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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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M. J. TRONCOSO DE LA CONCHA | NARRACIONES DOMINICANAS<br />

Contra arrogancia gentileza<br />

A la memoria <strong>de</strong> mi inolvidable maestro don Manuel <strong>de</strong> Jesús Galván,<br />

quien me hizo en lo esencial <strong>de</strong> ella la presente narración,<br />

con aquella su palabra donosa que mi pluma nunca acertará a reproducir.<br />

I<br />

Tan pronto como fue conocida en la ciudad la noticia <strong>de</strong> que don Pablo López<br />

Villanueva se encontraba a bordo <strong>de</strong>l Tybee, el cual acababa <strong>de</strong> dar fondo esa mañana en el<br />

<strong>de</strong>sembarca<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l Ozama, el revuelo que se produjo entre los amigos y los adversarios<br />

<strong>de</strong>l Gobierno fue extraordinario.<br />

Don Pablo López Villanueva, general <strong>de</strong> la República, era tenido por todo el mundo<br />

en el concepto <strong>de</strong> mucho hombre, con justo fundamento. Tremendo como revolucionario<br />

y como hombre <strong>de</strong> gobierno, se referían <strong>de</strong> él numerosas hazañas, una sola <strong>de</strong> las cuales<br />

hubiese podido consi<strong>de</strong>rarse bastante para asegurarle a cualquiera la fama <strong>de</strong> hombre <strong>de</strong><br />

pelo en pecho y sangre en el ojo.<br />

De pura raza española, elevada estatura, complexión robusta, la cabeza cuadrada, como<br />

un escandinavo, ojos <strong>de</strong> mirada firme, barba sedosa y abundante, erecto el tronco, modales<br />

caballerescos aunque en ocasiones un tanto hinchados por cierto gesto <strong>de</strong> nativo orgullo<br />

con que solía acompañar sus palabras y a<strong>de</strong>manes, su persona era en general atrayente y el<br />

sentimiento que inspiraba algo así como el <strong>de</strong> una mezcla <strong>de</strong> respeto y simpatía.<br />

Este rasgo da una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> su valor. Fue cuando la guerra contra España que llamamos<br />

<strong>de</strong> la Restauración. A don Pablo, capitán <strong>de</strong>l ejército restaurador, le había sido encomendado<br />

el mando <strong>de</strong> una pieza <strong>de</strong> las que <strong>de</strong>bían <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r el puesto <strong>de</strong> Cafemba, en las cercanías <strong>de</strong><br />

Puerto Plata, <strong>de</strong>l ataque dirigido en 1864 por las columnas <strong>de</strong>l con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Valmaseda contra<br />

las fuerzas dominicanas acantonadas allí. Una granada española, certeramente disparada,<br />

hizo volar hecha pedazos la cureña <strong>de</strong>l cañón que servía don Pablo, y mientras dos <strong>de</strong> los<br />

artilleros dominicanos heridos mortalmente por la metralla se retorcían en el suelo en las<br />

convulsiones <strong>de</strong> la agonía y otros dos corrían <strong>de</strong>spavoridos en busca <strong>de</strong> un lugar menos<br />

expuesto a los “viajes” <strong>de</strong> otras granadas, don Pablo permanecía serenamente en el sitio y<br />

tomando <strong>de</strong> una faltriquera interior un peine se entretenía en sacarse con toda tranquilidad<br />

las astillas <strong>de</strong> la cureña que se le habían introducido en la barba.<br />

Este otro pinta su temperamento. Como resultado <strong>de</strong>l movimiento <strong>de</strong> la “Evolución”,<br />

iniciado en el Cibao a principios <strong>de</strong> 1876 por varios prohombres “azules”, don Ignacio María<br />

González acababa <strong>de</strong> renunciar la presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> la República. Don Pablo, ministro <strong>de</strong><br />

Guerra, no podía enten<strong>de</strong>r que así, sin tiros, se saliese <strong>de</strong>l Gobierno y poniéndose al frente<br />

<strong>de</strong> las fuerzas que guarnecían la plaza <strong>de</strong> Santo Domingo se dirigió al Palacio <strong>de</strong> Gobierno,<br />

don<strong>de</strong> aprisionó a los otros miembros <strong>de</strong>l Gabinete y les obligó a conferirle plenos po<strong>de</strong>res<br />

para oponerse al triunfo <strong>de</strong> los evolucionistas, sin que se aviniese a cejar en su empeño hasta<br />

tanto se vio envuelto en un círculo <strong>de</strong> hierro que vinieron a formarle las tropas traídas <strong>de</strong>l<br />

Seibo por el general Miches y <strong>de</strong> San Cristóbal por el general Melenciano. Mal <strong>de</strong> su grado<br />

entregó entonces el ministerio al general Jacinto Peynado, nombrado para suce<strong>de</strong>rle y se<br />

embarcó para el extranjero.<br />

Últimamente había sido uno <strong>de</strong> los incitadores <strong>de</strong> la sedición <strong>de</strong> Gabino Crespo en los<br />

campos <strong>de</strong> Montecristi, que, si <strong>de</strong>belada por la presteza con que acudieron a combatirla los<br />

generales Eugenio Valerio, gallo <strong>de</strong> muchas peleas, y Ulises Hereaux, pollo aún pero ya<br />

con gran<strong>de</strong>s espuelas, había sembrado la semilla revolucionaria en las comarcas <strong>de</strong>l Norte<br />

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