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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

Ilustre se<strong>de</strong> <strong>de</strong> la Liga <strong>de</strong> la Paz y codiciado botín <strong>de</strong> las fuerzas insurrectas, pronto se vio<br />

cercada por los enemigos <strong>de</strong>l gobierno la ciudad <strong>de</strong> Santiago <strong>de</strong> los Caballeros. No había un<br />

palmo <strong>de</strong> terreno en sus contornos que no estuviese contaminado por la peste revolucionaria.<br />

En un principio <strong>de</strong> nada valió el hostil asedio, si no fue para fortalecer la resistencia. Nunca se<br />

había visto en la ciudad <strong>de</strong> los treinta lejendarios caballeros un gregarismo tan perfecto como<br />

el que entonces hizo florecer la unión <strong>de</strong> todos en la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> un i<strong>de</strong>al común. Hermanados<br />

por la i<strong>de</strong>ológica vinculación <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al común que une en una misma causa, las diferencias<br />

sociales <strong>de</strong> clase y posición se habían mágicamente obliterado; y ricos y pobres, blancos y<br />

negros, altivos y plebeyos, todos se conjugaron en una compactación sin grietas, nivelados<br />

todos los lazos <strong>de</strong> un común orgullo cívico: la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la plaza. Pero la plaza al fin cayó en<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la revolución. También cayó el gobierno. Las inconsecuencias <strong>de</strong> los hombres y no<br />

sólo la potencia agresiva <strong>de</strong> las armas enemigas incubaron semejante resultado.<br />

<br />

Tanto el Presi<strong>de</strong>nte Espaillat como los esclarecidos consejeros que ro<strong>de</strong>aban a este insigne<br />

varón y que con él compartían las funciones <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r político <strong>de</strong> la nación, no tuvieron el valor<br />

moral y responsable <strong>de</strong> oír y acatar la protesta <strong>de</strong> la Liga <strong>de</strong> la Paz ni la audacia suficiente para<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñarla por completo. La oyeron a medias y a medias también la <strong>de</strong>soyeron. Les faltó <strong>de</strong>cisión<br />

para entregar a Ulises Heureaux al juicio <strong>de</strong> sus jueces naturales y así mismo les faltó el necesario<br />

“sentido práctico” para solidarizarse con el ensangrentado patíbulo <strong>de</strong> Dajabón.<br />

No supieron proce<strong>de</strong>r como legalistas que anteponen el imperio <strong>de</strong> la ley a la ventaja<br />

material <strong>de</strong>l éxito ni tampoco como hombres <strong>de</strong> “sentido práctico” que anteponen la ventaja<br />

material <strong>de</strong>l éxito a la aureola moral que produce el triunfo <strong>de</strong> la ley. Dando <strong>de</strong> tal suerte<br />

lamentable notación <strong>de</strong> torpe inconsecuencia, sin duda por razones <strong>de</strong> pudor, no supieron<br />

quedar en paz con la ley ni lograron alcanzar la seguridad <strong>de</strong>l éxito. Pues habiendo cohonestado<br />

con el sacrificio <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n jurídico sin que ese sacrificio fuese a cambio <strong>de</strong>l triunfo<br />

<strong>de</strong> sus armas, al mismo tiempo y <strong>de</strong> tal modo conspiraron contra el triunfo <strong>de</strong> sus propias<br />

armas sin que semejante conspiración fuese a cambio <strong>de</strong>l justo <strong>de</strong>sagravio <strong>de</strong> la ley.<br />

Esos insignes varones conspiraron ingenuamente contra el éxito <strong>de</strong> sus propias armas<br />

cuando oyendo y <strong>de</strong>soyendo a medias la protesta <strong>de</strong> la Liga <strong>de</strong> la Paz, mostraron a Ulises<br />

Heureaux en la tétrica penumbra <strong>de</strong>l patíbulo <strong>de</strong> Dajabón con los brazos cruzados y <strong>de</strong>spojado<br />

<strong>de</strong> todo mando; y conspiración contra el justo <strong>de</strong>sagravio <strong>de</strong> la ley, cuando omitieron<br />

someter a Ulises Heureaux a la acción reparadora <strong>de</strong> sus jueces naturales.<br />

El uniforme <strong>de</strong> mi padre<br />

El Presi<strong>de</strong>nte Heureaux gustaba vestir uniforme <strong>de</strong> gala en los actos oficiales revestidos<br />

<strong>de</strong> solemnidad; y asimismo gustaba <strong>de</strong> que otro tanto hicieran los miembros <strong>de</strong> su gabinete<br />

ministerial. No hubo forma persuasiva, sin embargo, <strong>de</strong> lograr que su Ministro <strong>de</strong> Relaciones<br />

Exteriores, Enrique Henríquez, lo complaciera en esa formal predilección.<br />

Empeñado en el propósito <strong>de</strong> uniformar a su Ministro <strong>de</strong> Relaciones Exteriores, el Presi<strong>de</strong>nte<br />

Heureaux trató empero <strong>de</strong> conseguir su objetivo por medios indirectos. Del sastre<br />

que vestía al Ministro Henríquez obtuvo las medidas <strong>de</strong> su ropa.<br />

Con esa sigilosa diligencia el Presi<strong>de</strong>nte Heureaux estimó haber mudado el primer paso<br />

<strong>de</strong>l éxito en el camino <strong>de</strong> su secreto <strong>de</strong>signio. Ahora podía ocuparse, él mismo, <strong>de</strong> formular<br />

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