23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

La publicidad que Wells trataba <strong>de</strong> esquivar en razón <strong>de</strong> sus inevitables efectos frustratorios;<br />

era precisamente el calculado <strong>de</strong>senlace que <strong>de</strong>fensivamente buscaba provocar<br />

Heureaux. Lo buscaba, porque mientras para el gobierno americano los resultados <strong>de</strong> la<br />

publicidad eran inevitablemente <strong>de</strong>ceptivos, para el acorralado gobernante dominicano<br />

representaban la más cómoda y expeditiva solución liberatoria.<br />

El sinuoso juego <strong>de</strong> las filtraciones publicitarias era un elusivo ardid que Heureaux conocía<br />

muy bien; un expediente escurridizo que en varias ocasiones había manipulado con eficaz<br />

maestría. Cada vez que la presión <strong>de</strong> los agentes <strong>de</strong>l gobierno americano lo arrinconaba en<br />

callejón sin salida o <strong>de</strong> difícil escapada, el astuto dictador soslayaba la constreñida <strong>de</strong>cisión<br />

recurriendo al recurso favorito <strong>de</strong> las indiscreciones bajo cuerda provocadas.<br />

Usando procedimientos subrepticios, con refinada hipocresía Heureaux hacía difundir la<br />

sensacional noticia <strong>de</strong> las negociaciones enajenativas; y entonces, arguyendo que la oposición<br />

<strong>de</strong> los dominicanos y los temidos recelos <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s potencias europeas –obstáculos que<br />

él sabía magnificar con visos <strong>de</strong> impresionante realidad– entorpecían <strong>de</strong> momento la proyectada<br />

operación, le ganaba tiempo al tiempo con nuevos aplazamientos sin llegar jamás<br />

a la concertación <strong>de</strong>finitiva. La misma táctica empleaba con Haití en cuanto a no llegar a un<br />

arreglo <strong>de</strong>finitivo sin matar la esperanza.<br />

Simulando resentimiento por la indiscreción que soterradamente él mismo había hecho<br />

propalar, Heureaux le echaba la culpa <strong>de</strong>l fracaso <strong>de</strong> la negociación al sensacionalismo <strong>de</strong> la<br />

prensa extranjera, y, <strong>de</strong> manera especial, a la indiscreción <strong>de</strong> los periódicos americanos.<br />

Acaso esperando hallar en la vanidad <strong>de</strong>l tirano un auxiliar efectivo para inducirlo a<br />

congeniar con la realización <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>signios enajenativos, Charles Wells le aseguró al Presi<strong>de</strong>nte<br />

Heureaux que si en vez <strong>de</strong>l recato prometido él prefería recibir “el reconocimiento”<br />

<strong>de</strong>bido “a su posición oficial” o el reconocimiento apropiado “a su carácter personal”, en<br />

Key West “tendría” esas distinciones; y en seductor contraste <strong>de</strong>stacó la evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> que<br />

en La Habana no podría disfrutar esos honores.<br />

Por las razones ya expuestas, la discreción era esencial; y en interés <strong>de</strong> asegurar ese recato,<br />

Wells tuvo la precaución <strong>de</strong> remitir su glosada carta a manos <strong>de</strong>l señor Oppenheimer, quien<br />

recibió <strong>de</strong> Charles Wells y compartes encargo <strong>de</strong> venir al país para hacer personal entrega <strong>de</strong><br />

la misma en manos <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Heureaux. Wells le previno al déspota dominicano que a<br />

través <strong>de</strong> esa carta Oppenheimer estaba enterado <strong>de</strong>l contenido <strong>de</strong>l mensaje epistolar <strong>de</strong> que era<br />

portador; y advertido, asimismo, <strong>de</strong> que “este asunto no se <strong>de</strong>be discutir con nadie”, excepto el<br />

Presi<strong>de</strong>nte, a menos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, que este funcionario ejecutivo “dispusiera otra cosa”.<br />

A más <strong>de</strong> los honores prometidos en Key West, Charles Wells tocó otros resortes <strong>de</strong><br />

supuesta seducción. Le recomendó a Heureaux, como “compañero <strong>de</strong> viaje muy agradable”,<br />

al señor Oppenheimer; y, en previsión <strong>de</strong> que el ofrecimiento <strong>de</strong> esa transitoria asociación<br />

no contuviera suficiente po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> persuasión para inducir al Presi<strong>de</strong>nte a realizar el viaje<br />

encarecido, tratando <strong>de</strong> <strong>de</strong>spertar así la codicia <strong>de</strong>l en<strong>de</strong>udado déspota dominicano intencionalmente<br />

le recomendó al señor Oppenheimer también “como un socio <strong>de</strong> negocios”. ¿Sería<br />

esta recomendación, acaso, la incitante insinuación <strong>de</strong> un opulento soborno? Lo cierto es<br />

que si ese fue el propósito <strong>de</strong> Wells, no logró el objetivo perseguido.<br />

En su impaciente obstinación, Wells <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> discernir o no supo darse cuenta <strong>de</strong> que al<br />

escoger la se<strong>de</strong> <strong>de</strong> La Habana para efectuar allí la propuesta reunión, no obstante las anormales<br />

circunstancias imperantes en la Capital <strong>de</strong> Cuba, la intención <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Heureaux<br />

era –cual en efecto aconteció– eludir toda cita con los referidos agentes confi<strong>de</strong>nciales <strong>de</strong>l<br />

562

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!