plantas y luces en méxico - Escuela de Historia

le pidió que retomase el asunto al conocer el Tratado que
Mociño escribió en Guatemala respecto a este mismo producto
y su industrialización .
En ese mismo ajetreado año de 1804 correspondió a
Mociño un relevante papel en el estudio y contención de
la fiebre amarilla que azotaba a Andalucía. El mexicano
se ofreció a servir sin salario en la lucha contra la epidemia
que estalló en Málaga en junio de 1804. Con aprobación
del rey, Mociño se trasladó a Málaga para intervenir
en la cura de los enfermos de Antequera. Quedó bajo su
responsabilidad la .policia médica» y, junto con Juan Manuel
de Arejula, comisionado en Málaga, proyectaron un
plan epidemiológico que eternizó la memoria de Mociño,
sobre todo entre los habitantes de la ciudad de Écija. En
esta ciudad puso en práctica las ideas que habia defendido
en México, sobre la necesidad de atender a la vigorización
del estado general de los enfermos, por una parte,
y a la carencia de contagio de la fiebre amarilla, por
otra. Inició su trabajo en Écija hacia mediados de octubre
de 1804, después de conocer en detalle el estado que
guardaba la población de toda la zona afectada. De Écija
decía que la situación era desastrosa porque la epidemia
se acompañaba con la pérdida de las cosechas, por retardo
de las lluvias, lo que había generado una hambruna severa.
Hacía notar que aquellos primeros enfermos que habían
logrado alcanzar a comer medianamente y cuya asistencia
había sido cuidadosa se habían salvado. Por el contrario,
la gran debilidad que existía en todos los demás,
ahora azotados por el hambre, era el factor que determinaba
los estragos de la epidemia de fiebre amarilla. Mociño
procedió a dividir la ciudad en cuarteles, en los que
el médico debia, diariamente, visitar a todos sus enfermos
y llevar un diario, por cada cuartel, de la evolución de
cada enfermo. Para esto, en cada casa donde se hallare
un enfermo debería existir una señal en la puerta que
indicase al médico la necesidad y obligación de asistir al
lugar.
Este solo dato da idea de la posición heterodoxa que
Mociño alentaba respecto al trato del enfermo con 'Vómito
negro». Al contrario de lo que por siglos se había
practicado, el médico debía establecer contacto con cuanto
enfermo fuera detectado en la ciudad, en lugar de promover
el acostumbrado aíslamiento y ocultamiento, que
sólo propiciaba el pánico irracional entre la población.
Ordenó, además, que todos los cadáveres, indistintamente
de su origen y ubicación, fueran sepultados en cementerios
alejados de la ciudad; que se solicitara a Madrid
gran cantidad de quina para el tratamiento de la fiebre;
que se prohibieran las concurrencias numerosas, incluidas
las de servicios religiosos, y que se crearan las .cartillas»,
La Real Expedición Cientinca a Nueva España 189