Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES Hospital Padre Billini, que se veía colmada de personas todos los días, a las cuales atendía con su maestría de siempre. El Dr. Arruga dejó una serie de anécdotas, debido a su carácter, que todavía son repetidas por muchos de mis colegas y a veces por sus pacientes. Yo lo conocí porque él se hospedó en la casa de Huéspedes que por muchos años, administró una gran amiga mía, Doña Maggie León Vda. Senior, madre de uno de mis mejores amigos, y la cual yo visitaba con harta frecuencia. Esa circunstancia hizo posible mi intimidad con el famoso oculista, que en la intimidad era muy distinto al profesional irascible e incomprensible. En esta casa de Huéspedes, que tenía el sello de distinción de su dueña, se hospedaban las personas más distinguidas que pasaban por esta ciudad, entre las cuales recuerdo al famoso pianista José Iturbi, al también pianista Rubinstein, y al Capitán John Butler, quien llegó con ese rango a este país, como el primer agregado naval de la Legación de los Estados Unidos, durante los días más críticos de la segunda guerra europea, con precisas instrucciones de perseguir la penetración de los submarinos alemanes en aguas del mar Caribe, y salió de nuestra patria con el rango de Coronel, debido a sus actuaciones efectivas, en el desempeño de su misión, para ir a servir con los Marines en la invasión de las islas del Pacífico en posesión de las tropas japonesas, muriendo en acción poco después del desembarco en Iwo Jima, cuando todavía no había cumplido los treinta años y estaba en la lista de ascensos para General. Era John un apuesto y joven militar, de una gran inteligencia y capacidad para crear buenas amistades. El otro oftalmólogo español, también catalán que nos visitó fue el Dr. Joaquín Barraquer, hijo del famoso fundador de la clínica que lleva su nombre en la ciudad de Barcelona, y quien vino al país a invitación del Dr. Freddy Lithgow, quien tenía establecido su consultorio en la Clínica Internacional, en donde pude intimidar con él por esa circunstancia. Este joven y famoso especialista trabajó intensamente en clientela privada y fueron muchos los pacientes operados por su mano maestra. En sus operaciones recibía la ayuda de su esposa, quien le servía de instrumentista, con gran habilidad y comprensión. Es un recuerdo de mi intimidad con tantos sabios profesores, que dejaron honda huella en mi espíritu profesional y que tengo que dejar constancia, en estas estampas. Estadísticas Siempre fui gran aficionado a las estadísticas, habiendo logrado mucho éxito en completar una de las más bellas, en los archivos, bien organizados del Hospital Internacional, en donde realicé mi mayor labor quirúrgica durante treinta años. Desgraciadamente estos archivos desaparecieron cuando fue clausurado en 1955, pues años después, éstos fueron destruidos, perdiéndose una imponderable labor de muchos años. De mis recuerdos, sin embargo, puedo establecer con más o menos precisión la labor que realicé en el campo de la cirugía durante este largo período de mi vida profesional. Todas las mañanas, durante mi actuación como cirujano en jefe del hospital, practicaba cuatro o cinco intervenciones cada mes, pues los días festivos y los sábados y domingos, no efectuábamos ninguna operación a menos que se tratara de urgencias que no admitían dilaciones. 134
De ello se refiere, que con la práctica de unas mil operaciones mayores cada año, durante seis lustros, debía practicar la astronómica cifra de unas treinta mil. A esto habría que agregar las que practiqué luego en clientela privada, durante los quince o veinte años que han seguido a dicha época, que aunque de manera menos frecuente, por razones que todos debemos suponer, esa cifra tiene que haber pasado con mucho a las cuarenta mil intervenciones, la cual difícilmente puede ser igualada o superada por otros cirujanos. Maestro ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS DE ORO CON LA MEDICINA Muchos son los profesionales de la medicina que me llaman Profesor, por haber dictado cátedras en la Facultad de Medicina de la Universidad de Santo Domingo, por unos veinte y cinco años, ininterrumpidamente. Sin embargo, esto no me consagraría como maestro, pues este calificativo lleva como corolario tener discípulos. Muy pocos cirujanos pueden enorgullecerse de tener discípulos y en consecuencia muy pocos somos los que nos consideramos maestros de cirujanos. Hay que recordar que el Hospital Internacional, campo de mis actuaciones, fue un centro de enseñanza en muchos aspectos de la medicina de esta ciudad, y naturalmente fueron muchos los estudiantes de medicina que hicieron sus prácticas médicas allí. Desde luego, no todos deseaban ser cirujanos, pues había muchos que se interesaban por otras ramas de la ciencia. Yo me creo haber sido maestro porque tengo muchos discípulos, de los cuales estoy orgulloso por haberse destacado en la práctica quirúrgica. Aunque es muy peligroso mencionar nombres, ya que las omisiones pueden herir susceptibilidades, voy a mencionar. Ahí están los doctores Francisco Molina, Luis Velázquez, Otto Pou Ricart, Angel Chan Aquino, Manuel Joaquín Mendoza Santana (Vikin) y otros muchos que se encuentran ejerciendo en el país y en el extranjero, que fueron iniciados bajo mi tutela, durante mis años de actuaciones. Director del Leprocomio Interinamente estuve en la dirección del Leprocomio Nacional de Nigua, durante tres meses. Rendí una labor entusiasta durante mis visitas a ese centro de salud. Para entonces el tratamiento de la lepra estaba en una fase tal de atraso que muy poco se podía esperar en cuanto a resultados y curaciones. Mayormente había allí internados unos ciento y tantos enfermos en una manera de Colonia. Eran atendidos por abnegadas hermanas de la caridad y alojados en una serie de pequeñas viviendas. Existían además dos salones comedores, que también eran usados para ciertas diversiones y reuniones, y uno destinado a consultorio médico, que funcionaba a manera de hospital, pero prácticamente faltaba todo. Cada semana giraba una visita, trasladándome en un viejo automóvil Ford, en compañía del Administrador, por una maltrecha carretera de unos veinte y dos kilómetros, cuyo recorrido se hacía en casi una hora. 135
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Hospital Padre Billini, que se veía colmada <strong>de</strong> personas todos los días, a las cuales atendía<br />
con su maestría <strong>de</strong> siempre.<br />
El Dr. Arruga <strong>de</strong>jó una serie <strong>de</strong> anécdotas, <strong>de</strong>bido a su carácter, que todavía son repetidas<br />
por muchos <strong>de</strong> mis colegas y a veces por sus pacientes.<br />
Yo lo conocí porque él se hospedó en la casa <strong>de</strong> Huéspe<strong>de</strong>s que por muchos años, administró<br />
una gran amiga mía, Doña Maggie León Vda. Senior, madre <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> mis mejores<br />
amigos, y la cual yo visitaba con harta frecuencia. Esa circunstancia hizo posible mi intimidad<br />
con el famoso oculista, que en la intimidad era muy distinto al profesional irascible e<br />
incomprensible.<br />
En esta casa <strong>de</strong> Huéspe<strong>de</strong>s, que tenía el sello <strong>de</strong> distinción <strong>de</strong> su dueña, se hospedaban las<br />
personas más distinguidas que pasaban por esta ciudad, entre las cuales recuerdo al famoso<br />
pianista José Iturbi, al también pianista Rubinstein, y al Capitán John Butler, quien llegó con<br />
ese rango a este país, como el primer agregado naval <strong>de</strong> la Legación <strong>de</strong> los Estados Unidos,<br />
durante los días más críticos <strong>de</strong> la segunda guerra europea, con precisas instrucciones <strong>de</strong><br />
perseguir la penetración <strong>de</strong> los submarinos alemanes en aguas <strong>de</strong>l mar Caribe, y salió <strong>de</strong><br />
nuestra patria con el rango <strong>de</strong> Coronel, <strong>de</strong>bido a sus actuaciones efectivas, en el <strong>de</strong>sempeño<br />
<strong>de</strong> su misión, para ir a servir con los Marines en la invasión <strong>de</strong> las islas <strong>de</strong>l Pacífico en<br />
posesión <strong>de</strong> las tropas japonesas, muriendo en acción poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sembarco en Iwo<br />
Jima, cuando todavía no había cumplido los treinta años y estaba en la lista <strong>de</strong> ascensos<br />
para General. Era John un apuesto y joven militar, <strong>de</strong> una gran inteligencia y capacidad para<br />
crear buenas amista<strong>de</strong>s.<br />
El otro oftalmólogo español, también catalán que nos visitó fue el Dr. Joaquín Barraquer,<br />
hijo <strong>de</strong>l famoso fundador <strong>de</strong> la clínica que lleva su nombre en la ciudad <strong>de</strong> Barcelona, y quien<br />
vino al país a invitación <strong>de</strong>l Dr. Freddy Lithgow, quien tenía establecido su consultorio en<br />
la Clínica Internacional, en don<strong>de</strong> pu<strong>de</strong> intimidar con él por esa circunstancia.<br />
Este joven y famoso especialista trabajó intensamente en clientela privada y fueron<br />
muchos los pacientes operados por su mano maestra. En sus operaciones recibía la ayuda<br />
<strong>de</strong> su esposa, quien le servía <strong>de</strong> instrumentista, con gran habilidad y comprensión.<br />
Es un recuerdo <strong>de</strong> mi intimidad con tantos sabios profesores, que <strong>de</strong>jaron honda huella<br />
en mi espíritu profesional y que tengo que <strong>de</strong>jar constancia, en estas estampas.<br />
Estadísticas<br />
Siempre fui gran aficionado a las estadísticas, habiendo logrado mucho éxito en completar<br />
una <strong>de</strong> las más bellas, en los archivos, bien organizados <strong>de</strong>l Hospital Internacional, en don<strong>de</strong><br />
realicé mi mayor labor quirúrgica durante treinta años.<br />
Desgraciadamente estos archivos <strong>de</strong>saparecieron cuando fue clausurado en 1955, pues<br />
años <strong>de</strong>spués, éstos fueron <strong>de</strong>struidos, perdiéndose una impon<strong>de</strong>rable labor <strong>de</strong> muchos<br />
años.<br />
De mis recuerdos, sin embargo, puedo establecer con más o menos precisión la labor que<br />
realicé en el campo <strong>de</strong> la cirugía durante este largo período <strong>de</strong> mi vida profesional.<br />
Todas las mañanas, durante mi actuación como cirujano en jefe <strong>de</strong>l hospital, practicaba<br />
cuatro o cinco intervenciones cada mes, pues los días festivos y los sábados y domingos,<br />
no efectuábamos ninguna operación a menos que se tratara <strong>de</strong> urgencias que no admitían<br />
dilaciones.<br />
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