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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES designio apaciguante– esa necesidad sólo podría ser satisfecha con justo provecho “para una y otra nación”, y, desde luego, “sin menoscabo de nuestra soberanía 1 . El propósito preventivo de Heureaux, regulado en cierta medida por el designio de evitar peligrosas reacciones de las autoridades americanas, surgió al punto en términos de refinada sutileza. La iniciativa para incoar negociaciones de esa índole podía provenir del gobierno dominicano. Al tenor de las prolaciones de Heureaux, la facultad de “tomar la iniciativa” estaba restringida a la acción de este gobierno, porque sólo al mismo “le correspondía esa espontánea decisión” 2 . Nueve meses después de suspendidas las hostilidades de la guerra contra España y sólo dos meses antes de su trágica muerte, el Presidente Heureaux tomó esa iniciativa, personalmente, el 28 de mayo de 1899. En la mente de Heureaux el vasallaje virtual o contractual estuvo entonces, como siempre, definitivamente descartado; no así la dignidad envuelta en una alianza, entre pares, para mutua defensa y protección de las potencias contrayentes. Escrita “de su puño y letra” –según lo ha revelado la adaptada versión de un agencioso agente del imperialismo americano– el Presidente Heureaux le entregó al Encargado de Negocios de los Estados Unidos de América, en la fecha preindicada, un esbozo de alianza cuya concertación entre la República Dominicana y los Estados Unidos de América sugirió en esa ocasión 3 . No fue del agrado de la Cancillería americana semejante pretensión del dictador dominicano. No sólo, sin duda, por sus efectos reversivos de una larga tradición opuesta a las alianzas 4 . Lo fue, sobre todo, por contrariar los actuales planes expansivos del Presidente McKinley y del Secretario de Estado John Hay. La reacción del Secretario de Estado habla por sí sola. La sugerida alianza resultó tan repulsiva para el orgullo y la vigente tendencia imperialista de las autoridades americanas, que provocó la remontada indignación del Canciller John Hay. Su irritación subió a tales grados de efervescencia, que, según reza la versión del comentado autor americano, impulsó al mencionado Secretario de Estado a darle “una severa reprimenda” al Ministro Americano en Santo Domingo, William F. Powell, “por haberle trasmitido a su gobierno semejante proposición” 5 . Socio de negocios El 11 de enero de 1896, tan sólo un día después de haber sido escrita la predicha carta de Alejandro Woss y Gil recabando del Presidente Heureaux la opinión de éste sobre la propuesta formulada por el señor Stokes, el Vicepresidente de la San Domingo Improvement Company se dirigió al dictador dominicano –a través de su agente Den Tex Bond– en términos harto intrigantes y no menos reveladores. Charles W. Wells empezó su epístola informándole al Presidente Heureaux, por la indicada vía, haber recibido el mensaje cablegráfico mediante cuyos términos el mencionado gobernante le expresó a su comunicante que él prefería la sede de la Habana, en lugar de la 1 Ibid. 2 Ibid. 3 Summer Welles, Naboth’s Vineyard, II, 534. 4 La tradición enemiga de las alianzas internacionales la sentó George Washington en su discurso de despedida (septiembre 17 de 1796), cuando expresó: “Nuestra verdadera política consiste en mantenerse alejados de las alianzas permanentes con cualquiera parte del mundo exterior”. Stuart Gerry Brown, We Hold These Truths, 107. 5 Welles, opus cit., II, 534. 560

ENRIQUE APOLINAR HENRÍQUEZ | REMINISCENCIAS Y EVOCACIONES propuesta sede de Key West, como asiento de la reunión que se le había solicitado celebrar en este puerto americano. Visiblemente contrariado por esa preferencia Charles Wells calificó la predilección de Heureaux como un “grave error”; y cimentó su criterio disidente en la circunstancia de que “los insurrectos cubanos” se hallaban “muy cerca de la Habana”. Esa circunstancia –observó Wells– mantenía “en gran estado de excitación” a la Capital de Cuba; y semejante anormalidad impulsada a las autoridades españolas a espiar “atentamente a toda persona” 1 . Se objetó que la presencia de Heureaux en la Habana habría de ser, sobre todo por razones que eran peculiares a su persona, objeto de sospecha y vigilancia. Confundiendo tal vez al dominicano Máximo Gómez –jefe militar de las fuerzas emancipadoras– con el general cubano José Miguel Gómez, Charles Wells alegó, en oposición al encuentro en La Habana, que “los hermanos” Gómez eran jefes de la revolución”; y, agravando aún más la situación, agregó que “muchos otros generales dominicanos” militaban “con ellos”. Todos los dominicanos –acentuó Wells– estaban “sujetos a sospecha”. No menos lo estaban, en verdad, los ciudadanos americanos, ya que las autoridades españolas les imputaban la connivente responsabilidad de “ayudar a los cubanos”. Basándose en la descrita situación, Wells le arguyó al Presidente Heureaux que le sería “imposible” permanecer “incógnito” en la Habana. Su presencia allí, discurrió, daría motivo a desagradables interpretaciones. Charles Wells temía, en efecto, que el articulado encuentro en la Habana de los representantes del gobierno dominicano con los representantes del gobierno americano produjera “una falsa idea” del propósito que los movía a congregarse allí. Pero su angustia tenía realmente, otros ramales de importancia mucho más delicada. Lo que en realidad acuciaba su desazón era el convencimiento de que “en muy poco tiempo todo sería telegrafiado a los Estados Unidos y a Europa”, indiscreción, ésa, que desde varios puntos de vista habría resultado un incidente deplorable; y, “por supuesto”, desde allí trasmitido “a Santo Domingo”, lo que por sus consecuencias frustratorias hubiera sido un incidente más perjudicial todavía. Por esa causa y otras razones afines era imperativo disistir, a juicio de Wells, de la conflictiva reunión en la Habana. Si el Presidente Heureaux deseaba permanecer “incógnito” en el lugar de la reunión, el sitio más adecuado para lograr esa privacidad –explicó Wells en tono significativamente asertivo– era la propuesta sede de Key West, territorio americano. Desvelando su condición de agente confidencial del gobierno de los Estados Unidos de América, Charles Wells le ofreció a Heureaux inequívocas seguridades de absoluta reserva. “Nosotros” –afirmó– “llevaríamos órdenes a los oficiales de ese puerto” (Key West) “para guardar el secreto”. Los tenaces esfuerzos persuasivos desplegados por Wells, de nada le sirvieron. Quizás él ignoraba ingenuamente o tal vez por conveniencia táctica simulaba desconocer el íntimo fundamento de la negativa obstinación del Presidente Heureaux al contraponer la impracticable sede de la Habana a la apacible, segura y cómoda sede de Key West. ¿Acaso se podría dudar ante las conocidas evidencias, que este empecinamiento era el modo más directo y efectivo de rehuir sin rechazar el apremiado encuentro en el puerto de Key West? 1 C. W. Welles, Vice-Presidente de la San Domingo Improvement Company, a Ulises Heureaux, Presidente de la República Dominicana, enero 11 de 1896. Las citas no identificadas de otro modo, proceden de esta misma fuente. 561

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

<strong>de</strong>signio apaciguante– esa necesidad sólo podría ser satisfecha con justo provecho “para<br />

una y otra nación”, y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, “sin menoscabo <strong>de</strong> nuestra soberanía 1 .<br />

El propósito preventivo <strong>de</strong> Heureaux, regulado en cierta medida por el <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> evitar<br />

peligrosas reacciones <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s americanas, surgió al punto en términos <strong>de</strong> refinada<br />

sutileza. La iniciativa para incoar negociaciones <strong>de</strong> esa índole podía provenir <strong>de</strong>l gobierno<br />

dominicano. Al tenor <strong>de</strong> las prolaciones <strong>de</strong> Heureaux, la facultad <strong>de</strong> “tomar la iniciativa”<br />

estaba restringida a la acción <strong>de</strong> este gobierno, porque sólo al mismo “le correspondía esa<br />

espontánea <strong>de</strong>cisión” 2 .<br />

Nueve meses <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> suspendidas las hostilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la guerra contra España y sólo dos<br />

meses antes <strong>de</strong> su trágica muerte, el Presi<strong>de</strong>nte Heureaux tomó esa iniciativa, personalmente,<br />

el 28 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1899. En la mente <strong>de</strong> Heureaux el vasallaje virtual o contractual estuvo entonces,<br />

como siempre, <strong>de</strong>finitivamente <strong>de</strong>scartado; no así la dignidad envuelta en una alianza,<br />

entre pares, para mutua <strong>de</strong>fensa y protección <strong>de</strong> las potencias contrayentes.<br />

Escrita “<strong>de</strong> su puño y letra” –según lo ha revelado la adaptada versión <strong>de</strong> un agencioso<br />

agente <strong>de</strong>l imperialismo americano– el Presi<strong>de</strong>nte Heureaux le entregó al Encargado <strong>de</strong><br />

Negocios <strong>de</strong> los Estados Unidos <strong>de</strong> América, en la fecha preindicada, un esbozo <strong>de</strong> alianza<br />

cuya concertación entre la República Dominicana y los Estados Unidos <strong>de</strong> América sugirió<br />

en esa ocasión 3 .<br />

No fue <strong>de</strong>l agrado <strong>de</strong> la Cancillería americana semejante pretensión <strong>de</strong>l dictador dominicano.<br />

No sólo, sin duda, por sus efectos reversivos <strong>de</strong> una larga tradición opuesta a las<br />

alianzas 4 . Lo fue, sobre todo, por contrariar los actuales planes expansivos <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte<br />

McKinley y <strong>de</strong>l Secretario <strong>de</strong> Estado John Hay.<br />

La reacción <strong>de</strong>l Secretario <strong>de</strong> Estado habla por sí sola. La sugerida alianza resultó tan repulsiva<br />

para el orgullo y la vigente ten<strong>de</strong>ncia imperialista <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s americanas, que<br />

provocó la remontada indignación <strong>de</strong>l Canciller John Hay. Su irritación subió a tales grados<br />

<strong>de</strong> efervescencia, que, según reza la versión <strong>de</strong>l comentado autor americano, impulsó al mencionado<br />

Secretario <strong>de</strong> Estado a darle “una severa reprimenda” al Ministro Americano en Santo<br />

Domingo, William F. Powell, “por haberle trasmitido a su gobierno semejante proposición” 5 .<br />

Socio <strong>de</strong> negocios<br />

El 11 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1896, tan sólo un día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido escrita la predicha carta <strong>de</strong><br />

Alejandro Woss y Gil recabando <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte Heureaux la opinión <strong>de</strong> éste sobre la propuesta<br />

formulada por el señor Stokes, el Vicepresi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la San Domingo Improvement Company<br />

se dirigió al dictador dominicano –a través <strong>de</strong> su agente Den Tex Bond– en términos harto<br />

intrigantes y no menos reveladores.<br />

Charles W. Wells empezó su epístola informándole al Presi<strong>de</strong>nte Heureaux, por la indicada<br />

vía, haber recibido el mensaje cablegráfico mediante cuyos términos el mencionado<br />

gobernante le expresó a su comunicante que él prefería la se<strong>de</strong> <strong>de</strong> la Habana, en lugar <strong>de</strong> la<br />

1 Ibid.<br />

2 Ibid.<br />

3 Summer Welles, Naboth’s Vineyard, II, 534.<br />

4 La tradición enemiga <strong>de</strong> las alianzas internacionales la sentó George Washington en su discurso <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida<br />

(septiembre 17 <strong>de</strong> 1796), cuando expresó: “Nuestra verda<strong>de</strong>ra política consiste en mantenerse alejados <strong>de</strong> las alianzas<br />

permanentes con cualquiera parte <strong>de</strong>l mundo exterior”. Stuart Gerry Brown, We Hold These Truths, 107.<br />

5 Welles, opus cit., II, 534.<br />

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