23.04.2013 Views

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

lo había aceptado confiada en que él, Don Emiliano, sabría justificarle, mejorando las condiciones<br />

<strong>de</strong> la República, por medio <strong>de</strong> sabias disposiciones, tomadas <strong>de</strong> acuerdo con la<br />

pru<strong>de</strong>ncia y la mo<strong>de</strong>ración.<br />

—¡Es, Amelia, que es muy difícil gobernar! Por todos lados hay estorbos y luego la<br />

revolución.<br />

Siente uno un vértigo…<br />

—¿Qué, Don Emiliano? ¿Vértigo usted? ¡Misericordia! ¡Usted! ¿el hombre <strong>de</strong> los altos<br />

juicios? ¿El hombre inconmovible? ¿El que todo lo veía en calma? ¡No diga más! ¡Pobre<br />

patria mía! ¿Qué será <strong>de</strong> ti?<br />

—Óigame, Amelia. Es que todos parecen locos. En vez <strong>de</strong> ayudar al gobierno; <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r<br />

que lo que se quiere es el bien, los que mejor <strong>de</strong>bían pensar obran sin juicio; se conjuran<br />

también contra nosotros. Hasta el padre está <strong>de</strong>nunciado. Yo se lo digo a usted porque le<br />

prometí que jamás le perjudicaría y quiero cumplirlo. Llueven sobre él las <strong>de</strong>nuncias; ¡yo le<br />

he <strong>de</strong>fendido, pero es bueno que él lo sepa!<br />

—¿Y qué dicen que hace él?<br />

—Que es el primer conspirador en esta situación; que su viaje <strong>de</strong>l otro día a San Cristóbal<br />

tuvo por objeto predicar la insurrección por esos lados.<br />

Yo no cabía en mí <strong>de</strong> indignación; no contra Don Emiliano, a quien agra<strong>de</strong>cía la lealtad<br />

con que me avisara <strong>de</strong> todo, sino contra los infames calumniadores. Protesté airada.<br />

—¡Oh! ¡Ese viaje a San Cristóbal! Sí. ¡Yo he sospechado que se lo sugirió la falta <strong>de</strong> recursos!<br />

Bien apurado <strong>de</strong>be encontrarse él cuando fue a hacer allí confirmaciones.<br />

—Sí está apurado, Amelia; ¿por qué renunció la Rectoría <strong>de</strong>l Instituto disgustando con<br />

ello más al gobierno?<br />

—¡Oiga, Don Emiliano! En lugar <strong>de</strong> él ¿no hubiera usted hecho lo mismo? ¿Pue<strong>de</strong> usted<br />

pensar que un hombre <strong>de</strong> esa talla, sirva un cargo igual por $40 <strong>de</strong> sueldo, que es a lo que<br />

han rebajado el <strong>de</strong>l Rector? En todo caso, lo <strong>de</strong>sempeñaría sin ser remunerado.<br />

Calló Don Emiliano y bajó la cabeza.<br />

—¡Si es tiempo aún, amigo mío, vuelvan atrás en su política! ¡Sigan distintos caminos!<br />

¡Esperaba yo tanto <strong>de</strong> usted! ¡Creí que este gobierno sería i<strong>de</strong>al! ¡El que yo soñara <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong>l 26 <strong>de</strong> julio! ¡Si todo no cambia, le predigo, Don Emiliano, un fracaso cruel! ¡Y me he<br />

tenido por inspirada, en otro tiempo! ¡Hoy lo soy más! Caerán muy pronto y no sé lo que<br />

suce<strong>de</strong>rá <strong>de</strong>spués. ¡Vendrá el caos!<br />

Don Emiliano se retiró muy triste. Yo quedé más triste aún; nada esperaba. Estaba convencida<br />

<strong>de</strong> que el <strong>de</strong>sastre iba a sobrevenir.<br />

Para distraerme me apliqué más a la continuación <strong>de</strong> la novela.<br />

En febrero supe que Don Emiliano se retiraba <strong>de</strong>l gobierno y <strong>de</strong> la política. Irrevocablemente,<br />

añadía él.<br />

Más inquieta quedé. Por momento aguardé el fin <strong>de</strong> un gobierno <strong>de</strong>l cual mi amigo<br />

inconsecuente había sido el alma. Sufrí por el General Vásquez, tanto contaba con él.<br />

Continué escribiendo hasta el día 23 <strong>de</strong> marzo. ¡Ah! ¡Ese día volvió la pluma a caerse<br />

<strong>de</strong> mis manos! ¡Fueme imposible escribir más!<br />

LIII<br />

Habíame dicho Monseñor <strong>de</strong> Meriño un día, con un dolor tan intenso pintado en su<br />

noble rostro, que nos hizo compren<strong>de</strong>r lo que a la vista se ocultaba:<br />

289

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!