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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES IDEALISMO Perfiles de la obra de Amelia Francasci TRABAJO DE INGRESO ACADÉMICO En esta solemne ocasión, cuando el afecto y la bondad corren paralelos con la condescendencia, justificado este evento por una relevante generosidad humana, debemos sinceramos con nosotros mismos para expresar que sentimos el peso de enorme responsabilidad, nunca antes experimentada en nuestra vida intelectual –literaria o artística– y por tanto, nos es indispensable la reciedumbre y solidez de bases sobre las cuales deberemos comenzar a “edificar en la parcela que me habéis concedido” en esta Casa, como dijese en ocasión semejante un ilustre académico. En ya lejana oportunidad accedimos a inmerecido sitial cuando la infortunadamente aniquilada “Academia Nacional de Artes y Letras” de Cuba, nos elevó a sus cuadros como Académico Correspondiente, constituyendo nuestro trabajo de ingreso aquel publicado bajo el rubro de “Brindis de Salas en Santo Domingo”. Pero, gran diferencia ocurre con el presente, para nosotros emotivo y altamente honrador, por su inesperado acaecer y por encontrarnos rodeados de conspicua representación de la cultura de nuestra Patria, entre quienes reconocemos a Maestros, mentores, consejeros y amigos, todos apreciadísimos. Entre vosotros, y no podríamos excluirnos, sigue viviendo el sincero y grandioso afán de servicio que animó la acrisolada capacidad intelectual y artística, de rancio abolengo, del Académico Dr. Maximiliano Henríquez Ureña, dormido ya en el eterno sueño de los grandes, y cuyo asiento venimos a ocupar por una decisión que nos enaltece y que parecería dictada por el todavía inescrutable destino de nuestras vidas. ¿Cómo entretejer el panegírico de quien fue tan cercano a quien os habla…? En las intrincadas labores y deberes de nuestro servicio exterior, nuestro Maestro; más que ésto, compañero durante los años iniciales de la Organización de las Naciones Unidas en los días de Lake Succés y de Flushing; junto a él, en una casi diaria y versátil exploración por los senderos de nuestra literatura y la cultura universal, la pureza de nuestra lengua que tanto amó y supo atesorar como llama votiva al recuerdo de Salomé Ureña, la ilustre progenitora; pero sobre todo, por el cariño y respeto al nombre y la obra del hermano Pedro, de quien hablaba con una modestia que le hacía honor a Max. Junto a él, lo repetimos, transcurrieron largas horas de estudio, crítica, consulta y observación, cubriendo amplios campos de la política mundial, manifestaciones académicas en Harvard, Princenton, Columbia, la Academia de Ciencias Políticas en Filadelfia, sus conferencias en el Instituto Hispánico newyorquino o en el círculo dirigido por el Profesor Tannenbaum; luego, la asistencia muy constante a conciertos y recitales, óperas y teatro, ¡algo que se convirtió en una apreciable fuente de placeres intelectuales que no volverán, pero que viven con toda frescura en nuestro corazón, rememorando al hombre, al escritor, al artista…! Max Henríquez Ureña fue, sin quererlo, un hombre polifacético, envuelto y dotado por ese elegantismo que hoy parece haber perdido adeptos. Cubría con sobriedad la oportuna intervención en la conversación de grupos o en el diálogo. Para él no había preferencias entre literatura, música, filosofía, matemáticas y las numerosas corrientes que han venido manifestándose de siglo en siglo. 196
AMELIA FRANCASCI | MONSEÑOR DE MERIÑO ÍNTIMO Se ha comentado que Max no escaló la altura olímpica de Pedro Henríquez Ureña, pero en cambio, brilló en su carácter el admirable don de la comunicación humana, y por lo tanto, fue grandioso en la amistad, en el culto a lo bello, en la preservación de las formas del legado hablado y escrito de nuestra hispanidad; en el apacible amor hacia la familia. Nunca se revistió de actitudes negativas, las mismas que han privado a muchos intelectuales el vivir con las evoluciones de su tiempo. Antes que todo, dominicano auténtico, y prueba de ello sus obras de contribución a nuestra historia o acervo cultural o su columna en el Listín Diario, cátedra abierta a las presentes generaciones. Germinó en él un americanismo singular y pleno en comprensiones. A Cuba le amó como la segunda patria en la cual nacieron sus hijos; no por ello dejó de sentirse en casa propia cuando su carrera diplomática le llevó a residir en Argentina, Brasil, Perú y otros países hermanos. El corazón universalista que latía en él fructificó en una permanente cosecha de lazos fraternos, discípulos y admiradores. Nació Maximiliano Henríquez Ureña el 16 de noviembre de 1885 en Santo Domingo, vástago del ilustre matrimonio de Salomé Ureña y el Dr. Francisco Henríquez y Carvajal. Falleció como muchas veces nos confesó era su deseo –temiendo que ocurriese en playas extrañas– en su ciudad natal, apenas no hace un lustro. Su trayectoria es bastamente conocida por los Señores Académicos y por toda nuestra América para extendernos. Innecesario es pues enumerar los triunfos de este dominicano ilustre, caballero del mundo, nutrido de cultura; los pulmones henchidos por todos los aires de nuestra tierra y mente abierta a todos los caminos de la imaginación. Todavía no hemos ofrecido a su memoria el homenaje que merece este nombre preclaro… ¡Ese día se sentirá satisfecha la Patria que él añoró grande e inmortal…! Su recuerdo nos alienta, nos vivifica, nos induce a cuidarnos del pecado intelectual; nos fuerza a poner en marcha todo cuanto signifique la eternidad de su obra. Con estas palabras no pretendemos generar el halago espiritual que los Señores Académicos podrían aguardar de un nuevo compañero, acostumbrados al máximo rigor de una tribuna tan honrosa como ésta. Oficiar en ella no es tarea fácil. Fieles devotos a las formas de la estética, creemos que sólo una comprensiva recepción –como la hubiéramos encontrado en Max Henríquez Ureña– ha de ayudarnos en los obligados e ineludibles preceptos de la Academia que hoy nos acoge, ligada por razones institucionales al supremo organismo que en la Madre Patria lleva el nombre de Real Academia de la Lengua Española. Como dijimos en nuestra misiva de aceptación a la elección recaída en nuestra persona, reiteramos que nuestra comunión espiritual con el Dr. Max Henríquez Ureña hará más llevadera esta distinción. Por ello, trataremos de dignificar el asiento que dejó el físico vacío producido por la inesperada llamada a lo infinito, pero no así inaprovechables los surcos que abrieron las ideas y las luces del eminente Académico dominicano. Aceptad pues, éstas palabras, como acto de fe y de propósitos en nuestra colaboración al trabajo de este Templo de la Cultura. Idealismo y exotismo en la literatura de América Francasci El panorama de la literatura americana ha atraído en diversos ciclos de estudio a críticos, bibliógrafos y amantes de la cultura. Para ser parcos en este aspecto de las letras castellanas en el Continente descubierto por Colón, orgullosos de haber conservado y contribuido a la evolución y el desarrollo de la lengua de Cervantes, no es ya un secreto 197
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />
IDEALISMO<br />
Perfiles <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Amelia Francasci<br />
TRABAJO DE INGRESO ACADÉMICO<br />
En esta solemne ocasión, cuando el afecto y la bondad corren paralelos con la con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia,<br />
justificado este evento por una relevante generosidad humana, <strong>de</strong>bemos sinceramos<br />
con nosotros mismos para expresar que sentimos el peso <strong>de</strong> enorme responsabilidad, nunca<br />
antes experimentada en nuestra vida intelectual –literaria o artística– y por tanto, nos es<br />
indispensable la reciedumbre y soli<strong>de</strong>z <strong>de</strong> bases sobre las cuales <strong>de</strong>beremos comenzar a<br />
“edificar en la parcela que me habéis concedido” en esta Casa, como dijese en ocasión semejante<br />
un ilustre académico.<br />
En ya lejana oportunidad accedimos a inmerecido sitial cuando la infortunadamente<br />
aniquilada “Aca<strong>de</strong>mia Nacional <strong>de</strong> Artes y Letras” <strong>de</strong> Cuba, nos elevó a sus cuadros como<br />
Académico Correspondiente, constituyendo nuestro trabajo <strong>de</strong> ingreso aquel publicado bajo<br />
el rubro <strong>de</strong> “Brindis <strong>de</strong> Salas en Santo Domingo”. Pero, gran diferencia ocurre con el presente,<br />
para nosotros emotivo y altamente honrador, por su inesperado acaecer y por encontrarnos<br />
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a Maestros, mentores, consejeros y amigos, todos apreciadísimos.<br />
Entre vosotros, y no podríamos excluirnos, sigue viviendo el sincero y grandioso afán<br />
<strong>de</strong> servicio que animó la acrisolada capacidad intelectual y artística, <strong>de</strong> rancio abolengo,<br />
<strong>de</strong>l Académico Dr. Maximiliano Henríquez Ureña, dormido ya en el eterno sueño <strong>de</strong> los<br />
gran<strong>de</strong>s, y cuyo asiento venimos a ocupar por una <strong>de</strong>cisión que nos enaltece y que parecería<br />
dictada por el todavía inescrutable <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> nuestras vidas.<br />
¿Cómo entretejer el panegírico <strong>de</strong> quien fue tan cercano a quien os habla…? En las<br />
intrincadas labores y <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> nuestro servicio exterior, nuestro Maestro; más que ésto,<br />
compañero durante los años iniciales <strong>de</strong> la Organización <strong>de</strong> las Naciones Unidas en los días<br />
<strong>de</strong> Lake Succés y <strong>de</strong> Flushing; junto a él, en una casi diaria y versátil exploración por los<br />
sen<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> nuestra literatura y la cultura universal, la pureza <strong>de</strong> nuestra lengua que tanto<br />
amó y supo atesorar como llama votiva al recuerdo <strong>de</strong> Salomé Ureña, la ilustre progenitora;<br />
pero sobre todo, por el cariño y respeto al nombre y la obra <strong>de</strong>l hermano Pedro, <strong>de</strong> quien<br />
hablaba con una mo<strong>de</strong>stia que le hacía honor a Max.<br />
Junto a él, lo repetimos, transcurrieron largas horas <strong>de</strong> estudio, crítica, consulta y observación,<br />
cubriendo amplios campos <strong>de</strong> la política mundial, manifestaciones académicas<br />
en Harvard, Princenton, Columbia, la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> Ciencias Políticas en Fila<strong>de</strong>lfia, sus<br />
conferencias en el Instituto Hispánico newyorquino o en el círculo dirigido por el Profesor<br />
Tannenbaum; luego, la asistencia muy constante a conciertos y recitales, óperas y teatro,<br />
¡algo que se convirtió en una apreciable fuente <strong>de</strong> placeres intelectuales que no volverán,<br />
pero que viven con toda frescura en nuestro corazón, rememorando al hombre, al escritor,<br />
al artista…!<br />
Max Henríquez Ureña fue, sin quererlo, un hombre polifacético, envuelto y dotado por<br />
ese elegantismo que hoy parece haber perdido a<strong>de</strong>ptos. Cubría con sobriedad la oportuna<br />
intervención en la conversación <strong>de</strong> grupos o en el diálogo. Para él no había preferencias<br />
entre literatura, música, filosofía, matemáticas y las numerosas corrientes que han venido<br />
manifestándose <strong>de</strong> siglo en siglo.<br />
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