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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES “Respecto de la información inmediata del día 2 de este mes, relativa a la propuesta del Presidente de Haití” 1 . Su Majestad “insinuó que no caía en ése lazo; que no quería enemistarse con los Estados Unidos” 2 . Viéndose arredilado entre la espada y la pared por los insistentes asedios de la militante diplomacia del gobierno de los Estados Unidos de América (cuya dilemática alternativa consistía en la cesión de Samaná o su derrocamiento), y probablemente movido en su acción por los acuciamientos de sórdida pasión vindicativa, el Presidente Heureaux buscó la solución de su dramático problema en la asociación defensiva con una gran potencia. La reciente expedición del Fanita, patrocinada detrás de bambalinas por agentes confidenciales del gobierno americano, le habían patentizado al Presidente hasta qué extremos era capaz de desbordarse la animadversión de ese gobierno contra él. En vista de la manifiesta pujanza del Imperio Alemán y en consideración de los arrogantes pronunciamientos de las autoridades imperiales y de la opinión pública de ese país, Heureaux decidió trabar defensiva asociación, de preferencia, con el gobierno alemán. No le faltaban, en verdad, motivos estimulantes que lo indujeran a creer en las supuestas afinidades prospectivas de ambas naciones. La recrudecida tendencia expansionista de los Estados Unidos para esa época no gozaba de simpatías en ninguna de las grandes potencias. Aunque la política exterior de Francia era cauta y moderada, los políticos y los publicistas de esta potencia latina no dejaron de sumarse, de tiempo en tiempo, a la crítica que en las naciones rivales suscitaba la renovada política imperialista de los Estados Unidos de América. La actitud dictatorial asumida simultáneamente por el Presidente Cleveland y por su Secretario de Estado Richard Olney frente a Gran Bretaña, en la provocada controversia respecto de los límites territoriales de la Guayana Británica, desataron en Francia acervos comentarios. En esa crítica ocasión la Doctrina Monroe fue calificada de simple “pronunciamiento ex cathedra”. La nota en que el Secretario Olney sustentó la pretensión envuelta en el aserto expresivo de que los Estados Unidos de América eran “prácticamente soberanos en este continente” 3 . y de que su orden era ley, dio lugar a que en Francia se alegara que la interpretación que Olney le confería al dogma monroísta suprimía “la ley de las naciones” 4 . La actitud del Presidente Cleveland en el asunto debatido fue tildada, en consecuencia, de “altanera y agresiva” 5 . La prensa diaria no se mostró menos sensitiva. En opinión del periódico Temps parecía haber llegado el momento pertinente para que “los gabinetes de las potencias” europeas “examinaran, serenamente y exentos de la influencia de cualquiera presión exterior, hasta qué punto permitirían ellos que se sentara un precedente que después les podría ser opuesto” 6 . 1Metternish, más familiarizado con Haití que con la República Dominicana o por haberse canalizado el asunto a través del Ministro alemán con sede ordinaria en Port-au-Prince, confundió a Ulises Heureaux con Agustin Simon-Sam. 2Die Grosse Politick, ut supra. 3Revue Géneral de Droit International Public III, 151. 4Ibid, 152. 5Ibid, III, 251. 6Literary Digest, 244. 582

ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES No fue menos enérgico en su reacción el mismo Presidente de la República Francesa. “¿Quién pondrá su confianza” –le preguntó Raymond Poincaré al Embajador alemán– “en un país donde el más alto ejecutivo”, movido por “una belicosa disposición de ánimo o bien con propósitos electorales”, se mostraba dispuesto a hundir la propia nación en una guerra devastadora?” 1 . En alemania el temperamento oficial y público era más candente todavía. Aún cuando retirado ya de toda activa función oficial, el organizador del Imperio, Príncipe Von Bismarck, mantenía sensible influencia en el pensamiento político de su país; y en 1897, lo mismo que en 1896, este famoso personaje hizo declaraciones deprimentes para la política americana. En desahogo irreverente contra la supuesta majestad de la Doctrina Monroe, las censuras de Bismarck redundaron en el exabrupto de motejarla como “extraordinaria pieza de insolencia” 2 . En entrevista concedida a Wolf von Schierbrand en 1898, Bismarck renovó sus ataques despectivos contra la Doctrina Monroe diciendo que era un “insolente dogma jamás sancionado por ninguna potencia europea” 3 ; y volviendo sus acerados dardos contra la reciente guerra en que España perdió los residuos de su secular imperio –donde en los días de su esplendor el sol no se ponía–, contienda que John Hay describió con desatado júbilo como una “espléndida guerrita” 4 . El antiguo Canciller alemán repudió esa acción marcial tildándola de “indefensible” 5 . Para el momento en que se produjo la invitación convencional del Presidente Heureaux abundaban signos indicativos de que las relaciones entre el Imperio alemán y los Estados Unidos de América no se distinguían entonces, precisamente, por la mansa placidez de un cordial entendimiento. Los altivos pronunciamientos diplomáticos del Secretario Olney en 1895 y los del Presidente Cleveland en 1896, promulgando la absoluta supremacía de los Estados Unidos de América en este lado del Atlántico, sumados a las enconadas rivalidades emergentes del enredo de Samoa 6 habían suscitado reacciones de ostensible irritación en el Imperio Alemán. Las expresiones de algunas personas influyentes en la determinación de la política exterior de la nación y de personas igualmente influyentes en la orientación de la opinión pública, traslucieron la tirantez entonces imperante. A fines de 1896 el navalista Ernst Von Halle sugirió la conveniencia de que fuese formulada “una auténtica interpretación del punto de vista de los gabinetes europeos respecto de la forma en que estaban dispuestos a aceptar la Doctrina Monroe como principio reconocido de la Ley de las Naciones”. Acentuando su intención von Halle adicionó al expuesto criterio la necesidad de precisar colectivamente que “hay un límite más allá del cual los protagonistas del Pan-Americanismo tendrían que confrontar la intervención del Pan-Europeísmo” 7 . 1Die Grosse Politik, 243. 2Alfred Vagts, Dutschland und die Vereinigten staaten in der Welpolitik, II, 1705. 3Wolf von Schierbrand, Germany, The Welding of a World Power, 352. 4Dexter Perkins, Hands Off, 193. 5Von Schierbrand, ut supra. 6Vide W.F. Johnson, America’s Foreign Relations, II, 158. 7Ibid, 187. 583

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

“Respecto <strong>de</strong> la información inmediata <strong>de</strong>l día 2 <strong>de</strong> este mes, relativa a la propuesta <strong>de</strong>l<br />

Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> Haití” 1 . Su Majestad “insinuó que no caía en ése lazo; que no quería enemistarse<br />

con los Estados Unidos” 2 .<br />

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Viéndose arredilado entre la espada y la pared por los insistentes asedios <strong>de</strong> la<br />

militante diplomacia <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> los Estados Unidos <strong>de</strong> América (cuya dilemática<br />

alternativa consistía en la cesión <strong>de</strong> Samaná o su <strong>de</strong>rrocamiento), y probablemente<br />

movido en su acción por los acuciamientos <strong>de</strong> sórdida pasión vindicativa, el Presi<strong>de</strong>nte<br />

Heureaux buscó la solución <strong>de</strong> su dramático problema en la asociación <strong>de</strong>fensiva con<br />

una gran potencia.<br />

La reciente expedición <strong>de</strong>l Fanita, patrocinada <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> bambalinas por agentes confi<strong>de</strong>nciales<br />

<strong>de</strong>l gobierno americano, le habían patentizado al Presi<strong>de</strong>nte hasta qué extremos<br />

era capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>sbordarse la animadversión <strong>de</strong> ese gobierno contra él.<br />

En vista <strong>de</strong> la manifiesta pujanza <strong>de</strong>l Imperio Alemán y en consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> los arrogantes<br />

pronunciamientos <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s imperiales y <strong>de</strong> la opinión pública <strong>de</strong> ese país,<br />

Heureaux <strong>de</strong>cidió trabar <strong>de</strong>fensiva asociación, <strong>de</strong> preferencia, con el gobierno alemán.<br />

No le faltaban, en verdad, motivos estimulantes que lo indujeran a creer en las supuestas<br />

afinida<strong>de</strong>s prospectivas <strong>de</strong> ambas naciones.<br />

La recru<strong>de</strong>cida ten<strong>de</strong>ncia expansionista <strong>de</strong> los Estados Unidos para esa época no gozaba<br />

<strong>de</strong> simpatías en ninguna <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s potencias. Aunque la política exterior <strong>de</strong> Francia<br />

era cauta y mo<strong>de</strong>rada, los políticos y los publicistas <strong>de</strong> esta potencia latina no <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong><br />

sumarse, <strong>de</strong> tiempo en tiempo, a la crítica que en las naciones rivales suscitaba la renovada<br />

política imperialista <strong>de</strong> los Estados Unidos <strong>de</strong> América. La actitud dictatorial asumida<br />

simultáneamente por el Presi<strong>de</strong>nte Cleveland y por su Secretario <strong>de</strong> Estado Richard Olney<br />

frente a Gran Bretaña, en la provocada controversia respecto <strong>de</strong> los límites territoriales <strong>de</strong><br />

la Guayana Británica, <strong>de</strong>sataron en Francia acervos comentarios.<br />

En esa crítica ocasión la Doctrina Monroe fue calificada <strong>de</strong> simple “pronunciamiento<br />

ex cathedra”. La nota en que el Secretario Olney sustentó la pretensión envuelta en el aserto<br />

expresivo <strong>de</strong> que los Estados Unidos <strong>de</strong> América eran “prácticamente soberanos en este<br />

continente” 3 . y <strong>de</strong> que su or<strong>de</strong>n era ley, dio lugar a que en Francia se alegara que la interpretación<br />

que Olney le confería al dogma monroísta suprimía “la ley <strong>de</strong> las naciones” 4 . La<br />

actitud <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Cleveland en el asunto <strong>de</strong>batido fue tildada, en consecuencia, <strong>de</strong><br />

“altanera y agresiva” 5 .<br />

La prensa diaria no se mostró menos sensitiva. En opinión <strong>de</strong>l periódico Temps<br />

parecía haber llegado el momento pertinente para que “los gabinetes <strong>de</strong> las potencias” europeas<br />

“examinaran, serenamente y exentos <strong>de</strong> la influencia <strong>de</strong> cualquiera presión exterior,<br />

hasta qué punto permitirían ellos que se sentara un prece<strong>de</strong>nte que <strong>de</strong>spués les podría ser<br />

opuesto” 6 .<br />

1Metternish, más familiarizado con Haití que con la República Dominicana o por haberse canalizado el asunto a través<br />

<strong>de</strong>l Ministro alemán con se<strong>de</strong> ordinaria en Port-au-Prince, confundió a Ulises Heureaux con Agustin Simon-Sam.<br />

2Die Grosse Politick, ut supra.<br />

3Revue Géneral <strong>de</strong> Droit International Public III, 151.<br />

4Ibid, 152.<br />

5Ibid, III, 251.<br />

6Literary Digest, 244.<br />

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