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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

En el año 1837 era comandante militar <strong>de</strong> Moca, por Haití, el jefe <strong>de</strong> escuadrón Medard<br />

Mathieu, uno <strong>de</strong> los más caracterizados oficiales <strong>de</strong> las tropas <strong>de</strong> ocupación en el Cibao. La<br />

autoridad civil y judicial se hallaban encomendadas a don José María Imbert, que tal era<br />

el modo como lo <strong>de</strong>signaban los hijos <strong>de</strong>l país, consi<strong>de</strong>rándolo ya como suyo por su manifiesta<br />

i<strong>de</strong>ntificación con los sentimientos <strong>de</strong> ellos. La <strong>de</strong>nominación oficial <strong>de</strong> su cargo era,<br />

en francés, la <strong>de</strong> “maire”; el pueblo empleaba, sin embargo, en castellano, la <strong>de</strong> corregidor,<br />

que le venía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los felices tiempos <strong>de</strong> España.<br />

Al corregidor le estaban atribuidas las funciones que hoy pertenecen por separado al<br />

síndico y al alcal<strong>de</strong> según las leyes dominicanas.<br />

Entre Imbert y Mathieu existían, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> las relaciones oficiales que eran <strong>de</strong> rigor<br />

entre quienes ejercían la autoridad militar y la civil, las <strong>de</strong> amistad que se podían concebir<br />

en aquella época entre un francés y un haitiano, con más la circunstancia <strong>de</strong> hallarse casado<br />

el francés con una dominicana <strong>de</strong> pura cepa que en su primer ruego <strong>de</strong> cada día pedía al<br />

Altísimo librar al país <strong>de</strong> la dominación <strong>de</strong> Haití.<br />

No podía pasar inadvertido para el comandante militar haitiano el fausto suceso que se<br />

había operado en el hogar <strong>de</strong>l corregidor, ni quería tampoco que éste y su consorte viesen sólo<br />

en la visita que <strong>de</strong>bía hacerles el ajustamiento suyo a una regla <strong>de</strong> etiqueta, sino la expresión<br />

cabal <strong>de</strong> un sentimiento <strong>de</strong> su corazón que lo movía a compartir con ellos el justo regocijo<br />

que experimentaban, y allá fue, vestido con el uniforme <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s días, dispuesto a que<br />

su presencia constituyese para ambos esposos un acontecimiento memorable.<br />

Mathieu hablaba bastante correctamente el castellano, <strong>de</strong>bido en parte a que había<br />

nacido en San Rafael, pueblo que cuando su mocedad conservaba aún algo <strong>de</strong> la tradición<br />

española, en parte a su contacto frecuente con dominicanos <strong>de</strong> la banda fronteriza, primero,<br />

y a sus funciones públicas <strong>de</strong>spués en la ya “Partie <strong>de</strong> L’Est”.<br />

En una visita <strong>de</strong> esta índole, el primer turno correspon<strong>de</strong>, naturalmente, a los parabienes;<br />

el segundo a la expresión <strong>de</strong> gracias <strong>de</strong> quien los recibe; el tercero al panegírico <strong>de</strong>l recién<br />

nacido. No hay niño que al venir al mundo no muestre a los ojos <strong>de</strong> sus progenitores alguna<br />

rara cualidad que éstos se empeñan en hacer conocer a sus amigos. Huelga, pues, <strong>de</strong>cir que<br />

<strong>de</strong> todo esto hubo.<br />

De improviso, el comandante Mathieu habló así, uniendo al énfasis <strong>de</strong> sus palabras el<br />

<strong>de</strong> sus gestos y a<strong>de</strong>manes:<br />

—Mi querido Monsieur Imbert. Yo quiero dar a usted una prueba muy gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> mi<br />

gran amistad a usted. Me ofrezco como padrino <strong>de</strong> su niño. ¿Cuándo lo bautizaremos?<br />

Si así, inesperadamente, como aquellas palabras <strong>de</strong>l oficial haitiano, hubiese resonado<br />

en ese instante, en torno <strong>de</strong> don José María Imbert, una <strong>de</strong>scarga <strong>de</strong> fusilería,<br />

es posible que la impresión causada por ésta en su ánimo no hubiese sido tan fuerte,<br />

tan profunda como la que él experimentó al oír la extraña y <strong>de</strong>sconcertante <strong>de</strong>manda<br />

<strong>de</strong> Mathieu.<br />

¡Con qué vertiginosa rapi<strong>de</strong>z cruzaron los pensamientos por su aturdida cabeza! Se vio<br />

<strong>de</strong> repente hundido en el concepto público <strong>de</strong> los dominicanos al aceptar como padrino <strong>de</strong><br />

su primer renuevo a un haitiano; mirado con <strong>de</strong>sdén por los mismos que hasta entonces le<br />

habían tenido a él como un dominicano perfecto; y sobre todo (ese fue el pensamiento que<br />

más hubo <strong>de</strong> aterrarlo) ¿cómo iba a mirar esto su esposa, ella que sólo concebía la continuación<br />

<strong>de</strong> la vida por la esperanza <strong>de</strong> que Santo Domingo se viese libre pronto, muy pronto,<br />

<strong>de</strong> la odiosa y más que odiosa presencia <strong>de</strong> los haitianos?<br />

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