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23.04.2013 Views

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES El texto final de la configurada respuesta expresó la siguiente declaración formal: “En contestación a su atento despacho de fecha de ayer, cúmpleme decir a V. S. que mi gobierno se halla formalmente apercibido a observar las reglas de neutralidad estricta preceptuadas por el Derecho de Gentes; y no tolerará que su territorio sea usado como base de operaciones por ninguna nación” 1 . Tramitada sin demora, al recibirse en Washington la consabida nota causó sorpresa y desagrado. Sobre todo decepción. Las apariencias dejaron ver que no era esa la conducta que confiadamente se esperaba del gobierno dominicano. No faltaron evidencias, que los hechos subsiguientes parecían reafirmar, de que algo concertado previamente se había trastornado. La retractación del Presidente Heureaux dio margen a íntimos comentarios en el seno de la familia ministerial. Se colegía, a sabiendas o por deducción, que el Cónsul Grimké le había hecho al Presidente Heureaux secreta religión en el sentido de que si el gobierno de los Estados Unidos de América indagaba la disposición del gobierno dominicano a impedir que fuerzas navales de España se apoderasen de puntos estratégicos del litoral de la República Dominicana para los fines de la guerra, y la respuesta indicaba incapacidad de las autoridades dominicanas en cuanto a su deber de evitar semejante violación a su neutralidad, las autoridades americanas le proveerían los armamentos necesarios para ponerse en condiciones de sostener eficazmente la declarada posición neutral de la República Dominicana frente a las incidencias del conflicto debatido. Lo cierto es que circunstancias enteramente ajenas a su deliberación y control destruyeron la carrera consular de Grimké (quizás también su probable carrera diplomática) precisamente en el mismo momento en que, de haber tenido el éxito esperado, su habilidad habría ganado magnífico apogeo profesional. Grimké, inversamente, fue despojado de su función consular. Desde su sede habitual de Port-au-Prince, en fecha 22 de junio el Ministro Powell le cablegrafió al Ministro Henríquez solicitando del gobierno dominicano el reconocimiento provisional de Campbel G. Maxwell en calidad de Cónsul General mientras tras él llegarían sus cartas credenciales. Cinco días después Grimké le comunicó al Ministro de Relaciones Exteriores que hallándose en vías de regresar a su país, requería, a ese fin, la expedición del “acostumbrado pasaporte”; y al mismo tiempo le pidió “aceptar” su “alto aprecio y gratitud por las uniformes cortesía y bondad” de que había sido objeto de parte del destinatario durante su residencia “en esta ciudad” 2 . La respuesta del Ministro Henríquez fue cortés y amable; pero no podía ser reparadora. El 30 del mismo precitado mes de junio el Canciller Dominicano expidió en coyuntura que esa expedición le suministró, no sólo le manifestó la pena que su despedida le causaba, sino que también le expresó “los más sinceros votos” por su “feliz éxito en la carrera consular” 3 . Pero los buenos deseos del Canciller dominicano no se vieron coronados por los hechos de una enaltecedora realidad profesional. Contra el supuesto esplendor de esa carrera conspiraron 1 Enrique Henríquez a Archibald H. Grimké, junio 10 de 1898. Libro Copiador B., núm. 12 del Ministerio de Relaciones Exteriores, 1895-1899. 2 A.H. Grimké a Enrique Henríquez, junio 27, 1898. Legajo del Ministerio de Relaciones Exteriores, 1898. 3 Enrique Henríquez a Archibal H. Grimké, junio 30 de 1898. Libro Copiador B. núm. 12 Ministerio de Relaciones Exteriores, 1895-1898. 578

ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES los enredos del destino adverso. Según los datos conocidos, Grimké jamás volvió a figurar en servicio público del gobierno de los Estados Unidos de América. ¿Acaso fue, sin voluntaria culpa, sancionado? Cerca de tres años más tarde John Bassett Moore y Enrique Henríquez se conocieron en New York. Al incoarse las negociaciones de los directores de la Improvement Company con el delegado del gobierno dominicano, Dr. Francisco Henríquez y Carvajal –en el común propósito de solucionar definitivamente la situación conflictiva creada por los opuestos intereses del Estado Dominicano y de las acreencias de esa compañía americana y sus aliadas– allí se hallaban John Bassett Moore y Enrique Henríquez. El primero en su calidad de asesor americano y el segundo en la de asesor dominicano de la Improvement. Cuando en la primera sesión –celebrada en el Fifth Avenue Hotel a principios de Febrero de 1901– el Vice-Presidente de esta empresa americana los hizo amigos, Bassett Moore recordó que su colega dominicano era Ministro de Relaciones Exteriores, en el Gobierno del Presidente Heureaux, y él Sub-Secretario de Estado en el gobierno del Presidente McKinley, al estallar la guerra de los Estados Unidos de América, que seguía reteniendo entre las suyas, con desplegada sonrisa y buen humor sajón le confesó: —”Entonces yo traté de echarle una zancadilla, señor Henríquez; pero usted no me dejó que se la echara”. Entre la espada y la pared Al mismo tiempo que los representantes diplomáticos de la República Dominicana y de la República de Haití firmaban en la ciudad de Santo Domingo la Convención del 18 de Agosto de 1898 1 , el Presidente Heureaux requirió la presencia en el país –sugerente coincidencia– del Ministro Residente del Imperio Alemán, quien tenía su sede ordinaria establecida en Port-au-Prince. Hay evidencias reveladoras de que el Ministro Michahelles, acaso seducido por la perspectiva de asegurarle a la propia nación germana la incitante perspectiva de las ventajas económicas y del estratégico punto de apoyo territorial que a través de su gestión le ofreció el Presidente Heureaux al gobierno alemán, a cambio de que dicha nación protegiera la integridad política y territorial de la República Dominicana contra las presiones expansivas del gobierno de los Estados Unidos de América, se apresuró a darle a su gobierno comunicación de ese asunto. Antes de finalizar el cursante mes de agosto ya el Canciller Alemán había sido informado por el Ministro Michahelles de la proposición formulada por el Presidente Heureaux, según lo trasluce el hecho de que el día 30 del referido mes el Ministro de Estado de Relaciones Exteriores, Príncipe Bernhard von Bülow, le transmitió al Embajador alemán acreditado en Washington –usando al efecto la urgente vía cablegráfica– el mensaje secreto que a continuación se transcribe. “El Ministro Imperial residente en Haití telegrafía: Por temor a los americanos el Presidente de la República Dominicana 2 desea que una potencia europea, de preferencia 1 Esa coincidencia es de suma importancia por la relación de un asunto con otro. 2 Ulises Heureaux. 579

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

El texto final <strong>de</strong> la configurada respuesta expresó la siguiente <strong>de</strong>claración formal:<br />

“En contestación a su atento <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> fecha <strong>de</strong> ayer, cúmpleme <strong>de</strong>cir a V. S. que<br />

mi gobierno se halla formalmente apercibido a observar las reglas <strong>de</strong> neutralidad estricta<br />

preceptuadas por el Derecho <strong>de</strong> Gentes; y no tolerará que su territorio sea usado como base<br />

<strong>de</strong> operaciones por ninguna nación” 1 .<br />

Tramitada sin <strong>de</strong>mora, al recibirse en Washington la consabida nota causó sorpresa y<br />

<strong>de</strong>sagrado. Sobre todo <strong>de</strong>cepción. Las apariencias <strong>de</strong>jaron ver que no era esa la conducta que<br />

confiadamente se esperaba <strong>de</strong>l gobierno dominicano. No faltaron evi<strong>de</strong>ncias, que los hechos<br />

subsiguientes parecían reafirmar, <strong>de</strong> que algo concertado previamente se había trastornado.<br />

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La retractación <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Heureaux dio margen a íntimos comentarios en el seno<br />

<strong>de</strong> la familia ministerial. Se colegía, a sabiendas o por <strong>de</strong>ducción, que el Cónsul Grimké le<br />

había hecho al Presi<strong>de</strong>nte Heureaux secreta religión en el sentido <strong>de</strong> que si el gobierno <strong>de</strong> los<br />

Estados Unidos <strong>de</strong> América indagaba la disposición <strong>de</strong>l gobierno dominicano a impedir que<br />

fuerzas navales <strong>de</strong> España se apo<strong>de</strong>rasen <strong>de</strong> puntos estratégicos <strong>de</strong>l litoral <strong>de</strong> la República<br />

Dominicana para los fines <strong>de</strong> la guerra, y la respuesta indicaba incapacidad <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s<br />

dominicanas en cuanto a su <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> evitar semejante violación a su neutralidad, las<br />

autorida<strong>de</strong>s americanas le proveerían los armamentos necesarios para ponerse en condiciones<br />

<strong>de</strong> sostener eficazmente la <strong>de</strong>clarada posición neutral <strong>de</strong> la República Dominicana frente a<br />

las inci<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>l conflicto <strong>de</strong>batido.<br />

Lo cierto es que circunstancias enteramente ajenas a su <strong>de</strong>liberación y control <strong>de</strong>struyeron<br />

la carrera consular <strong>de</strong> Grimké (quizás también su probable carrera diplomática) precisamente<br />

en el mismo momento en que, <strong>de</strong> haber tenido el éxito esperado, su habilidad habría ganado<br />

magnífico apogeo profesional.<br />

Grimké, inversamente, fue <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> su función consular. Des<strong>de</strong> su se<strong>de</strong> habitual <strong>de</strong><br />

Port-au-Prince, en fecha 22 <strong>de</strong> junio el Ministro Powell le cablegrafió al Ministro Henríquez<br />

solicitando <strong>de</strong>l gobierno dominicano el reconocimiento provisional <strong>de</strong> Campbel G. Maxwell<br />

en calidad <strong>de</strong> Cónsul General mientras tras él llegarían sus cartas cre<strong>de</strong>nciales.<br />

Cinco días <strong>de</strong>spués Grimké le comunicó al Ministro <strong>de</strong> Relaciones Exteriores que hallándose<br />

en vías <strong>de</strong> regresar a su país, requería, a ese fin, la expedición <strong>de</strong>l “acostumbrado<br />

pasaporte”; y al mismo tiempo le pidió “aceptar” su “alto aprecio y gratitud por las uniformes<br />

cortesía y bondad” <strong>de</strong> que había sido objeto <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stinatario durante su resi<strong>de</strong>ncia<br />

“en esta ciudad” 2 .<br />

La respuesta <strong>de</strong>l Ministro Henríquez fue cortés y amable; pero no podía ser reparadora.<br />

El 30 <strong>de</strong>l mismo precitado mes <strong>de</strong> junio el Canciller Dominicano expidió en coyuntura que esa<br />

expedición le suministró, no sólo le manifestó la pena que su <strong>de</strong>spedida le causaba, sino que<br />

también le expresó “los más sinceros votos” por su “feliz éxito en la carrera consular” 3 . Pero<br />

los buenos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong>l Canciller dominicano no se vieron coronados por los hechos <strong>de</strong> una<br />

enaltecedora realidad profesional. Contra el supuesto esplendor <strong>de</strong> esa carrera conspiraron<br />

1 Enrique Henríquez a Archibald H. Grimké, junio 10 <strong>de</strong> 1898. Libro Copiador B., núm. 12 <strong>de</strong>l Ministerio <strong>de</strong><br />

Relaciones Exteriores, 1895-1899.<br />

2 A.H. Grimké a Enrique Henríquez, junio 27, 1898.<br />

Legajo <strong>de</strong>l Ministerio <strong>de</strong> Relaciones Exteriores, 1898.<br />

3 Enrique Henríquez a Archibal H. Grimké, junio 30 <strong>de</strong> 1898. Libro Copiador B. núm. 12 Ministerio <strong>de</strong> Relaciones<br />

Exteriores, 1895-1898.<br />

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