Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas
Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas Biografías y Evocaciones - Banco de Reservas
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n III | BIOGRAFÍAS Y EVOCACIONES pese al fausto de veros circundada por la gloria que irradia, sempiterna, este campo de célebres difuntos. ¡Ahimé!, señora mía, el Tiempo se ha olvidado de mis años centenarios. ¡Cuán trájico destino perdurar con las ansias de otra edad! Un ritmo de pavana me conforta i evoca en mi añoranza el éxtasis más suave de mi vida! la noche placentera en Villa Strozzi. El recuerdo de aquella que fue vuestra cintura airosa, vacilante i móvil, de gracia audaz i singular donaire, me es báculo perpetuo en la marcha sin fin de mis andanzas por la ruta difícil de estos mundos. H. Pieter Florencia, Italia. 1939. Viejas endechas Por Sully Berger (dominicano) Allá en mi aldea yo vi a una joven desesperada vertiendo lágrimas sobre la tumba de un bien querido. Le pregunté por quién lloraba i en ese instante nada me dijo. Oímos dobles en las campanas del cementerio i en esa hora me dio señales de su desdicha Se ahogaba en llanto. ¡Pobre mujer! Salimos juntos mui apenados 106
Nunca jamás la volví a ver. ¿Quién era aquella pobre mujer? Tal vez Leonora o alguna moza de Bezancon. ¿Será la sombra de su destino, de mis recuerdos o de mucamas que nunca amé? Pobre Leonora! Quizás un día la vuelvo a ver… París, 1963. HERIBERTO PIETER | AUTOBIOGRAFÍA Recuerdos no edulcorantes en las aulas de mi niñez Por Sully Berger (dominicano) En aquel entonces estábamos en los principios de este siglo. Antes de efectuarse los exámenes, sea de día o de noche, los escolares incipientes estudiábamos mucho. No perdíamos el tiempo. Nuestros padres i nuestros hermanos mayores nos ayudaban a estudiar los puntos más difíciles que pudieran tocarnos durante las pruebas examinatorias, las cuales, es preciso decirlo, no eran boberías. Cuando, solemnes i dictatoriales, nuestros maestros nos leían el resultado de esas pruebas, ¡ai de aquellos que recibían palabras no halagadoras o deprimentes! Bien sabíamos lo que nos esperaba en casa: tunda en las posaderas, la barruesa de algodón, o una estricta dieta a pan i agua, o casabe i melado, según exijían las malditas sentencias de las notas, regular, mal – o ¡Repita el curso! Uno de los profesores, (Cantinflas o Fernandel), en mi escuela de párvulos no se paraba en mientes cuando la nota del chico era la peor en la columna de todas las notas. Ese profesor se raspaba la garganta, se tragaba el gargajo i con el índice de la mano izquierda (era zurdo) mostraba un guayo de hojalata suspendido en una de las paredes del aula. Nosotros rogábamos i llorábamos cuando veíamos esa barbaridad medioeval. Éramos incapaces de obtener el perdón para tales reos. I a pesar de tantas gotas de sangre derramada en las rodillas de nuestro pobre condiscípulo, entonábamos el Deo Gratias a favor de nuestro impiadoso inquisidor. Al salir de la escuela acompañábamos a nuestro lloroso condiscípulo. I deseándoles vacaciones tan buenas como las que nosotros pensábamos disfrutar, nos escurrimos, poco a poco, esperando que nuestro profesor sufriera el salpullido que señoreaba, (sin peligro de muerte), en la piel de casi todos nuestros compueblanos, ricos o pobres, blancos, mulatos o negros, sin pararse en ninguna discriminación. 107
- Page 56 and 57: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 58 and 59: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 60 and 61: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 62 and 63: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 64 and 65: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 66 and 67: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 68 and 69: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 70 and 71: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 72 and 73: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 74 and 75: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 76 and 77: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 78 and 79: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 80 and 81: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 82 and 83: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 84 and 85: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 86 and 87: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 88 and 89: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 90 and 91: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 92 and 93: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 94 and 95: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 96 and 97: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 98 and 99: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 100 and 101: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 102 and 103: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 104 and 105: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 108 and 109: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 110 and 111: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 112 and 113: COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO |
- Page 115 and 116: PRÓLOGO Una vida es apenas un susp
- Page 117 and 118: ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS
- Page 119 and 120: ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS
- Page 121 and 122: ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS
- Page 123 and 124: Durante mi interinidad como Vice Pr
- Page 125 and 126: ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS
- Page 127 and 128: más intensamente a la práctica ca
- Page 129 and 130: Todavía después de tantos años d
- Page 131 and 132: ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS
- Page 133 and 134: La ayuda exterior en forma de medic
- Page 135 and 136: De ello se refiere, que con la prá
- Page 137 and 138: que ser vencidos antes y que se deb
- Page 139 and 140: ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS
- Page 141 and 142: Fue sin embargo, Mr. Hinchcliff mi
- Page 143 and 144: ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS
- Page 145 and 146: ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS
- Page 147 and 148: investigaciones, ya no existen. De
- Page 149 and 150: universitaria. Hasta llegué a inic
- Page 151 and 152: ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS
- Page 153 and 154: ARTURO DAMIRÓN RICART | MIS BODAS
- Page 155 and 156: Cuando entablamos conversación est
Nunca jamás<br />
la volví a ver.<br />
¿Quién era aquella<br />
pobre mujer?<br />
Tal vez Leonora<br />
o alguna moza<br />
<strong>de</strong> Bezancon.<br />
¿Será la sombra<br />
<strong>de</strong> su <strong>de</strong>stino,<br />
<strong>de</strong> mis recuerdos<br />
o <strong>de</strong> mucamas<br />
que nunca amé?<br />
Pobre Leonora!<br />
Quizás un día<br />
la vuelvo a ver…<br />
París, 1963.<br />
HERIBERTO PIETER | AUTOBIOGRAFÍA<br />
Recuerdos no edulcorantes en las aulas <strong>de</strong> mi niñez<br />
Por Sully Berger (dominicano)<br />
En aquel entonces estábamos en los principios <strong>de</strong> este siglo.<br />
Antes <strong>de</strong> efectuarse los exámenes, sea <strong>de</strong> día o <strong>de</strong> noche, los escolares incipientes estudiábamos<br />
mucho. No perdíamos el tiempo.<br />
Nuestros padres i nuestros hermanos mayores nos ayudaban a estudiar los puntos más<br />
difíciles que pudieran tocarnos durante las pruebas examinatorias, las cuales, es preciso<br />
<strong>de</strong>cirlo, no eran boberías.<br />
Cuando, solemnes i dictatoriales, nuestros maestros nos leían el resultado <strong>de</strong> esas pruebas,<br />
¡ai <strong>de</strong> aquellos que recibían palabras no halagadoras o <strong>de</strong>primentes! Bien sabíamos lo que<br />
nos esperaba en casa: tunda en las posa<strong>de</strong>ras, la barruesa <strong>de</strong> algodón, o una estricta dieta<br />
a pan i agua, o casabe i melado, según exijían las malditas sentencias <strong>de</strong> las notas, regular,<br />
mal – o ¡Repita el curso!<br />
Uno <strong>de</strong> los profesores, (Cantinflas o Fernan<strong>de</strong>l), en mi escuela <strong>de</strong> párvulos no se paraba<br />
en mientes cuando la nota <strong>de</strong>l chico era la peor en la columna <strong>de</strong> todas las notas. Ese profesor<br />
se raspaba la garganta, se tragaba el gargajo i con el índice <strong>de</strong> la mano izquierda (era<br />
zurdo) mostraba un guayo <strong>de</strong> hojalata suspendido en una <strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l aula. Nosotros<br />
rogábamos i llorábamos cuando veíamos esa barbaridad medioeval. Éramos incapaces <strong>de</strong><br />
obtener el perdón para tales reos.<br />
I a pesar <strong>de</strong> tantas gotas <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong>rramada en las rodillas <strong>de</strong> nuestro pobre condiscípulo,<br />
entonábamos el Deo Gratias a favor <strong>de</strong> nuestro impiadoso inquisidor.<br />
Al salir <strong>de</strong> la escuela acompañábamos a nuestro lloroso condiscípulo. I <strong>de</strong>seándoles<br />
vacaciones tan buenas como las que nosotros pensábamos disfrutar, nos escurrimos, poco a<br />
poco, esperando que nuestro profesor sufriera el salpullido que señoreaba, (sin peligro <strong>de</strong><br />
muerte), en la piel <strong>de</strong> casi todos nuestros compueblanos, ricos o pobres, blancos, mulatos o<br />
negros, sin pararse en ninguna discriminación.<br />
107