23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

cerveza helada en un café, al cual por esa razón su dueño llamó “El Polo Norte”. El hielo<br />

aquí en aquella época era un artículo que solamente los ricos consumían. Una libra costaba<br />

una peseta fuerte o lo que hoy llamamos 25 centavos. Enfriar una botella <strong>de</strong> cerveza era<br />

empresa <strong>de</strong> romanos. Don Casimiro Colomer, español, fue quien en el año 89 estableció allí<br />

el café en el cual por primera vez se enfriaba la cerveza).<br />

De todas estas esquinas, la <strong>de</strong> más importancia en el pasado, fue la “esquina <strong>de</strong> los<br />

Burros”, que más tar<strong>de</strong> se llamó <strong>de</strong>l Gallo. Hoy no tiene equivalente. Para encontrarlo sería<br />

necesario buscar una esquina en don<strong>de</strong> se reunieran los burros, los caballos, las carretas,<br />

los coches, los automóviles, los ómnibus, las camionetas, los camiones y todos los vehículos<br />

conocidos, porque por aquellos días el único vehículo era el burro. Quien necesitaba <strong>de</strong> algo<br />

que lo ayudara a transportar a otra parte cualquier cosa, recurría allí, porque allí estaba el<br />

vehículo único: el burro. La importancia <strong>de</strong>l oficio <strong>de</strong> “burriquero” llegó, por esa causa, a<br />

ser tal, que muchos <strong>de</strong> los que lo ejercieron se enriquecieron. Las “burricadas” <strong>de</strong> San Pedro<br />

le comunicaban también gran importancia, porque <strong>de</strong> San Carlos, <strong>de</strong> Jaina, <strong>de</strong> Pajarito, y <strong>de</strong><br />

todos los lugares <strong>de</strong> estos contornos se traían allí muchos burros, que la juventud montaba<br />

en la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l día <strong>de</strong> San Pedro. El día <strong>de</strong> San Juan era el <strong>de</strong> las caballerías; el día <strong>de</strong> San<br />

Pedro el <strong>de</strong> las “burricadas”. Era <strong>de</strong> tal modo señalado el papel representado por el burro,<br />

que así nos explicamos por qué este animal ocupa un lugar tan conspicuo en el anecdotario<br />

dominicano.<br />

Por los burros perdió la paciencia el señor Hostos, cuya mansedumbre era proverbial.<br />

Entre los años <strong>de</strong> 1888 y 1889 don Santiago Ponce <strong>de</strong> León inició la formación <strong>de</strong> una sociedad<br />

protectora <strong>de</strong> animales. Su iniciativa fue acogida con calor por todos los hombres prestantes<br />

<strong>de</strong> la capital. Los periódicos hicieron la alabanza <strong>de</strong> aquel generoso pensamiento <strong>de</strong>l Dr.<br />

Ponce. Don Eugenio María <strong>de</strong> Hostos, entonces Director <strong>de</strong> la Escuela Normal, publicó en El<br />

Eco <strong>de</strong> la Opinión un trabajo en que hacía la apología <strong>de</strong> los animales amigos <strong>de</strong>l hombre. Con<br />

ese trabajo ocurrió lo siguiente: el señor Hostos tenía una letra muy mala (él podía repetir<br />

la frase <strong>de</strong> aquél que para referirse a su mala letra <strong>de</strong>cía que cuando escribía sólo Dios y él<br />

sabían lo que <strong>de</strong>cía; pero cuando terminaba sólo Dios). Cada vez que un artículo <strong>de</strong>l señor<br />

Hostos iba a la imprenta, los tipógrafos se enfadaban, porque su lucha era muy gran<strong>de</strong> para<br />

enten<strong>de</strong>r lo que había escrito. Al hacer la apología <strong>de</strong>l burro, el señor Hostos escribió: “el<br />

pacienzudo asno”. El cajista, a la hora <strong>de</strong> componer, puso: “el pescuezudo asno”. Le trajeron<br />

la prueba al señor Hostos. Este escribió al margen, otra vez: “pacienzudo”; pero como lo<br />

volvió a escribir con la misma letra anterior, el cajista repitió: “el pescuezudo asno”. El señor<br />

Hostos, entonces, perdida la paciencia, cogió la prueba nuevamente y escribió al margen:<br />

“¡Más pescuezudo es el cajista!”.<br />

Otro caso:<br />

Don Manuel Echavarría era un habitante <strong>de</strong> cierto campo <strong>de</strong> Baní. Venía sufriendo hacía<br />

tiempo <strong>de</strong> un tumor en el cuello. Había recurrido, primero, a los curan<strong>de</strong>ros <strong>de</strong>l campo;<br />

<strong>de</strong>spués a los médicos <strong>de</strong>l pueblo. Finalmente hizo un viaje a la capital. Le recetaron ungüentos,<br />

emplastos, parches; todo lo que se le pudo ocurrir a aquella gente. Cuando estuvo<br />

en la capital, los médicos le dijeron que el único remedio era el bisturí; pero muy peligroso,<br />

por lo cerca que estaba el tumor <strong>de</strong> la yugular. Se volvió para Baní <strong>de</strong>scorazonado. Tomó<br />

el camino <strong>de</strong> su campo, pensando no le quedaría más recurso que acostarse en una cama a<br />

morirse. En el momento, sin embargo, en que iba a entrar en su granja y cuando ya había<br />

levantado alguno <strong>de</strong> los palos que servían <strong>de</strong> compuerta, un burro se empeñó en salir al<br />

422

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!