Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

banreservas.com.do
from banreservas.com.do More from this publisher
23.04.2013 Views

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES Carta décimo octava New York, julio de 1903. Mi pensada, carísima y respetada amiga: No tengo pulso, ni cabeza. Ayer desembarqué en este puerto y he caído en un abismo de ruidos incesantes que me tienen aturdido y, por su puesto, los nervios excitados a causa de la irritación. El viaje me tiene bailando todo el organismo. Pero deseaba llegar para acusarle recibo de sus gratísimas líneas y del retrato, todo lo cual me entregó abordo, al zarpar el vapor en San Pedro de Macorís, nuestro buen amigo Don Miguel Román. Si me lo hubiera dado diez minutos antes, no habría dejado de trazarle unas líneas desde allá, para que supiera usted que carta y fotografía estaban en mi poder. (Le castigué no mostrándole el retrato). ............................................................................................................... Interrumpo la carta para señalar esta humorada de niño que corrobora lo que de él decía yo en el capítulo anterior. ¡Cuán simpático le hacían las tales salidas! Y continúo la reproducción. ............................................................................................................... ¡Gracias mil, amiga mía, por tan marcadas pruebas de afecto! Las expresiones amistosas de su noble alma, han tenido eco armonioso en el santuario de la mía, siempre abierta al reconocimiento; y su retrato, que he colocado en mi bulto de escribir y el cual tengo ahora ante mis ojos, me la recordará a cada momento. Y ¡qué bueno está! ¡Qué parecido! ¡Con un poquito de brillo en las miradas y un ligero aleteo en las ventanas de la nariz, la revense es perfecta! Y note que he querido decir, no soñadora, sino algo así como quien recuerda y piensa, pues tal es la expresión de la fotografía. Ya sabe usted, mi amada amiga, que viajará conmigo en espíritu y en imagen. El 7 saldré de aquí para el Havre y no me detendré en París sino ocho días. De ahí seguiré, cosa de estar en Roma el 18 ó el 20, despachar mis asuntos y regresar a París, a tiempo de aprovechar el vapor que llegará a Santo Domingo el 26 de setiembre. ¡Viaje rápido como de quien está a la altura de la época! ¿Se ríe usted? Y ¡créame! ¡Bien quisiera volverme de aquí! ¡Ya no siento placer en viajar! ¡La sombra tiene su atracción y ya se proyecta bastante sobre mí! Reposar a su abrigo es lo que me pide el cuerpo. Pero, ¡agitemos aún los miembros fatigados y sigamos sin desmayar! Salúdeme a Don Rafael y a toda la familia. Cuídese mucho; haga ejercicio; ¡aliméntese y no se haga cargo de las cosas que la contraríen y apenen! Y, sobre todo, esté persuadida del inalterable afecto de su admirador y ¿diré apasionado amigo? P. Meriño. P. S. Me olvidé de dejarle su Diario, pero quedó seguro dentro de una cajita y está encerrada en mi armario. ¡Ah! ¡No le he dicho que aquí estoy vestido de gentleman y que me dan ganas de retratarme con bombo y todo! Creo que así tengo aire como de un ruso viejo. ............................................................................................................... 250

AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO Si Monseñor de Meriño encontraba sabrosas las cartas de Flaubert a George Sand, por lo íntimas y afectuosas tanto como por su hermosa forma literaria, yo hallé a ésta suya para mí un sabor deleitoso. El estilo, la variedad de tonos, todo en ella me cautivó. Ese viaje descrito en algunas líneas, parecióme una maravilla. Sentíme como arrebatada con él en vuelo fantástico y vuelta a tierra, saliendo de un sueño. ¡Y luego esos chistes! ¡Oh esos chistes fueron los que más me conmovieron! ¡Los que hicieron brotar las lágrimas de mis ojos! ¡En ellos pude apreciar la extensión del afecto que se me profesaba! ¿No se lo inspiraba a mi ilustre amigo el deseo de distraerme? Suficientemente me probaban que él recordaba con dolor a la pobrecita enferma de cuerpo y de alma que, a tanta distancia, luchaba penosamente contra un destino siempre adverso, ¡y deploraba su ausencia! Cada párrafo de la carta estaba escrito expresamente; meditado para hacerme comprender que no se me olvidaba. Hasta la forma apasionada de la despedida tenía su significación. Había sido dictada por un corazón lleno de sublime caridad para mí. El deseo de volver pronto era otra prueba de tierna bondad; ese deseo que yo reconocía por sincero y que sabía agradecer en lo más íntimo del alma. xxx No recibí otra epístola de mi amado amigo. El tiempo pasó lentamente a mi modo de ver; más en realidad trayendo consigo las distintas peripecias de la vida, que lo hacen soportar. Y Monseñor regresó. En buena salud y muy animado. Siempre amoroso, como un padre para mí. Ya le tenía a mi alcance de nuevo. Volver a verle me fue muy grato; pero mi melancolía perduraba. Lamentó el que se hubiese suspendido la edición de mi obra y, haciendo oposición a mi propósito de revisar mis manuscritos y de hacer en ellos correcciones, aconsejó a mi esposo que me los quitara y me dijo: —¡No, Amelia! Deje su novela así; que salga como está. El público gustará de ella y que eso le baste. Su salud vale más que todo. Un exceso de trabajo volvería a hacerle daño. El trabajo en la imprenta se reanudó, volvimos a nuestra correspondencia epistolar con ese motivo y por otros distintos. ............................................................................................................... En una tarjeta sin fecha: Nada, mi buena y noble amiga. ¡Ya listo para ir donde usted, me ha llegado gente y he tenido que suplicar me permitan un momento para trazar a usted estas líneas de excusa! Fernando, Arzobispo de Santo Domingo. ............................................................................................................... Carta décimo novena ¡Vaya, mi querida caprichosa! ¡La atmósfera nebulosa de ayer nos tenía a todos como ofuscados! ¿Con que le escribí archiepiscopalmente? ¡Pues hoy, despejado y afectuoso, hago lo mismo, para bendecirla! Dígame, ¿está contenta? 251

AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO<br />

Si Monseñor <strong>de</strong> Meriño encontraba sabrosas las cartas <strong>de</strong> Flaubert a George Sand, por lo<br />

íntimas y afectuosas tanto como por su hermosa forma literaria, yo hallé a ésta suya para mí<br />

un sabor <strong>de</strong>leitoso. El estilo, la variedad <strong>de</strong> tonos, todo en ella me cautivó. Ese viaje <strong>de</strong>scrito<br />

en algunas líneas, parecióme una maravilla. Sentíme como arrebatada con él en vuelo fantástico<br />

y vuelta a tierra, saliendo <strong>de</strong> un sueño. ¡Y luego esos chistes! ¡Oh esos chistes fueron<br />

los que más me conmovieron! ¡Los que hicieron brotar las lágrimas <strong>de</strong> mis ojos! ¡En ellos<br />

pu<strong>de</strong> apreciar la extensión <strong>de</strong>l afecto que se me profesaba! ¿No se lo inspiraba a mi ilustre<br />

amigo el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> distraerme?<br />

Suficientemente me probaban que él recordaba con dolor a la pobrecita enferma <strong>de</strong><br />

cuerpo y <strong>de</strong> alma que, a tanta distancia, luchaba penosamente contra un <strong>de</strong>stino siempre<br />

adverso, ¡y <strong>de</strong>ploraba su ausencia!<br />

Cada párrafo <strong>de</strong> la carta estaba escrito expresamente; meditado para hacerme compren<strong>de</strong>r<br />

que no se me olvidaba.<br />

Hasta la forma apasionada <strong>de</strong> la <strong>de</strong>spedida tenía su significación. Había sido dictada<br />

por un corazón lleno <strong>de</strong> sublime caridad para mí. El <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> volver pronto era otra prueba<br />

<strong>de</strong> tierna bondad; ese <strong>de</strong>seo que yo reconocía por sincero y que sabía agra<strong>de</strong>cer en lo más<br />

íntimo <strong>de</strong>l alma.<br />

xxx<br />

No recibí otra epístola <strong>de</strong> mi amado amigo.<br />

El tiempo pasó lentamente a mi modo <strong>de</strong> ver; más en realidad trayendo consigo las<br />

distintas peripecias <strong>de</strong> la vida, que lo hacen soportar. Y Monseñor regresó. En buena salud<br />

y muy animado. Siempre amoroso, como un padre para mí.<br />

Ya le tenía a mi alcance <strong>de</strong> nuevo. Volver a verle me fue muy grato; pero mi melancolía<br />

perduraba. Lamentó el que se hubiese suspendido la edición <strong>de</strong> mi obra y, haciendo oposición<br />

a mi propósito <strong>de</strong> revisar mis manuscritos y <strong>de</strong> hacer en ellos correcciones, aconsejó a<br />

mi esposo que me los quitara y me dijo:<br />

—¡No, Amelia! Deje su novela así; que salga como está. El público gustará <strong>de</strong> ella y que<br />

eso le baste. Su salud vale más que todo. Un exceso <strong>de</strong> trabajo volvería a hacerle daño.<br />

El trabajo en la imprenta se reanudó, volvimos a nuestra correspon<strong>de</strong>ncia epistolar con<br />

ese motivo y por otros distintos.<br />

...............................................................................................................<br />

En una tarjeta sin fecha:<br />

Nada, mi buena y noble amiga.<br />

¡Ya listo para ir don<strong>de</strong> usted, me ha llegado gente y he tenido que suplicar me permitan<br />

un momento para trazar a usted estas líneas <strong>de</strong> excusa!<br />

Fernando, Arzobispo <strong>de</strong> Santo Domingo.<br />

...............................................................................................................<br />

Carta décimo novena<br />

¡Vaya, mi querida caprichosa!<br />

¡La atmósfera nebulosa <strong>de</strong> ayer nos tenía a todos como ofuscados! ¿Con que le escribí<br />

archiepiscopalmente? ¡Pues hoy, <strong>de</strong>spejado y afectuoso, hago lo mismo, para ben<strong>de</strong>cirla! Dígame,<br />

¿está contenta?<br />

251

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!