Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES En el Ingenio Boca Chica también fui médico de asistencia de la mayoría de sus empleados, algunos de los cuales todavía reciben mis consejos y tratamientos. El administrador era un ingeniero americano llamado Mr. Foxx, a quien tuve el privilegio de asistir en múltiples ocasiones. Era un hombre muy humano y bondadoso, a pesar de ser muy recto en su trabajo. Lo tuve que operar en varias ocasiones, pero no puedo olvidar la intervención de amígdalas que le practiqué, en la cual hubo toda clase de inconvenientes anestésicos y yo estaba muy interesado en hacer algo que superara los fracasos anteriores que otros habían sufrido en intentos de curación. Siempre había reaparición de las molestias por extirpaciones incompletas, tanto aquí como en el extranjero. El resultado obtenido en este enfermo fue rotundo y esto me dio gran prestigio como operador de amígdalas. Hubo días en que tuve que operar dos y tres casos, como resultó con los niños, hoy ya adultos, hijos del Mayor Vallejo, a quienes extirpé las amígdalas el mismo día. El señor Foxx tenía una hija encantadora y muy agraciada, pero sordo-muda, la cual había estado por muchos años en una escuela especial en los Estados Unidos, donde había aprendido de manera brillante a leer los labios. Podía entender todo cuanto le decían, si miraba fijamente a los labios de quien le hablara. Fue un acontecimiento de grata recordación su matrimonio con un apuesto joven, también sordo-mudo a quien había conocido en la escuela en que ambos estudiaban, siendo apadrinada la boda por otro inhabilitado de la palabra. La recepción nupcial se celebró en el Santo Domingo Country Club, celebrándose una velada bailable, en la cual participaron los novios, que podían seguir el ritmo de la música por las vibraciones de sus pies. Cuando Mr. Foxx se retiró, ocupó la administración su ayudante, Mr. Trainer, con quien también mantuve relaciones muy cordiales y rendí servicios médicos durante toda su permanencia en nuestro país. A su esposa le practiqué una operación por fibroma uterino y al resto de la familia rendí servicios de todas clases. Su hija se casó en nuestro país con el gerente del Banco de Nova Scotia, que lo era entonces Mr. Evans, un joven que hizo su carrera bancaria en la sucursal de esta capital, siendo testigo de la boda, pues mantenía estrecha amistad con ambos contrayentes. En el Ingenio Boca Chica trabajaba como ingeniero mecánico un joven llamado Mr. Hill, a cuya esposa me correspondió también operar de urgencia. Luego se trasladó a Haití a servir una posición similar en un gran ingenio que existía allí, manteniendo siempre muy cordiales relaciones de amistad. Hace poco, en un viaje de turismo que efectuaban por esta área pudimos renovar recuerdos. Sexto Congreso Médico En 1950, se celebró en la República este trascendental evento médico y me correspondió presidirlo por disposición oficial. Para su preparación consumí gran número de horas extras de mi ocupado trabajo. Al mismo tiempo se iba a celebrar una conferencia de la Oficina Sanitaria Pan Americana a la cual también tenía que servir como asesor. La preparación fue tan minuciosa, que puedo orgullosamente decir que constituyó un gran triunfo para la clase médica, así como para mí y los que colaboraron conmigo en su preparación. 160
Los actos se celebraban en la Universidad de Santo Domingo, y se había constituido por capítulos, en cada uno de los cuales fueron presentados trabajos de gran valor científico. Al terminar el evento, publiqué una memoria de casi 500 páginas, en la cual se recogieron todos los trabajos presentados y se reseñaban los actos sociales que fueron celebrados conjuntamente. Entre los trabajos que se presentaron, hubo muchos realmente originales y de gran importancia nacional y científica. Especial mención debe hacerse del estudio que se presentó sobre los pseudo-hermafroditas de la región de las Salinas de Barahona, así como otras enfermedades peculiares de la región. El trabajo sobre genética y el que se dedicó al estudio de las arañas ponzoñosas de ciertas regiones del país, todavía sirven de base para ulteriores estudios. Desgraciadamente, después no se volvieron a efectuar otros congresos médicos, probablemente por la apatía profesional que siempre nos ha caracterizado a los que trabajamos en la clase médica y cuya ausencia se hace sentir cada vez más. Es verdad que ahora se celebran congresos y encuentros de especialidades, patrocinados por las diferentes asociaciones de especialistas, pero de ninguna manera pueden sustituir a los congresos médicos nacionales que fueron celebrados con bastante regularidad durante casi tres décadas. Los congresos médicos nacionales eran verdaderos certámenes en los cuales nuestros profesionales de la medicina traían el fruto de sus estudios y esfuerzos y hasta se galardonaba a sus autores. Clínica Internacional ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS DE ORO CON LA MEDICINA Al ser clausurado el Hospital Internacional en 1955, varios de mis compañeros médicos, en su mayoría mis discípulos, y yo, decidimos establecer una clínica privada, para mantenernos unidos, y continuar nuestra labor médica de equipo. Fue así como surgió la idea de edificar en la Avenida México, muy cerca del clausurado hospital, una moderna clínica privada, para la asistencia de enfermos. Se compró un terreno bastante grande y con parte del equipo obsequiado a nosotros por la Misión Evangélica, se construyó una moderna estructura para dichos fines, inaugurada en 1955, con gran despliegue propagandístico. Por primera vez se dotaron las habitaciones con aire acondicionado, teléfonos privados y muebles a color, así como sábanas, cortinas y vajilla en consonancia con el color de los muebles. Fue un experimento privado de gran trascendencia y de proyecciones incalculables, constituyendo, probablemente, el germen de los modernos centros médicos que han proliferado años después. Así inicié, realmente de manera exclusiva, mi actuación profesional privada, que ya había comenzado en mis primeros años de ejercicio, compartidos con servicios hospitalarios y de caridad. La labor que he realizado en sus diez y ocho años de existencia en esta clínica, han sido muy apreciables, pero está limitada, en cantidad, por tratarse de enfermos privados y éstos no son tan numerosos como los que se hacen en asistencia hospitalaria. Como consecuencia de esta limitación, el ritmo operatorio que había mantenido en mis años anteriores, descendió bastante comparado con este período de vida quirúrgica 161
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En el Ingenio Boca Chica también fui médico <strong>de</strong> asistencia <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> sus empleados,<br />
algunos <strong>de</strong> los cuales todavía reciben mis consejos y tratamientos.<br />
El administrador era un ingeniero americano llamado Mr. Foxx, a quien tuve el privilegio<br />
<strong>de</strong> asistir en múltiples ocasiones. Era un hombre muy humano y bondadoso, a pesar <strong>de</strong> ser<br />
muy recto en su trabajo.<br />
Lo tuve que operar en varias ocasiones, pero no puedo olvidar la intervención <strong>de</strong> amígdalas<br />
que le practiqué, en la cual hubo toda clase <strong>de</strong> inconvenientes anestésicos y yo estaba<br />
muy interesado en hacer algo que superara los fracasos anteriores que otros habían sufrido<br />
en intentos <strong>de</strong> curación. Siempre había reaparición <strong>de</strong> las molestias por extirpaciones incompletas,<br />
tanto aquí como en el extranjero.<br />
El resultado obtenido en este enfermo fue rotundo y esto me dio gran prestigio como operador<br />
<strong>de</strong> amígdalas. Hubo días en que tuve que operar dos y tres casos, como resultó con los niños,<br />
hoy ya adultos, hijos <strong>de</strong>l Mayor Vallejo, a quienes extirpé las amígdalas el mismo día.<br />
El señor Foxx tenía una hija encantadora y muy agraciada, pero sordo-muda, la cual<br />
había estado por muchos años en una escuela especial en los Estados Unidos, don<strong>de</strong> había<br />
aprendido <strong>de</strong> manera brillante a leer los labios. Podía enten<strong>de</strong>r todo cuanto le <strong>de</strong>cían, si<br />
miraba fijamente a los labios <strong>de</strong> quien le hablara. Fue un acontecimiento <strong>de</strong> grata recordación<br />
su matrimonio con un apuesto joven, también sordo-mudo a quien había conocido en<br />
la escuela en que ambos estudiaban, siendo apadrinada la boda por otro inhabilitado <strong>de</strong> la<br />
palabra. La recepción nupcial se celebró en el Santo Domingo Country Club, celebrándose<br />
una velada bailable, en la cual participaron los novios, que podían seguir el ritmo <strong>de</strong> la<br />
música por las vibraciones <strong>de</strong> sus pies.<br />
Cuando Mr. Foxx se retiró, ocupó la administración su ayudante, Mr. Trainer, con quien<br />
también mantuve relaciones muy cordiales y rendí servicios médicos durante toda su permanencia<br />
en nuestro país. A su esposa le practiqué una operación por fibroma uterino y al<br />
resto <strong>de</strong> la familia rendí servicios <strong>de</strong> todas clases. Su hija se casó en nuestro país con el gerente<br />
<strong>de</strong>l <strong>Banco</strong> <strong>de</strong> Nova Scotia, que lo era entonces Mr. Evans, un joven que hizo su carrera<br />
bancaria en la sucursal <strong>de</strong> esta capital, siendo testigo <strong>de</strong> la boda, pues mantenía estrecha<br />
amistad con ambos contrayentes.<br />
En el Ingenio Boca Chica trabajaba como ingeniero mecánico un joven llamado Mr.<br />
Hill, a cuya esposa me correspondió también operar <strong>de</strong> urgencia. Luego se trasladó a Haití<br />
a servir una posición similar en un gran ingenio que existía allí, manteniendo siempre muy<br />
cordiales relaciones <strong>de</strong> amistad. Hace poco, en un viaje <strong>de</strong> turismo que efectuaban por esta<br />
área pudimos renovar recuerdos.<br />
Sexto Congreso Médico<br />
En 1950, se celebró en la República este trascen<strong>de</strong>ntal evento médico y me correspondió<br />
presidirlo por disposición oficial.<br />
Para su preparación consumí gran número <strong>de</strong> horas extras <strong>de</strong> mi ocupado trabajo.<br />
Al mismo tiempo se iba a celebrar una conferencia <strong>de</strong> la Oficina Sanitaria Pan Americana<br />
a la cual también tenía que servir como asesor.<br />
La preparación fue tan minuciosa, que puedo orgullosamente <strong>de</strong>cir que constituyó un<br />
gran triunfo para la clase médica, así como para mí y los que colaboraron conmigo en su<br />
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