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Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />

Esperé.<br />

El 26 <strong>de</strong> Abril me sorprendió, casi <strong>de</strong>scuidada, con la pluma en la mano para trazar<br />

el primer capítulo <strong>de</strong> Impenetrable, obra que, <strong>de</strong> acuerdo con mi sobrino Héctor, meditaba<br />

escribir.<br />

¡A la primera noticia <strong>de</strong>l grito revolucionario, la pluma vino al suelo!<br />

¡Oh! ¿Cómo pensar en otra cosa que no fuera la situación? Recibí un golpe en el alma! Y<br />

llena <strong>de</strong> dolor y angustia, seguí recibiendo las nuevas que llegaban, mientras se perfilaban<br />

los acontecimientos. Mi pensamiento voló hacia Don Emiliano. No me cabía duda <strong>de</strong> que él<br />

apoyaba la revolución; no habiendo podido impedirla. Y temí por él. Díjoseme que su vida<br />

peligraba, que iban a enviar tropas a Antoncy, don<strong>de</strong> él se encontraba, para hacerle preso y<br />

traerle amarrado a la ciudad.<br />

¿A Don Emiliano? ¡Oh! ¡Antes moriría él que <strong>de</strong>jarse apresar así!<br />

Esta seguridad me colmó <strong>de</strong> espanto. ¡Qué horrible angustia!<br />

Pensé en Monseñor que era amigo <strong>de</strong>l presi<strong>de</strong>nte Jimenes y que tenía tantas quejas <strong>de</strong><br />

Don Emiliano y… le escribí. ¿Qué le dije? No sé bien. Una carta suya <strong>de</strong>l 29 <strong>de</strong> julio, me<br />

recuerda.<br />

Voy a copiarla. Decía la<br />

Carta cuadragésimo primera<br />

Mi muy estimada amiga:<br />

Había pensado ir allá: ¡pero ya ve usted el tiempo! ¡Todo se conjura contra uno! Y<br />

crea que lo siento en el alma, porque necesito la explicación <strong>de</strong> lo que usted me dice en<br />

su esquela. ¿Es esto?<br />

¡Lo que le suplico es que tenga caridad como la tengo yo! ¡Qué no dé oídos a resentimientos<br />

<strong>de</strong> injurias, ni a nada, en los actuales momentos! ¡Piense en Dios y obre por Dios!<br />

¿A qué se refiere esto? No comprendo, ¡porque Dios, en cuya santa justicia creo, sabe<br />

que no he pensado en hacer sufrir a nadie...! ¿Soy yo Gobierno, acaso? Por cierto que en<br />

estos días ni he ido don<strong>de</strong> el presi<strong>de</strong>nte, ni he visto a ninguno <strong>de</strong> los que <strong>de</strong>sempeñan el<br />

po<strong>de</strong>r. Y cuando vi a Jimenes la última vez, ¡pedile precisamente por unos presos que iban<br />

a expulsar! ¡Le supliqué para que no lo hiciera!<br />

¿Será acaso que algunos <strong>de</strong> las buenas y caritativas almas que andan buscando a los que<br />

se arrinconan, quieren llevarme <strong>de</strong> encuentro? ¡Qué Dios les bendiga!<br />

Y no du<strong>de</strong> usted <strong>de</strong> que yo obre como usted me lo pi<strong>de</strong>, en cualquiera circunstancia. No<br />

me costaría el menor esfuerzo. Seré carne para todo cuchillo y Dios hará justicia.<br />

De usted siempre afectísimo.<br />

Q. B. S. M.<br />

P. Meriño.<br />

¡Oh dolor el que me causó esta carta que aun hoy me apena! ¡Haber yo dudado <strong>de</strong><br />

Monseñor y llegar hasta <strong>de</strong>círselo en la esquela <strong>de</strong> que él habla! ¡El tormento que sufría<br />

<strong>de</strong>bió trastornar mi razón cuando tuve valor para ello! ¡Bien caro lo pagaba y jamás volvió<br />

a resultar, a pesar <strong>de</strong> tantos acontecimientos que parecían dar lugar a la duda! ¡Era que en<br />

aquellos momentos principiaba mi martirio político! ¡El que he conocido colocada entre dos<br />

grupos que se han combatido casi <strong>de</strong> continuo y en los cuales temía ver en pugna terrible a<br />

dos seres a quienes <strong>de</strong>bía tanto y a quienes tanto afecto profesaba: Monseñor <strong>de</strong> Meriño y<br />

Don Emiliano! ¿No me habían asegurado que el primero era el consejero <strong>de</strong> Jimenes contra<br />

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