Relación concursal entre los delitos de cohecho
Relación concursal entre los delitos de cohecho
Relación concursal entre los delitos de cohecho
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
NORBERTO J. DE LA MATA<br />
eso– en relación con la autenticidad y veracidad <strong>de</strong> <strong>los</strong> documentos, objeto <strong>de</strong><br />
protección en <strong>los</strong> <strong><strong>de</strong>litos</strong> <strong>de</strong> falsedad o como tipo <strong>de</strong> peligro en relación con<br />
el patrimonio público como sustrato para llevar a cabo las finalida<strong>de</strong>s propias<br />
<strong>de</strong> la Administración, objeto tutelado en <strong>los</strong> <strong><strong>de</strong>litos</strong> <strong>de</strong> malversación, a lo que<br />
obligaría su concepción, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta perspectiva, como ley secundaria.<br />
También sería posible plantear dicha relación <strong>de</strong> subsidiariedad, <strong>de</strong><br />
enten<strong>de</strong>r que la conducta <strong>de</strong>scrita en el art. 419 representa únicamente un acto<br />
preparatorio o una forma <strong>de</strong> participación intentada respecto a actos <strong>de</strong> ejecución<br />
o supuestos <strong>de</strong> autoría confirmados <strong>de</strong> realizarse el <strong>de</strong>lito cometido en<br />
razón <strong>de</strong> la dádiva o promesa recibidas. Pero <strong>de</strong> nuevo ello sólo sería posible<br />
si se entendiera que la solicitud o la recepción, en sí mismas consi<strong>de</strong>radas, no<br />
implican lesividad alguna y sí, únicamente, puesta en peligro, <strong>de</strong>l bien lesionado,<br />
fuera cual fuera, <strong>de</strong> consumarse la ejecución <strong>de</strong>lictiva.<br />
Sería posible, por último, plantear una relación <strong>de</strong> consunción en caso<br />
<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar la resolución dictada un acto posterior, más que impune, copenado.<br />
Ello obliga a enten<strong>de</strong>r que el bien jurídico vulnerado con este segundo<br />
acto es el mismo que el vulnerado con el primer acto o, cuando menos, <strong>de</strong> entidad<br />
irrelevante en comparación con éste. No pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> entidad<br />
irrelevante el bien jurídico tutelado por el <strong>de</strong>lito <strong>de</strong> prevaricación –aun cuando<br />
se conciba la prevaricación como tipo residual– en relación con el tutelado por<br />
el <strong>de</strong>lito <strong>de</strong> <strong>cohecho</strong> y, tal como se han venido <strong>de</strong>finiendo uno y otro, pareciera<br />
que tampoco proce<strong>de</strong> una i<strong>de</strong>ntificación plena.<br />
Ahora bien, ya se ha aludido a la vinculación <strong>entre</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> legalidad y<br />
las <strong>de</strong> imparcialidad y objetividad, puestas <strong>de</strong> manifiesto por diferentes autores<br />
en la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> <strong>los</strong> bienes protegidos por <strong>los</strong> <strong><strong>de</strong>litos</strong> <strong>de</strong> <strong>cohecho</strong> y prevaricación.<br />
En tal sentido, se señalaba cómo tanto la objetividad como la imparcialidad,<br />
principios legitimados por la necesidad <strong>de</strong> actuación <strong>de</strong> la Administración<br />
en aras a la satisfacción <strong>de</strong> <strong>los</strong> intereses generales, se <strong>de</strong>rivan <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong><br />
legalidad, <strong>de</strong> modo tal que toda lesión <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong> imparcialidad implica<br />
una lesión <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong> legalidad, si bien no ocurre así a la inversa. Si<br />
cuando se realiza alguna <strong>de</strong> las conductas <strong>de</strong>scritas por el tipo <strong>de</strong> <strong>cohecho</strong> recogido<br />
en el art. 419 se lesiona el principio <strong>de</strong> imparcialidad y, por en<strong>de</strong>, el <strong>de</strong><br />
legalidad, cuando posteriormente se produce la ejecución <strong>de</strong>lictiva que, relativa<br />
al <strong>de</strong>lito <strong>de</strong> prevaricación, consistirá en el dictado <strong>de</strong> una resolución arbitraria,<br />
no se produce sino una ulterior quiebra <strong>de</strong> dicho principio que, en mi opinión,<br />
no implica un <strong>de</strong>svalor adicional -o, al menos, no el que conduce a un concurso<br />
<strong>de</strong> infracciones, lo que no necesariamente <strong>de</strong>bería po<strong>de</strong>r impedir en su caso una<br />
distinción <strong>de</strong> penalidad según se entendiera que un bien jurídico se pue<strong>de</strong> lesionar<br />
con mayor o menor intensidad en función <strong>de</strong> la conducta que lo menoscaba,<br />
como <strong>de</strong> hecho ocurre ya en el propio art. 420 respecto a actos injustos, aunque<br />
no a resoluciones arbitrarias-, sino únicamente el agotamiento <strong>de</strong> la progresión<br />
– 346 –