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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

Si hubiera gritado nadie habría respondido, nada habría podido, como antes, <strong>de</strong>volver<br />

<strong>de</strong>formada mi voz en ecos, aunque fueran vagos, <strong>de</strong>sdibujados. Los pozos ciegos son como<br />

el pasado, como mi pasado, que no <strong>de</strong>ja retornar mis gritos, que impi<strong>de</strong> que regresen a su<br />

punto <strong>de</strong> partida nuestras palabras, nuestra risa.<br />

Lenguas <strong>de</strong> fuego azul sobre el suelo (1912)<br />

La noche en que nací se produjo un extraño fenómeno: sobre el piso <strong>de</strong> cemento<br />

pequeñas islas <strong>de</strong> azul verdoso se movían <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las personas que caminaban por el<br />

aposento en que estaban mi madre y el recién nacido. Su paso <strong>de</strong>jaba una huella luminosa<br />

e inquieta.<br />

La explicación era fácil: la tar<strong>de</strong> anterior mi hermano con unos primos habían estado<br />

restregando fósforo rojo contra el suelo, tanto que los zapatos al rozarlo reavivaban su mortecina<br />

luz <strong>de</strong> luciérnaga.<br />

Unos meses <strong>de</strong>spués mi padre fue <strong>de</strong>signado Director <strong>de</strong> la escuela en San José <strong>de</strong> Ocoa.<br />

Me llevaron en gran pañolón que el práctico se amarró al cuello.<br />

Regresé a Baní a los dos años. Mi padre es probable que no viniera con nosotros porque<br />

se nos reunió <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> unas peleas que hubo en la zona costera. Figuraba como secretario<br />

<strong>de</strong>l general Dionisio Cabral.<br />

Antes <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r a leer componía, cantando, unos largos poemas que mi tía Ramona<br />

juzgaba muy interesantes por las veces que empleaba la palabra amor.<br />

Husmeábamos los viejos armarios: libros en inglés que habían traído los Billini <strong>de</strong> Fila<strong>de</strong>lfia<br />

o que pertenecieron al general Cabral que se educó en Inglaterra.<br />

Eran tratados <strong>de</strong> Matemáticas, <strong>de</strong> Filosofía. Libros <strong>de</strong> viajes con ilustraciones.<br />

Las obras en español las disfrutábamos. Tía como lectora. Los romances <strong>de</strong>l Duque <strong>de</strong> Rivas,<br />

El Romancero <strong>de</strong>l Cid, Corazón, Las mil y una noches.<br />

Había un grueso Quijote, pero yo no recuerdo que ella nos lo leyera. Lo leí muchos años<br />

<strong>de</strong>spués.<br />

Corazón siempre nos hacía llorar, a los oyentes y a la lectora. Su voz se iba apagando entre<br />

lágrimas que rodaban por la garganta y nos dormíamos con el amargo sabor <strong>de</strong> la narración<br />

y la dulzura <strong>de</strong>l heroísmo y <strong>de</strong> la abnegación.<br />

Noche por noche, a la hora <strong>de</strong> acostarnos, a las nueve, comenzaba la lectura, y si nos<br />

comportábamos mal, si rompíamos el or<strong>de</strong>n que <strong>de</strong>bía reinar en la casa, la amenaza era<br />

<strong>de</strong>jarnos sin cuentos.<br />

De tanto oír octosílabos pu<strong>de</strong>, a escondidas, formarlos, con los acentos en su justo lugar,<br />

que es la gracia.<br />

Vivíamos, los niños, en un ambiente lleno <strong>de</strong> poesía, <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s héroes, <strong>de</strong> tremendas<br />

aventuras y <strong>de</strong> los recuerdos.<br />

Tía y mi abuela hablaban siempre <strong>de</strong> los tiempos pasados.<br />

Los Billini hicieron con Cabral la Guerra <strong>de</strong> los Seis Años. Entre ellos estaba Pancho,<br />

según me parece que <strong>de</strong>cían gordo y bonachón, jefe, o algo así, <strong>de</strong> lo que hoy llamaríamos<br />

la unidad médica <strong>de</strong> las tropas que luchaban contra Báez. Como buen gordo no era dado a<br />

moverse mucho y se lamentaba <strong>de</strong> que la ciencia <strong>de</strong> la guerra fuese una ciencia <strong>de</strong> lentitud.<br />

A él le parecía mucho mejor que se empleara alguna substancia para envenenar el aire, y<br />

asunto concluido.<br />

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