Descargar - Els arbres de Fahrenheit
Descargar - Els arbres de Fahrenheit
Descargar - Els arbres de Fahrenheit
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
FRANCISCO FERNÁNDEZ BUEY Y GRAMSCI.<br />
ESCRITORES DEL LIBRO BLANCO DE UN IDEAL<br />
AGUSTINA PÉREZ<br />
“¿Me pedirás tú, muerto <strong>de</strong>scarnado<br />
abandonar esta <strong>de</strong>sesperada<br />
pasión <strong>de</strong> estar en el mundo?<br />
P. Paolo Pasolini, Las cenizas <strong>de</strong> Gramsci<br />
Ayer la noticia me golpeó como un rayo. Fernán<strong>de</strong>z Buey había muerto.<br />
Todos confiábamos en su victoria contra el cáncer. Pero no ha sido así. Se nos<br />
ha ido. Demasiado pronto. Cuando más falta nos hacía su palabra y su lúcido<br />
pensamiento.<br />
Fernán<strong>de</strong>z Buey, Paco para casi todos, llegó a mi vida como un milagro.<br />
Nunca podré agra<strong>de</strong>cerle bastante lo que hizo.<br />
Estaba ahí, en la Universidad Pompeu Fabra, don<strong>de</strong> había sido acogido<br />
tras un largo camino <strong>de</strong> injusta represión franquista, <strong>de</strong> dolor y <strong>de</strong> lucha<br />
incansable. Como tantos otros seres excepcionales fue <strong>de</strong>saprovechado por<br />
este país cainita que “<strong>de</strong>sprecia cuanto ignora”, como <strong>de</strong>cía Machado.<br />
Como otros luchadores, era fuerte, animoso y combativo.<br />
Como otros perseguidos, era honesto, solidario, humil<strong>de</strong>.<br />
Como otros seres humanos excepcionales, era capaz <strong>de</strong> regalar<br />
sabiduría a los jóvenes, <strong>de</strong> dar luz, <strong>de</strong> orientarlos en su camino. Sin pedir nada<br />
a cambio. Dándolo todo con una generosidad sin límites.<br />
Lo conocí personalmente en un tribunal <strong>de</strong> Máster, en la Pompeu Fabra.<br />
Era maestro, ejemplo y guía <strong>de</strong>l estudiante que lo <strong>de</strong>fendía. Nos enteramos<br />
pocos días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que su compañera había muerto. Estaba muy enferma.<br />
Pero él supo estar don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bía. Su <strong>de</strong>ber lo reclamaba. Nadie notó nada. El<br />
dolor estaba oculto en los rincones <strong>de</strong>l alma.<br />
hierro.<br />
Era un hombre <strong>de</strong> apariencia menuda y frágil que escondía un alma <strong>de</strong><br />
Amable, educado, <strong>de</strong> pocas y certeras palabras. Con una elegancia <strong>de</strong><br />
153