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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

no eran solamente las mujeres abandonadas en una condición propicia para el halago, la<br />

conquista, <strong>de</strong> la alcahuetería siempre en acecho <strong>de</strong> carne fresca, sino los hijos tenidos y la<br />

familia, la familia que es la piedra angular <strong>de</strong> la sociedad a nuestro estilo. Si entramos a la<br />

vida in<strong>de</strong>pendiente sin aristocracia y se permitía que las familias carecieran <strong>de</strong> estabilidad<br />

el porvenir era negro y por eso se pronunció valientemente contra el divorcio fácil, contra<br />

todas las brechas por don<strong>de</strong> se pue<strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l matrimonio como quien sale <strong>de</strong> un parque<br />

porque está lloviznando.<br />

Sólo la Iglesia podía poner coto, la Iglesia y la Ley, a un estado que él consi<strong>de</strong>raba casi<br />

<strong>de</strong> disolución. “Exactamente lo que está haciendo Trujillo”; <strong>de</strong>cía.<br />

Su otro tema, para quedarnos nada más que en lo importante, era Haití. Dos pueblos<br />

que comparten el dominio <strong>de</strong> una isla no les queda más camino que conocerse bien el uno<br />

al otro. Ellos tenían toda una literatura histórica dominicana, nosotros apenas unos esbozos.<br />

Para informarnos teníamos que pedir datos a Madiou. Era menester que los dominicanos<br />

pensáramos más en el vecino Estado, en sus instituciones, en los cambios <strong>de</strong> su legislación<br />

<strong>de</strong> tierras, en su pensamiento político.<br />

Lecturas, conversaciones, búsquedas, reflexiones, durante años estuvieron encaminadas<br />

a ofrecernos la obra que él juzgaba necesaria. Sólo dos capítulos <strong>de</strong>jó escritos. Comenzó<br />

<strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong> cuando ya se oían, por los vacíos corredores <strong>de</strong>l tiempo, los pasos quedos<br />

<strong>de</strong> la muerte.<br />

Nos reuníamos, todos los domingos, en su casa <strong>de</strong> campo, en Cachimán. Hasta el nombre<br />

viene <strong>de</strong> esa preocupación que tenía por Haití.<br />

Luis Florén, Aníbal Alfonseca, él y yo, durante años. Por la mañana se discutía, se bromeaba.<br />

La comida la traían <strong>de</strong> un restaurante o <strong>de</strong> su casa. Él hacía la siesta en una hamaca,<br />

Florén curioseaba por la gran biblioteca, Aníbal dormía por cualquier parte y yo <strong>de</strong>scabezaba<br />

un sueñito en una mecedora. Después café y discusiones, conversaciones largas que<br />

acababan cuando moría la tar<strong>de</strong>.<br />

Me obligó, juro que casi me obligó, a escribir el prólogo <strong>de</strong> su obra Transformaciones<br />

<strong>de</strong>l Pensamiento Político y ya <strong>de</strong>saparecido la familia me encargó el <strong>de</strong> El Estado haitiano,<br />

<strong>de</strong> los dos capítulos únicos <strong>de</strong> que he hablado. El último lo escribí en Quito, enfermo;<br />

escribía un párrafo y tenía que volver a la cama con el corazón en la boca, como se dice,<br />

agotado por la altura, con un <strong>de</strong>sequilibrio funcional <strong>de</strong> la principal víscera <strong>de</strong>l cuerpo.<br />

Eso quizás explique su pobre tono, la ausencia <strong>de</strong> santa pasión, lo <strong>de</strong>smejorado <strong>de</strong>l estilo,<br />

lo en<strong>de</strong>ble <strong>de</strong>l plan.<br />

Peña Batlle (segunda parte)<br />

Pero no todo era Historia, Sociología y seriedad en nuestras relaciones. Corrimos, curiosos,<br />

algunas aventurillas sin importancia. Hacíamos un turismo nocturno por los barrios<br />

apartados, con los ojos abiertos a las realida<strong>de</strong>s profundas porque Peña Batlle odiaba la<br />

superficialidad. Observábamos, pulsábamos.<br />

Acorazaba su timi<strong>de</strong>z, aunque muchos no lo crean fue un hombre tímido, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

muchas malas palabras. Generoso se ocultaba, al hacer el bien, al socorrer, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una<br />

cortina <strong>de</strong> humo <strong>de</strong> burla. Limpio <strong>de</strong> corazón hacía chistes <strong>de</strong> los que no le querían bien,<br />

muchas veces para manifestar preocupaciones que no sentía, animadversiones que jamás<br />

calaron hondo en él.<br />

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