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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

El consejo tenía un propósito, pero el Gral. <strong>de</strong> Nova era <strong>de</strong>masiado noble y valiente para<br />

ser criminal. Sonrió a las palabras <strong>de</strong> Lilís, pero le hizo oído sordo a la amistosa advertencia.<br />

Audón regresó a sus lares. Incapaz <strong>de</strong> un pensamiento pecaminoso no tomó precauciones<br />

para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su vida ni para poner en práctica el consejo <strong>de</strong> Lilís. Unos cuantos meses<br />

<strong>de</strong>spués caía abatido en una alevosa emboscada.<br />

Al tener Lilís conocimiento <strong>de</strong> lo ocurrido, dijo socarronamente:<br />

—Se perdió un amigo; hay que conservar el otro.<br />

TRADICIONES<br />

Las fiestas <strong>de</strong> Semana Santa<br />

El tiempo, que conspira contra el pasado, y lo que impropiamente se le ha dado el nombre<br />

<strong>de</strong> civilización, le han restado a las fiestas <strong>de</strong> Semana Santa el colorido popular que tuvo<br />

en años relegados al olvido. Recuerdo perfectamente cómo se celebraban estas fiestas en mi<br />

pueblo, allá, en esos benditos tiempos <strong>de</strong> mi bulliciosa juventud. Voy a rememorarlos no sin<br />

un poco <strong>de</strong> melancolía. Son años que se fueron, que nos <strong>de</strong>jaron penas o alegrías, pero que su<br />

añoranza nos <strong>de</strong>ja siempre en el corazón el perfume y el encanto <strong>de</strong> las cosas inolvidables.<br />

La Semana Santa comenzaba con los oficios religiosos <strong>de</strong>l Domingo <strong>de</strong> Ramos, mística<br />

evocación <strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong>l Señor a Jerusalem, cuando fue atraído a la trampa que lo llevó al<br />

suplicio. Después <strong>de</strong> ben<strong>de</strong>cidas las palmas y repartidas entre los fieles presentes, la procesión<br />

hacía un recorrido por la parte exterior <strong>de</strong> la Iglesia. Todas las puertas se cerraban. Por una<br />

<strong>de</strong> ellas llamaba el sacerdote repetidamente con cantos litúrgicos hasta que se abrían todas<br />

y la procesión terminaba, así como los actos <strong>de</strong> la mañana.<br />

Los lunes, martes y miércoles, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> las misas, tenían lugar procesiones nocturnas,<br />

todas con gran concurrencia, sobre todo la <strong>de</strong>l Nazareno, cuya <strong>de</strong>voción es muy popular<br />

en todo el país.<br />

El jueves se iniciaba con un recogimiento pleno, que olía a misterio y santidad. Los ruidos<br />

cesaban. Después <strong>de</strong>l encerramiento la población presentaba el aspecto <strong>de</strong> cosa muerta<br />

o abandonada. Se prohibían los ruidos y el tránsito <strong>de</strong> carruajes y <strong>de</strong> personas montadas en<br />

animales. En los hogares se imponía hablar en voz baja, so pena <strong>de</strong> un sorpresivo cachetazo<br />

propinado por una irritada mamá. La policía extremaba sus activida<strong>de</strong>s y hacía cumplir<br />

las disposiciones emanadas <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s superiores, sobre todo con la muchachada,<br />

que siempre perturbadora, se complacía en quebrantar los reglamentos haciendo travesuras.<br />

Durante toda la semana la afluencia <strong>de</strong> campesinos a la Iglesia se podía reputar como<br />

extraordinaria, lo que contribuía a revestir los oficios religiosos <strong>de</strong> inusitado esplendor y<br />

solemnidad. Los jueves, viernes y sábado eran los <strong>de</strong> mayor concurrencia.<br />

Las ceremonias <strong>de</strong>l Lavatorio, el jueves por la tar<strong>de</strong>, revelaban el fervor católico <strong>de</strong><br />

nuestro pueblo. De todos los ceremoniales es el que tiene sentido humano más profundo. Es<br />

la reproducción viviente <strong>de</strong> la escena <strong>de</strong>l Cenáculo, cuando Jesús, presintiendo su <strong>de</strong>stino,<br />

lavó los pies a sus doce cansados compañeros en <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> humildad. Lo presidía el<br />

Canónigo Benito R. Pina, sacerdote <strong>de</strong> vasta cultura y <strong>de</strong> relevantes prendas morales, asistido<br />

<strong>de</strong> los hombres principales <strong>de</strong> la localidad. Los concurrentes a lavarse los pies generalmente<br />

eran adolescentes alumnos <strong>de</strong>l Padre Pina. La Iglesia sudaba <strong>de</strong> gente. La ceremonia se<br />

efectuaba en religioso silencio.<br />

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