Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES Este caballero guardaba un recuerdo muy cariñoso de mis servicios a pesar del tiempo transcurrido. Durante este período de mi vida profesional practiqué algunas operaciones de cistotomía, con fines de extracción de cálculos vesicales (la llamada talla hipogástrica), pero debo recordar una en particular, con extracción de un cálculo enorme de más o menos el tamaño de una toronja, que fue descubierto por una radiografía que se le tomó por estar acusando síntomas de cistitis, con frecuencia de micciones y se encontró dicho hallazgo. Para poder extraer dicho cálculo fue necesario aplicar un pequeño fórceps, como si se tratara de la cabeza de un feto. Sobre el riñón tuve muchas experiencias, tales como nefrectomías, en número de seis o siete, unas veces por pionefrosis y uronefrosis y hasta por hipernefroma, con magnífico resultado y también nefropexias por riñón flotante o ectópico y algunas nefrolitotomías por cálculos coralíferos de gran tamaño, que también evolucionaron muy satisfactoriamente, a pesar de que uno se complicó con una tremenda hemorragia que puso en peligro la vida del paciente, especialmente por la dificultad que existía entonces para las transfusiones. Este caso me ocurrió con uno de los funcionarios de la Esso y lo recuerdo por el gran susto que me produjo esta inesperada complicación. En esta especialidad llegué hasta a ordenar una serie de cistoscopios, que usaba con bastante frecuencia, pero que luego dejé en desuso, porque no podía consagrarme a tantas facetas de la cirugía al mismo tiempo y ésta me llevaba más del disponible. Mi banquero favorito En la década del treinta, todos los bancos comerciales que funcionaban en el país eran extranjeros y desde luego, sus gerentes también lo eran. Yo fui médico de la mayoría de dichos gerentes y altos funcionarios, así como también de los representantes de la mayoría de las compañías petroleras, de la compañía Eléctrica, de la de Teléfonos y de la Receptoría General de Aduanas, que todavía controlaba nuestras rentas. Esta circunstancia me hizo tener muy estrechas relaciones con los gerentes de The National City Bank, entre los cuales recuerdo a Mr. Wheeler, Mr. Jackson, Mr. Erickson y Mr. Pérez. La señora Erickson fue atendida por mí en su último parto; Mr. Jackson igualmente fue atendido en varias ocasiones, así como su familia, hasta su muerte ocurrida en los Estados Unidos después de una lobectomía; la familia de Mr. Wheeler igualmente era atendida en todas sus dolencias por mí; y Mr. Pérez murió en mis manos a consecuencia de una fuerte hemorragia gastro-intestinal, pero su familia, compuesta por su esposa y sus hijos, todavía guardan gratos recuerdos de mis servicios médicos rendidos. En el Royal Bank of Canada, su gerente Mr. O’Connell, de tan grata recordación fue mi cliente durante toda su actuación en el país y al ser jubilado, y mientras se mantuvo residiendo en esta capital siguió recibiendo mis consejos médicos, hasta que se retiró a vivir en la Florida. En el Bank of Nova Scotia, fui médico de cabecera de sus gerentes Mr. Irving, Mr. Robinson, Mr. Evans y Mr. Hinchliff. De igual manera estuvieron bajo mis cuidados médicos, sus familiares, y muchos de sus hijos nacieron bajo mis atenciones. 140
Fue sin embargo, Mr. Hinchcliff mi banquero favorito por haberme brindado su amistad sin ninguna reserva. Recuerdo que él me llevó a la Vice-Presidencia del Santo Domingo Country Club cuando fue electo Presidente de esta asociación, que gozaba ya de gran prestigio en la sociedad dominicana, e igualmente guardo un profundo agradecimiento por la prueba de confianza que depositó en mí al facilitarme todos los préstamos que fueron necesarios para la edificación de mi residencia en la cual todavía vivo, operación que fue efectuada fuera de todas las reglas bancarias de esa época, teniendo sólo como fianza, mi reputación y su amistad. Cuando desempeñaba las funciones de Presidente de la Junta de Directores del Banco, ahora con residencia en la ciudad de Toronto, Canadá, y durante una visita que hice a la sucursal de New York, se me puso en comunicación telefónica directa para hablar con él, por instrucciones emanadas personalmente de él, cosa que fue muy agradecida por mí, ya que se trataba de una atención más en prueba de nuestra amistad. Como médico del gerente de la Compañía de Teléfonos, siempre tengo que recordar la operación cesárea que le practicara a la Señora Larsgard, para traer al mundo a su única hija. También recuerdo la operación de urgencia que me vi precisado a practicar al gerente de la Compañía Eléctrica, Sr. Wiggs, a cuya esposa también operé en una ocasión. Fui el médico personal de Mr. William Pulliam, Receptor General de Aduanas y de su esposa y del Delegado Receptor Mr. Orne, a cuya nuera practiqué tres cesáreas para el nacimiento de sus hijos, prefiriendo tenerlos en nuestro país, a pesar de las facilidades que tenían para hacerlo en su tierra natal. Sería prolijo seguir enumerando enfermos a quienes me cupo el honor de asistir durante mi activa vida profesional. Son remembranzas de un pasado quirúrgico lleno de casos de personas de gran relevancia a las cuales serví con toda abnegación y dedicación, y que me es muy difícil olvidar por lo que representó para mí. Gangrenas ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS DE ORO CON LA MEDICINA Durante mi ejercicio profesional tuve que asistir a varios enfermos con “gangrena gaseosa”, enfermedad que en la actualidad tiene tendencia a hacerse cada vez más escasa su incidencia, especialmente después de los grandes adelantos que han advenido en el arsenal terapéutico moderno. No puedo estar muy orgulloso de los resultados que obtuve en sus tratamientos, a pesar de que fui muy radical en mis decisiones. En una ocasión asistí a un hombre que había sido traído desde el puerto de Palenque, y que había sufrido una fractura expuesta de una pierna, la cual se había producido por un derrumbe de aquellos grandes sacos de azúcar que se usaban en esa época. Los compañeros de trabajo se lo entablillaron lo mejor que pudieron, usando yaguas amarradas con cordones de soga, para su traslado a nuestro centro de salud, pero al quitar el “enyesado” encontré que había una gran infección producida por tan rudimentario método de contención, puesto sin ninguna regla de asepsia. Al día siguiente, a pesar de nuestro tratamiento, encontré que la pierna estaba muy inflamada con flictenas indicadoras de gases, y establecí el diagnóstico de 141
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES<br />
Este caballero guardaba un recuerdo muy cariñoso <strong>de</strong> mis servicios a pesar <strong>de</strong>l tiempo<br />
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Durante este período <strong>de</strong> mi vida profesional practiqué algunas operaciones <strong>de</strong> cistotomía,<br />
con fines <strong>de</strong> extracción <strong>de</strong> cálculos vesicales (la llamada talla hipogástrica), pero <strong>de</strong>bo<br />
recordar una en particular, con extracción <strong>de</strong> un cálculo enorme <strong>de</strong> más o menos el tamaño<br />
<strong>de</strong> una toronja, que fue <strong>de</strong>scubierto por una radiografía que se le tomó por estar acusando<br />
síntomas <strong>de</strong> cistitis, con frecuencia <strong>de</strong> micciones y se encontró dicho hallazgo. Para po<strong>de</strong>r<br />
extraer dicho cálculo fue necesario aplicar un pequeño fórceps, como si se tratara <strong>de</strong> la<br />
cabeza <strong>de</strong> un feto.<br />
Sobre el riñón tuve muchas experiencias, tales como nefrectomías, en número <strong>de</strong> seis<br />
o siete, unas veces por pionefrosis y uronefrosis y hasta por hipernefroma, con magnífico<br />
resultado y también nefropexias por riñón flotante o ectópico y algunas nefrolitotomías por<br />
cálculos coralíferos <strong>de</strong> gran tamaño, que también evolucionaron muy satisfactoriamente, a<br />
pesar <strong>de</strong> que uno se complicó con una tremenda hemorragia que puso en peligro la vida <strong>de</strong>l<br />
paciente, especialmente por la dificultad que existía entonces para las transfusiones. Este<br />
caso me ocurrió con uno <strong>de</strong> los funcionarios <strong>de</strong> la Esso y lo recuerdo por el gran susto que<br />
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En esta especialidad llegué hasta a or<strong>de</strong>nar una serie <strong>de</strong> cistoscopios, que usaba con<br />
bastante frecuencia, pero que luego <strong>de</strong>jé en <strong>de</strong>suso, porque no podía consagrarme a tantas<br />
facetas <strong>de</strong> la cirugía al mismo tiempo y ésta me llevaba más <strong>de</strong>l disponible.<br />
Mi banquero favorito<br />
En la década <strong>de</strong>l treinta, todos los bancos comerciales que funcionaban en el país eran<br />
extranjeros y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, sus gerentes también lo eran.<br />
Yo fui médico <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> dichos gerentes y altos funcionarios, así como también<br />
<strong>de</strong> los representantes <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> las compañías petroleras, <strong>de</strong> la compañía Eléctrica,<br />
<strong>de</strong> la <strong>de</strong> Teléfonos y <strong>de</strong> la Receptoría General <strong>de</strong> Aduanas, que todavía controlaba<br />
nuestras rentas.<br />
Esta circunstancia me hizo tener muy estrechas relaciones con los gerentes <strong>de</strong> The National<br />
City Bank, entre los cuales recuerdo a Mr. Wheeler, Mr. Jackson, Mr. Erickson y Mr.<br />
Pérez.<br />
La señora Erickson fue atendida por mí en su último parto; Mr. Jackson igualmente fue<br />
atendido en varias ocasiones, así como su familia, hasta su muerte ocurrida en los Estados<br />
Unidos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una lobectomía; la familia <strong>de</strong> Mr. Wheeler igualmente era atendida en<br />
todas sus dolencias por mí; y Mr. Pérez murió en mis manos a consecuencia <strong>de</strong> una fuerte<br />
hemorragia gastro-intestinal, pero su familia, compuesta por su esposa y sus hijos, todavía<br />
guardan gratos recuerdos <strong>de</strong> mis servicios médicos rendidos.<br />
En el Royal Bank of Canada, su gerente Mr. O’Connell, <strong>de</strong> tan grata recordación fue mi<br />
cliente durante toda su actuación en el país y al ser jubilado, y mientras se mantuvo residiendo<br />
en esta capital siguió recibiendo mis consejos médicos, hasta que se retiró a vivir en<br />
la Florida.<br />
En el Bank of Nova Scotia, fui médico <strong>de</strong> cabecera <strong>de</strong> sus gerentes Mr. Irving, Mr. Robinson,<br />
Mr. Evans y Mr. Hinchliff. De igual manera estuvieron bajo mis cuidados médicos,<br />
sus familiares, y muchos <strong>de</strong> sus hijos nacieron bajo mis atenciones.<br />
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