BEZARES, Jimena – “Un lago de misterio”

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20.04.2013 Views

Un algo de Misterio Lleva cosas que cuelgan como estrellas de su cuello. Pero no son estrellas. Y una realidad desmantelada después, un poco después y más allá de tantos anteojos que flotan. El Creador del Creador adolece de creatura. Nada tan simple como imitar lo que no es. Gente del extremo de la nada, manchas de lo que realmente importa dicen sobre la naturaleza de quienes, que no son cosas, porque han elegido dejar de serlo y no saben cómo proseguir. En ese acto ver y no ver al mismo tiempo, eso es lo que el Metafísico arbitrario y dependiente de todas las cosas, al infinito y de forma corriente, pretende. Ser persona es ser personaje y fingir es todo lo que queda de Destino. Está equivocado ,vea, es usted una paradoja. La imposibilidad de traducir la realidad hace de la dificultad un logos. Es entonces cuando la cesura no es simple caída, ni un asomo de silencio, sino una pausa que señala lo que no ha de decirse, apertura de lo algo-posible que vuelve porque nunca se ha ido, ni ha dejado de ser posible. La Naturaleza, alta y con mayúscula, de Caeiro es un evento. Se hace presente en su total y parcial dependencia del universo, del que también sabe prescindir a la hora del tiempo y del espacio. Son las potencias que habitan todo lo que existe y nunca están de acuerdo consigo mismas. La confusión, entonces, resulta ser el estado anímico privilegiado porque permite la mezcla, la fusión con este lugar prelógico e intocado, como aquella Ninfa de aguas oraculares, un ser-lugar que sabe mostrarse diferente incluso cuando se oculta, deber ser por eso que ama esconderse. Señora de un saber, otra forma de conocimiento, que por inadvertido ha devenido Misterio, es por eso que el secreto de las cosas resulta ser su transparencia y nada más. La Natural(eza)-realidad, es para Caeiro, lo exterior y lo demás mero adorno, narcisismo y lentejuelas. Es el entre, ese pasaje a lo todo

Un algo <strong>de</strong> Misterio<br />

Lleva cosas que cuelgan como estrellas <strong>de</strong> su cuello. Pero no son estrellas. Y una<br />

realidad <strong>de</strong>smantelada <strong>de</strong>spués, un poco <strong>de</strong>spués y más allá <strong>de</strong> tantos anteojos<br />

que flotan. El Creador <strong>de</strong>l Creador adolece <strong>de</strong> creatura. Nada tan simple como<br />

imitar lo que no es.<br />

Gente <strong>de</strong>l extremo <strong>de</strong> la nada, manchas <strong>de</strong> lo que realmente importa dicen sobre<br />

la naturaleza <strong>de</strong> quienes, que no son cosas, porque han elegido <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> serlo y<br />

no saben cómo proseguir.<br />

En ese acto ver y no ver al mismo tiempo, eso es lo que el Metafísico arbitrario y<br />

<strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> todas las cosas, al infinito y <strong>de</strong> forma corriente, preten<strong>de</strong>. Ser<br />

persona es ser personaje y fingir es todo lo que queda <strong>de</strong> Destino.<br />

Está equivocado ,vea, es usted una paradoja.<br />

La imposibilidad <strong>de</strong> traducir la realidad hace <strong>de</strong> la dificultad un logos. Es entonces<br />

cuando la cesura no es simple caída, ni un asomo <strong>de</strong> silencio, sino una pausa que<br />

señala lo que no ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse, apertura <strong>de</strong> lo algo-posible que vuelve porque<br />

nunca se ha ido, ni ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser posible.<br />

La Naturaleza, alta y con mayúscula, <strong>de</strong> Caeiro es un evento. Se hace presente en<br />

su total y parcial <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l universo, <strong>de</strong>l que también sabe prescindir a la<br />

hora <strong>de</strong>l tiempo y <strong>de</strong>l espacio. Son las potencias que habitan todo lo que existe y<br />

nunca están <strong>de</strong> acuerdo consigo mismas. La confusión, entonces, resulta ser el<br />

estado anímico privilegiado porque permite la mezcla, la fusión con este lugar prelógico<br />

e intocado, como aquella Ninfa <strong>de</strong> aguas oraculares, un ser-lugar que sabe<br />

mostrarse diferente incluso cuando se oculta, <strong>de</strong>ber ser por eso que ama<br />

escon<strong>de</strong>rse. Señora <strong>de</strong> un saber, otra forma <strong>de</strong> conocimiento, que por inadvertido<br />

ha <strong>de</strong>venido Misterio, es por eso que el secreto <strong>de</strong> las cosas resulta ser su<br />

transparencia y nada más. La Natural(eza)-realidad, es para Caeiro, lo exterior y lo<br />

<strong>de</strong>más mero adorno, narcisismo y lentejuelas. Es el entre, ese pasaje a lo todo


posible, ese lugar abierto e incierto don<strong>de</strong> la reversibilidad permite la<br />

metamorfosis, alimenta la metáfora y reclama la contradicción.<br />

El guardador, que mira y <strong>de</strong>ja pasar, guarda pero no retiene, postula <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

amar como eterna inocencia, que la única metafísica <strong>de</strong> las cosas es la <strong>de</strong>l nosaber,<br />

don<strong>de</strong> la actividad más profunda e intensa <strong>de</strong>l pensar radica justamente en<br />

el no pensar, porque “Quien ama nunca sabe lo que ama, ni sabe por qué ama, ni<br />

lo que es amar”<br />

Pasar y olvidar en eso consiste el <strong>de</strong>sapren<strong>de</strong>r, solo así podremos reencontrarnos<br />

con las cosas. Dice El Guardador que “recordar es no ver” y que pensar le quita<br />

frescura al mundo, que no es mundo sino en su darse en/a pedazos. Todo está<br />

pasando, y en ese “ando” se juega todo. Es por eso que El Poeta “pasa y<br />

permanece, como el universo” y no piensa porque el instante no da lugar ni tiempo<br />

sino que cuida, siempre mirando ya que cuidar no es otra cosa, sus pensamientos<br />

que no son sino colores, olores y sonidos.<br />

El misterio es la forma <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> las cosas, no se da sino encarnado en todo lo<br />

que es. No hay misterio y es eso mismo lo que el misterio es. El Guardador<br />

<strong>de</strong>scubre la Naturaleza, porque sabe que lo único que existe es lo que no pue<strong>de</strong><br />

ser nombrado. Nombrar es traicionar la realidad <strong>de</strong> las cosas. Descubrir es limpiar<br />

las telas <strong>de</strong> la memoria que unifican las experiencias y le quitan su real abertura,<br />

su natural “errancia”,<strong>de</strong>soyendo esos golpes naranjas <strong>de</strong>l caos don<strong>de</strong> esperan los<br />

furiosos para reclamar la tierra.<br />

Buscar y encontrar son dos maneras <strong>de</strong> ser en el mundo. Es el paciente, que no<br />

pue<strong>de</strong> más que sufrir y vagabun<strong>de</strong>ar porque siempre se dirige a otra parte y sólo<br />

sabe estar perdido, confundido, contaminado quien sabe sentir la inpermanencia,<br />

que es siempre otra cosa. Vagar y divagar, apartarse sin más <strong>de</strong>l asunto, <strong>de</strong>jarse<br />

caer en lo in<strong>de</strong>terminado, un “lugar <strong>de</strong> no contenerse”. Eso, el Misterio…<br />

<strong>Jimena</strong> Bezares

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