Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas

banreservas.com.do
from banreservas.com.do More from this publisher
23.04.2013 Views

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES “gangrena gaseosa” disponiendo la amputación alta a nivel del tercio superior del muslo. Desgraciadamente, la septicemia que ya existía, con gran hipertermia e intoxicación siguió su curso y 24 horas después de aquel heroico tratamiento, el enfermo murió. Otro enfermo que recuerdo fue un hombre que había sido atropellado en su casa, mientras se encontraba durmiendo, por un camión que rompió la esquina de la casa de madera en que habitaba, produciéndole una fractura abierta de la pierna, con gran desgarradura de las partes blandas, que antes de 24 horas de haber sido llevado a mi servicio, ya presentaba evidencia de estar desarrollando una “gangrena gaseosa” con septicemia, que hizo necesaria una amputación alta del miembro, la cual aparentemente controló la grave infección. Mientras estaba en su convalecencia, unos veinte días después del accidente, comenzó a tener síntomas de “Tétanos”, a pesar de que se le había administrado anti-toxina en dos ocasiones (al ingreso y a la semana del accidente). Después de un largo tratamiento en que fue utilizada la anti-toxina a grandes dosis, por todas las vías (sub-cutáneas, intravenosa e intra-raquídea), el enfermo murió sin haberse recuperado de esta última complicación, sin responder a las esperanzas que teníamos de curarlo. Siempre me recuerdo de este caso, por las circunstancias en que sucedió. Un hombre durmiendo en su casa, atropellado por un vehículo que destruye una pared de una esquina, y que produce una fractura abierta que se complica con gangrena gaseosa y luego se tetaniza, parece ser la culminación de una serie de circunstancias que parecen sellar la mala fortuna y el destino de una persona. Otros casos de gangrena gaseosa no fueron tan fatales como los descritos, pues aparte de las mutilaciones con que fueron afectados, se recuperaron. Desde luego, es una de las enfermedades en que tuve menos suerte en mi vida quirúrgica, pues la mortalidad fue muy por encima de mi estadística de mortalidad general en otras dolencias. Invaginación intestinal Esta enfermedad fue vista por mí muchas veces en niños y operada a tiempo con resultados muy halagadores, pero hay un caso que merece mi especial mención. Era un enfermo que me llegó del sur del país con diagnóstico de disentería crónica, por estar evacuando sangre y mucosidades, desde hacía muchos días, quizás semanas. Al examen del vientre encontré una masa dura, de aspecto tumoral, en la fosa ilíaca derecha, que me hizo pensar en una oclusión de tipo crónico, pues había ausencia de síntomas esenciales, como eran los vómitos. Después de varios días de observación y de radiografías, me pareció que se confirmaba el presunto diagnóstico de oclusión, que por su edad, debía ser de origen maligno. Decidí operarlo, con una laparotomía lateral a nivel del borde externo del recto derecho, y al hacer la exploración de rutina, encontré que el ciego y el colon contenían más de dos metros de intestino delgado en su interior, con gangrena de todos los elementos envueltos en la lesión, por lo que decidí practicar una colectomía de toda la masa y practicar una anastomosis a nivel del colon transverso con un asa de intestino sano. Fue una operación muy laboriosa, practicada en las peores condiciones imaginables, con focos de infección por todas partes, preparándome para las posibles complicaciones como algo inexorable. Sin embargo, para mi sorpresa y suerte para el enfermo, no hubo ninguna complicación y la herida cicatrizó por primera intención, evolucionando como si 142

ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS DE ORO CON LA MEDICINA se hubiera tratado de algo normal y corriente. A los tres o cuatro días se estableció el tránsito intestinal, con evacuaciones normales y paso de gases, como en un caso más. Este enfermo fue visto por mí como a los cinco años y le hice practicar una radiografía con medio de contraste, encontrando que la anastomosis funcionaba a la perfección. Ex presidente Machado Entre los clientes importantes a quienes asistí, se encuentra el ex presidente, General Gerardo Machado, de Cuba, cuando se encontraba exiliado en nuestro país, después de su derrocamiento. Muy pocos dominicanos estaban enterados de su presencia en nuestro país, al cual había llegado secretamente por las costas de Montecristi, en un pequeño yate que lo había transportado desde las Bahamas. Así es que cuando se me requirieron mis atenciones médicas para su enfermedad, yo ignoraba que estuviera conviviendo entre nosotros. Una noche vino a mi casa de familia en la calle Mercedes, un hombre que por su tono y acento no podía ocultar ser cubano y me pidió ir a ver a un enfermo, sin decirme de quién se trataba. En su propio automóvil salimos en dirección a San Gerónimo y al llegar a una casa que existió o existe todavía cerca del Hospital Robert Reid Cabral, muy cerca de donde están las oficinas de Rahintel, fui llevado a la presencia de un hombre bastante gravemente enfermo, con una aparente intoxicación alimenticia, que había que descartar que se tratara de un envenenamiento criminal, dadas las condiciones del paciente. Cuando estuve en su presencia, me preguntó que si yo sabía quién era él, contestándole afirmativamente por haberlo visto en muchas fotografías y a renglón seguido me inquirió que si yo tenía algo en su contra, a lo cual contesté que aunque no compartía sus ideas políticas, yo nada sentía en su contra, porque yo no era cubano, y además que mi condición de médico no podía impedirme que asistiera con toda diligencia e interés a un paciente que solicitara mis servicios. Luego de una pequeña pausa me dijo “bueno, me voy contigo, porque me has inspirado confianza”. Así fue que esa misma noche lo trasladé al Hospital Internacional, alojándolo en la mejor habitación de que disponíamos. Los exámenes de laboratorio no encontraron nada en referencia a intoxicación criminal, y el enfermo mejoró prontamente, recuperándose en pocos días, pero él no se quería ir a su hogar, porque se consideraba muy feliz y bien atendido por el personal del hospital. Pasó unas dos semanas en convalecencia durante las cuales llegamos a intimidar y me confió muchos secretos de su vida política, desde sus inicios en la guerra libertadora, en la cual había llegado a mayor general, hasta su derrocamiento como presidente y su fuga precipitada al extranjero. Mi hija, que entonces era muy pequeña y me acompañaba muchas veces en mis visitas nocturnas al hospital, también entraba al dormitorio del General, comportándose él como un verdadero “abuelo” en intimidad con una nietecita, que a lo mejor añoraba. En muchas ocasiones ella estuvo sentada en sus piernas como si se tratara de un familiar, por la confianza que él le inspiraba. 143

ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS DE ORO CON LA MEDICINA<br />

se hubiera tratado <strong>de</strong> algo normal y corriente. A los tres o cuatro días se estableció el tránsito<br />

intestinal, con evacuaciones normales y paso <strong>de</strong> gases, como en un caso más.<br />

Este enfermo fue visto por mí como a los cinco años y le hice practicar una radiografía<br />

con medio <strong>de</strong> contraste, encontrando que la anastomosis funcionaba a la perfección.<br />

Ex presi<strong>de</strong>nte Machado<br />

Entre los clientes importantes a quienes asistí, se encuentra el ex presi<strong>de</strong>nte, General<br />

Gerardo Machado, <strong>de</strong> Cuba, cuando se encontraba exiliado en nuestro país, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su<br />

<strong>de</strong>rrocamiento.<br />

Muy pocos dominicanos estaban enterados <strong>de</strong> su presencia en nuestro país, al cual<br />

había llegado secretamente por las costas <strong>de</strong> Montecristi, en un pequeño yate que lo había<br />

transportado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las Bahamas.<br />

Así es que cuando se me requirieron mis atenciones médicas para su enfermedad, yo<br />

ignoraba que estuviera conviviendo entre nosotros.<br />

Una noche vino a mi casa <strong>de</strong> familia en la calle Merce<strong>de</strong>s, un hombre que por su tono y<br />

acento no podía ocultar ser cubano y me pidió ir a ver a un enfermo, sin <strong>de</strong>cirme <strong>de</strong> quién<br />

se trataba.<br />

En su propio automóvil salimos en dirección a San Gerónimo y al llegar a una casa que<br />

existió o existe todavía cerca <strong>de</strong>l Hospital Robert Reid Cabral, muy cerca <strong>de</strong> don<strong>de</strong> están las<br />

oficinas <strong>de</strong> Rahintel, fui llevado a la presencia <strong>de</strong> un hombre bastante gravemente enfermo,<br />

con una aparente intoxicación alimenticia, que había que <strong>de</strong>scartar que se tratara <strong>de</strong> un<br />

envenenamiento criminal, dadas las condiciones <strong>de</strong>l paciente.<br />

Cuando estuve en su presencia, me preguntó que si yo sabía quién era él, contestándole<br />

afirmativamente por haberlo visto en muchas fotografías y a renglón seguido me inquirió<br />

que si yo tenía algo en su contra, a lo cual contesté que aunque no compartía sus i<strong>de</strong>as políticas,<br />

yo nada sentía en su contra, porque yo no era cubano, y a<strong>de</strong>más que mi condición<br />

<strong>de</strong> médico no podía impedirme que asistiera con toda diligencia e interés a un paciente que<br />

solicitara mis servicios.<br />

Luego <strong>de</strong> una pequeña pausa me dijo “bueno, me voy contigo, porque me has inspirado<br />

confianza”.<br />

Así fue que esa misma noche lo trasladé al Hospital Internacional, alojándolo en la mejor<br />

habitación <strong>de</strong> que disponíamos.<br />

Los exámenes <strong>de</strong> laboratorio no encontraron nada en referencia a intoxicación criminal,<br />

y el enfermo mejoró prontamente, recuperándose en pocos días, pero él no se quería ir a su<br />

hogar, porque se consi<strong>de</strong>raba muy feliz y bien atendido por el personal <strong>de</strong>l hospital.<br />

Pasó unas dos semanas en convalecencia durante las cuales llegamos a intimidar y me<br />

confió muchos secretos <strong>de</strong> su vida política, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus inicios en la guerra libertadora, en<br />

la cual había llegado a mayor general, hasta su <strong>de</strong>rrocamiento como presi<strong>de</strong>nte y su fuga<br />

precipitada al extranjero.<br />

Mi hija, que entonces era muy pequeña y me acompañaba muchas veces en mis visitas<br />

nocturnas al hospital, también entraba al dormitorio <strong>de</strong>l General, comportándose él como<br />

un verda<strong>de</strong>ro “abuelo” en intimidad con una nietecita, que a lo mejor añoraba. En muchas<br />

ocasiones ella estuvo sentada en sus piernas como si se tratara <strong>de</strong> un familiar, por la confianza<br />

que él le inspiraba.<br />

143

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!