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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES<br />

Silenciosos hicieron el regreso, al navío <strong>de</strong> guerra que en la bahía les servía <strong>de</strong> hospedaje,<br />

el Presi<strong>de</strong>nte y su Ministro.<br />

—”Presi<strong>de</strong>nte” –exclamó el Canciller al pisar la cubierta <strong>de</strong>l armado crucero–, “le anticipo<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahora que me reservo sus avenencias en el Consejo <strong>de</strong> Gobierno” 1 .<br />

¿Avenencias? El Canciller no había captado la simulación <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte. Su objetivo<br />

no era en realidad obtemperar con la ambición <strong>de</strong> los haitianos sino evitar toda posibilidad<br />

<strong>de</strong> que, <strong>de</strong>slumbrados por la ilusión <strong>de</strong> granjear las suspiradas ventajas territoriales, fueran<br />

inmunes a toda tentación americana que les ganara a los agentes <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> los Estados<br />

Unidos la anuencia necesaria para introducir a través <strong>de</strong> la frontera la revolución proyectada<br />

con el fin <strong>de</strong> <strong>de</strong>rrocar a Heureaux; al mismo <strong>de</strong>safecto dictador que durante toda una década<br />

había venido <strong>de</strong>fraudando, a veces con franca negativa y otra con subterfugios o sofismas<br />

maliciosos, el pretendido arrendamiento <strong>de</strong> la Bahía <strong>de</strong> Samaná.<br />

Para que esa comedia cobrara visos <strong>de</strong> patética realidad, era indispensable que el<br />

Canciller ignorase la simulación, Heureaux estaba seguro <strong>de</strong> la reacción <strong>de</strong> su Ministro; y<br />

confiado en los efectos <strong>de</strong> esa reacción esperaba producir el resultado por él preconcebido.<br />

Tal y como aconteció.<br />

Al Presi<strong>de</strong>nte Heureaux, por tanto, no le mortificó la rebeldía <strong>de</strong> su Ministro. Pero<br />

<strong>de</strong>saprobó la indiscreción. A pocos pasos <strong>de</strong> distancia conversaban Fabio Fiallo y Armando<br />

Pellerano Castro, quienes oyendo el <strong>de</strong>sahogo <strong>de</strong>l Ministro Henríquez podían enterarse <strong>de</strong> lo<br />

que era impropio que supieran. La reconvención <strong>de</strong> Heureaux fue comedida y elocuente. Le<br />

echó el brazo a su Ministro, lo atrajo hasta él y junto al oído le dijo en voz baja: —”Ministro,<br />

esas cosas se hacen, pero no se dicen” 2 .<br />

<br />

Emiliano Tejera, el insigne dominicano a quien Heureaux había investido <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>res<br />

<strong>de</strong>l caso para representar el interés dominicano ante su Santidad el Papa León XIII,<br />

anteriormente <strong>de</strong>signado árbitro por las partes litigantes en todo lo atinente a la solución<br />

<strong>de</strong>l problema fronterizo, no estaba muy seguro –<strong>de</strong>bido a sus escatimosas maniobras– <strong>de</strong><br />

la integridad patriótica <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Heureaux. A causa <strong>de</strong> esa <strong>de</strong>sconfianza <strong>de</strong>l tirano,<br />

Tejera se había incapacitado para interpretar en su exacto sentido, <strong>de</strong> recónditas intenciones,<br />

las maliciosas tácticas <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Heureaux.<br />

Al retornar el Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l muelle Saint Nicolás, se presento Don Emiliano en Palacio.<br />

Heureaux lo recibió a temprana hora <strong>de</strong> la mañana en el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l Ministro <strong>de</strong> Relaciones<br />

Exteriores, y esas circunstancia le permitió al Oficial Mayor <strong>de</strong> ese ministerio enterarse, a<br />

discreta distancia, <strong>de</strong> la conversación sostenida por ambos personajes.<br />

Don Emiliano se quejaba, insistentemente, <strong>de</strong> que no se le hubiese familiarizado previamente<br />

con los pormenorizados objetivos <strong>de</strong> la entrevista realizada en el Môle St. Nicolas<br />

ni consultado su opinión acerca <strong>de</strong> tan <strong>de</strong>licado asunto. Heureaux escuchó con su habitual<br />

paciencia y cortés atención el largo y quejumbroso discurso <strong>de</strong> Don Emiliano; y, finalmente,<br />

le dijo con tajante y verídica explicación:<br />

—”Don Emiliano, yo no puedo valerme <strong>de</strong> usted para engañar a los haitianos. Eso tengo<br />

que hacerlo yo”.<br />

1 Versión <strong>de</strong> Enrique Henríquez.<br />

2 Versión <strong>de</strong> Armando Pellerano Castro, Oficial Mayor <strong>de</strong>l Ministerio <strong>de</strong> Relaciones Exteriores.<br />

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