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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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E. O. GARRIDO PUELLO | NARRACIONES Y TRADICIONES<br />

Hombre <strong>de</strong> algunos recursos económicos, había hecho su vida y la <strong>de</strong> su familia en la<br />

más estricta y completa ausencia <strong>de</strong> contacto con sus vecinos y conocidos en cuanto a intimidad<br />

se refiere. Sus relaciones no pasaban <strong>de</strong> simple cortesía. Su complejo giraba alre<strong>de</strong>dor<br />

<strong>de</strong> su cocina, la cual guardaba como un cancerbero. Para ser su amigo había que olvidarse<br />

<strong>de</strong> ella.<br />

El otro personaje interesante <strong>de</strong> este relato respondía al nombre <strong>de</strong> Matías Pimentel. La<br />

historia <strong>de</strong> Matías como tragón era muy divertida. Se contaban <strong>de</strong> él cosas extraordinarias.<br />

Se <strong>de</strong>cía que en sus viajes, para po<strong>de</strong>r tener oportunidad <strong>de</strong> sentarse a la mesa <strong>de</strong> varios<br />

comedores, se hospedaba en distintas casas; en una <strong>de</strong>jaba las valijas, en otra el pellón y así<br />

seguía distribuyendo caballo, aperos, aclarando en cada casa amiga:<br />

—Estoy hospedado aquí.<br />

Para Matías la vida era comer. Preocupaciones y activida<strong>de</strong>s giraban <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la órbita<br />

<strong>de</strong> su estómago. También gozaba fama <strong>de</strong> poco aficionado al trabajo. Era tan comodón que<br />

hasta los objetos a su alcance había que ponérselos en la mano. Una mañana que visitaba<br />

una cocina <strong>de</strong> Las Matas <strong>de</strong> Farfán tras el clásico negrito, se registró esta comedia. Sentado<br />

cerca <strong>de</strong>l fogón y dirigiéndose al chico <strong>de</strong> la casa, que era su ahijado, le dice, poniéndole la<br />

mano a un tizón:<br />

—Ahijado, pásame ese tizón.<br />

El chico, que según parece se sentía violento con las frecuentes neceda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l padrino,<br />

le respondió:<br />

—Padrino, no sea haragán; cójalo que lo tiene en la mano.<br />

Ese era Matías. Presentados los personajes, vamos a otro asunto, Matías había oído la<br />

historia <strong>de</strong> Pinales y la encontró tan extraña e inusitada que se propuso introducirle una<br />

cuña. Un buen día, temprano por la mañana, se presentó en la casa <strong>de</strong> Pinales, amarró su<br />

caballo y se metió <strong>de</strong> rondón en la sala, don<strong>de</strong> fue recibido por el dueño con contrariedad<br />

y disgusto. Conversa, hace chistes, mata el tiempo y espera. Transcurren las horas. Para<br />

Matías, aburridas y tediosas; para Pinales angustiosas y mortificantes. Ya al filo <strong>de</strong> las doce<br />

la inquietud <strong>de</strong> Pinales es in<strong>de</strong>scriptible. Se mueve <strong>de</strong> aquí; se mueve <strong>de</strong> allá. Matías vigila<br />

como un buen centinela. De soslayo ve señas: <strong>de</strong>scubre maniobras y se prepara para las<br />

contingencias que se avecinan. Matías es un buen observador.<br />

Cuando la señora, que tiene señales convenidas con el esposo para casos similares, le advierte<br />

que ha llegado su turno <strong>de</strong> comer y luego ocupa su puesto en la sala para atencionar al visitante,<br />

Matías se vuelve melaza: cortés, simpático, <strong>de</strong>cidor. Es el momento supremo. Pinales, que no<br />

es ningún niño inocente, finge una necesidad perentoria y se escurre. A Matías se le ofrece la<br />

misma necesidad y lo escolta para apren<strong>de</strong>r el camino. La misma treta se repite varias veces.<br />

Pinales y Matías dan la impresión <strong>de</strong> que han sufrido una repentina indisposición y se disputan<br />

la primacía <strong>de</strong>l montecito acogedor. El uno es remolón y cicatero; el otro persistente y grosero.<br />

Matías lleva un propósito fijo y no se siente en disposición <strong>de</strong> <strong>de</strong>clarar su <strong>de</strong>rrota. Pinales se<br />

<strong>de</strong>bate como fiera herida con la ilusión <strong>de</strong> una esperanza en el pensamiento. Desgraciadamente<br />

para Pinales, Matías no era hombre para cejar en sus <strong>de</strong>cisiones. En la representación <strong>de</strong> la comedia<br />

los sorpren<strong>de</strong> el crepúsculo. Como en algunas batallas, la noche puso término a la acción;<br />

pero no para ser reanudada al otro día. En esta hubo un vencido y fue Pinales, <strong>de</strong>l que no había<br />

historia <strong>de</strong> que persona alguna se hubiese sentado a su mesa.<br />

Sintiéndose violentado por la feroz persecución <strong>de</strong> su visitante, que obstinado y bregón<br />

pedía, sin palabras, invitación a la mesa, Pinales se <strong>de</strong>claró vencido con estas palabras:<br />

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