23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

La confusión, el espanto, el pánico que aquello produjo fue enorme. Los ojos <strong>de</strong>sorbitados,<br />

las caras intensamente pálidas, saltando por encima <strong>de</strong> todos los obstáculos, llevándose a éste<br />

<strong>de</strong> encuentro, dando en tierra con aquel otro, pasando por encima <strong>de</strong>l <strong>de</strong> más allá, rompiendo<br />

el lienzo <strong>de</strong> la carpa, pasando a rastras <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> ésta o tirándose <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo alto <strong>de</strong> las gradas<br />

afuera, hombres y mujeres, en el mayor atropellamiento concebible, buscaban la salvación.<br />

Sonaron varios disparos <strong>de</strong> revólver. Esto aumentó el terror. Se oyeron nuevas voces, que<br />

partían esta vez <strong>de</strong> unos hombres agrupados alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l gobernador y los cuales habían<br />

permanecido allí, haciendo tal vez <strong>de</strong> tripas corazón.<br />

—¡No huyan, señores ¡No huyan! ¡Alejandrito mató el tigre!<br />

Nadie oía, sin embargo. El miedo y la barahúnda eran <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong>s para permitirlo.<br />

Diez minutos <strong>de</strong>spués, el circo, muy maltrecho, se hallaba vacío <strong>de</strong> espectadores y en mitad<br />

<strong>de</strong> la jaula yacían, en un charco <strong>de</strong> sangre, Lenger y su victimario, que a su vez había sido<br />

víctima <strong>de</strong> dos certeros disparos, hechos, se aseguraba, por el gobernador <strong>de</strong> la provincia, don<br />

Alejandro Woss y Gil.<br />

...............................................................................................................<br />

Ocurren con frecuencia en la vida sucesos que se pasan llorando y se cuentan más tar<strong>de</strong><br />

riendo.<br />

Cuando apenas empezaba a amanecer, todo el vecindario <strong>de</strong> la capital acudió a la Plaza<br />

<strong>de</strong> Armas, a ver cómo había quedado aquello y a tejer comentarios acerca <strong>de</strong>l caso. El Circo<br />

Zoológico y sus alre<strong>de</strong>dores semejaban una tienda saqueada. Veíanse, esparcidos por el<br />

suelo, restos <strong>de</strong> cuanto en materia <strong>de</strong> vestuario, abrigo o adorno se pue<strong>de</strong> imaginar, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

sombreros <strong>de</strong> panamá y chaquetas hasta botines y bastones y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sombreros <strong>de</strong> mujer y<br />

horquillas hasta polisones y tacones.<br />

Por <strong>de</strong> contado que nada <strong>de</strong> eso servía para maldita la cosa, como no fuera para poner<br />

a trabajar la imaginación atribuyéndole, en medio a un coro <strong>de</strong> risas y dichos picarescos,<br />

la pertenencia <strong>de</strong> algún objeto <strong>de</strong>shecho a alguien a quien se quería ridiculizar o para<br />

que uno que otro zarrapastroso lo tomase a reserva <strong>de</strong> examinar luego en qué pudiera<br />

emplearlo.<br />

Los cuentos y chistes abundaron. Decíase que, hasta poco antes <strong>de</strong> salir el Sol, mucha<br />

gente había permanecido en las azoteas <strong>de</strong> las casas cercanas a la plaza y que todos habían<br />

subido hasta allí trepando como gatos, por las ventanas. Se refería que alguien, consi<strong>de</strong>rando<br />

como refugio el más seguro el “Caño <strong>de</strong> Martín Puche” (un albañal que existía <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la<br />

casa <strong>de</strong>l bondadoso y bien recordado ciudadano <strong>de</strong> este nombre, en la calle <strong>de</strong>l Comercio)<br />

había corrido apresuradamente hacia ese lugar y cuando llegó no encontró sitio don<strong>de</strong><br />

guarecerse, porque lo mismo que él habían pensado muchos, quienes, cuando más tar<strong>de</strong><br />

salieron <strong>de</strong>l caño, se hallaban llenos <strong>de</strong> inmundicias <strong>de</strong> la cabeza a los pies.<br />

Se inventaron muchas historietas. Algunas bastante graciosas; otras hasta irrespetuosas;<br />

todas salpicadas <strong>de</strong> ingenio. Decíase, por ejemplo, que el general Carlos Parahoy, comandante<br />

<strong>de</strong> armas <strong>de</strong> la plaza, al ser informado <strong>de</strong>l tumulto y <strong>de</strong> la causa que lo había promovido,<br />

corrió prontamente hacia La Fuerza y al llegar al portón exclamó:<br />

—¡Guardia! ¡Firme! Y al primer tigre que pase: ¡¡fuego!!<br />

Y así, muchísimas otras cosas.<br />

No todo, sin embargo, fue broma.<br />

El empresario y director <strong>de</strong>l Circo Zoológico era inglés (se llamaba G. A. Cortney) y a<br />

los pocos días <strong>de</strong>l estropicio se presentó en el ministerio <strong>de</strong> Relaciones Exteriores, con su<br />

412

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!