23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>de</strong>senterrar el difunto, lo asustaron las pisadas <strong>de</strong> un animal. Parece que en su oficio todavía<br />

no le había sorprendido un retrasado viajero <strong>de</strong> medianoche, razón por la cual le sobraba<br />

confianza en su trabajo, confianza que le había permitido éxito en todas sus macabras excursiones<br />

por los cementerios <strong>de</strong> la región. El susto lo puso nervioso. Y la nerviosidad lo<br />

empujó a cometer una pifia. En vez <strong>de</strong> colocar otra vez el sarcófago en el hoyo en posición<br />

normal y esperar, lo presentó al impru<strong>de</strong>nte caminante, escondiéndose <strong>de</strong>trás para no ser<br />

visto. Esta falsa maniobra fue su perdición. La aparición enloqueció <strong>de</strong> miedo a Saturnino,<br />

provocando el escándalo cuya trascen<strong>de</strong>ncia violó todos los misterios, arruinando el negocio<br />

<strong>de</strong> Gollo <strong>de</strong> Dios. Espeluznante y simple, esta narración pinta un patético cuadro <strong>de</strong> la vida<br />

dominicana <strong>de</strong> fines <strong>de</strong>l siglo pasado.<br />

Un fin <strong>de</strong> semana <strong>de</strong>sgraciado<br />

E. O. GARRIDO PUELLO | NARRACIONES Y TRADICIONES<br />

Cuando se empalmaron las carreteras Sánchez y la <strong>de</strong> Port-au-Prince a la frontera, muchos<br />

dominicanos tomaron como divertido pasatiempo para sus fines <strong>de</strong> semana visitar la<br />

capital <strong>de</strong> Haití, más como novedad que como placer, pues en esta urbe, para la época <strong>de</strong><br />

este relato, no existían sitios <strong>de</strong> atracción que valieran la pena <strong>de</strong>l recorrido y las pésimas<br />

carreteras haitianas. Port-au-Prince <strong>de</strong> noche era una ciudad sin vida, muerta.<br />

Entre las personas que se le ocurrió visitar Port-au-Prince para ese tiempo había un<br />

buen amigo mío, rico propietario y comerciante <strong>de</strong> Barahona. Manolo Gómez, que así nominaremos<br />

al amigo, gustaba <strong>de</strong> la diversión y era generoso cuando se disponía a pasar un<br />

fin <strong>de</strong> semana alegre. Al cruzar por San Juan, ruta obligada, me visitó reclamando <strong>de</strong> mi<br />

amistad una tarjeta <strong>de</strong> presentación para algún conocido <strong>de</strong> la referida ciudad. El Cónsul<br />

Dominicano, precisamente, era un buen amigo mío. Le di la tarjeta y ya armado con esta<br />

cre<strong>de</strong>ncial siguió ruta por las polvorientas carreteras haitianas.<br />

Llegó a Port-au-Prince la misma tar<strong>de</strong>. Por la noche, a falta <strong>de</strong> un sitio más atractivo y pintoresco,<br />

que no lo había en la capital haitiana, entró al primer café que encontró, no obstante<br />

la sordi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l establecimiento. Ya allí, con la <strong>de</strong>senvoltura que gasta el dominicano el dinero<br />

y sobre todo cuando se tiene sobransero, quizás por ganar amigos, quizás por hábito o por<br />

<strong>de</strong>spreocupación, al sentarse a la mesa or<strong>de</strong>nó brindis para todas las personas presentes en<br />

el pequeño salón. Gómez, que se había ofrecido una noche divertida, inspirando simpatías a<br />

sus nuevos conocidos, se vio repentinamente sorprendido por un gendarme que lo invitaba,<br />

con toda la gestosidad <strong>de</strong> su respetable autoridad, a seguirlo. Llevado a la oficina policial,<br />

fue inmediatamente trasladado a una miserable prisión, sucia y nauseabunda. Allí, sin otra<br />

compañía que la suciedad, pasó la noche maldiciendo la ocurrencia que lo había hecho tomar<br />

el camino <strong>de</strong> Haití. Por la mañana, conjuntamente con un mensaje, Gómez envió mi tarjeta<br />

al Cónsul, quien acudió prestamente a la Oficina <strong>de</strong> la Gendarmería en averiguación <strong>de</strong> lo<br />

sucedido y en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l atropellado dominicano.<br />

Al inquirir el Cónsul, con palabras concisas y duras como hay que hablar a los haitianos,<br />

la causa <strong>de</strong> la prisión <strong>de</strong> Gómez, la respuesta <strong>de</strong>l Oficial fue digna <strong>de</strong> su raza, tradicionalmente<br />

cicatera y poco dispuesta a gastar la plata en generosos alar<strong>de</strong>s <strong>de</strong> hidalguía.<br />

—Un gendarme vio ese extranjero <strong>de</strong>rrochando dinero y pensó que sólo el dinero robado se<br />

gasta con tanta <strong>de</strong>spreocupación. Por eso lo condujo a mi presencia y yo or<strong>de</strong>né su prisión.<br />

Nuestro Cónsul, con la gallardía que ha <strong>de</strong> suponerse en un dominicano indignado, le<br />

hizo ver lo fea y <strong>de</strong>scabellada <strong>de</strong> su conducta al prejuzgar sobre hechos falsos, le <strong>de</strong>mostró lo<br />

529

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!