que dice “no” y se dirigirán a otra parte” (¿los revolucionarios dominicanos, el gobierno haitiano o ambos?)<br />

“en solicitud <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>sean, cueste lo que cueste”. Carta <strong>de</strong>l Vicepresi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Improvement, C. W. Wells.<br />

La actitud <strong>de</strong> Heureaux se <strong>de</strong>duce <strong>de</strong> los acontecimientos subsiguientes. El 2 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong>sembarcó en Montecristi,<br />

proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l puerto americano <strong>de</strong> Mobile, la expedición <strong>de</strong>l Fanita.<br />

Las revoluciones que llegaban por mar estaban expuestas al fracaso; y predispuestas al triunfo las que entraban<br />

por la frontera. Heureaux siempre cuidó <strong>de</strong> cerrar esa puerta. Él sabía que mientras el gobierno haitiano creyera en la<br />

posibilidad <strong>de</strong> un buen arreglo <strong>de</strong>l litigio fronterizo, los americanos no podrían sobornar a ningún régimen haitiano.<br />

Su táctica consistía pues en simular disposición al arreglo <strong>de</strong>finitivo sin jamás llegar a concertarlo.<br />

2 Henríquez, ut supra.<br />

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