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Illich Ivan - La sociedad desescolarizada.rtf - Mundo Libertario

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Estamos acostumbrados a considerar las escuelas como una variable que depende de la<br />

estructura política y económica. Si podemos cambiar el estilo de la dirección política, o promover<br />

los intereses de una clase u otra, suponemos que el sistema escolar cambiará asimismo. En<br />

cambio las instituciones educacionales que propondré están ideadas para servir a una <strong>sociedad</strong><br />

que no existen ahora, aunque la actual frustración respecto de las escuelas tiene en sí el potencial<br />

de una fuerza importante para poner en movimiento un cambio hacia nuevas configuraciones<br />

sociales. Contra este planteamiento se ha suscitado una objeción de peso: ¿por qué canalizar<br />

energías para construir puentes hacia ninguna parte, en vez de organizarlas primero para cambiar<br />

no las escuelas, sino el sistema político y económico?<br />

No obstante, esta objeción subestima la naturaleza política y económica del sistema escolar en sí,<br />

así como el potencial político inherente a cualquier oposición eficaz a ella.<br />

En un sentido fundamental, las escuelas han dejado de ser dependientes de la ideología profesada<br />

por cualquier gobierno u organización de mercados. Otras instituciones pueden diferir de un país a<br />

otro: la familia, el partido, la Iglesia, la prensa. Pero el sistema escolar tiene por doquier la misma<br />

estructura, y en todas partes el currículum oculto tiene el mismo efecto. De modo invariable,<br />

modela al consumidor que valoriza los bienes instituciones sobre los servicios no profesionales de<br />

un prójimo. El currículum oculto de la escolarización inicia en todas partes la ciudadano en el mito<br />

de que algunas burocracias guiadas por el conocimiento científico son eficientes y benevolentes.<br />

Por doquiera, este mismo currículum inculca en el alumno el mito de que la mayor producción<br />

proporcionará una vida mejor. Y por doquiera crea el hábito -que se contradice a sí mismo- de<br />

consumo de servicios y de producción enajenante, la tolerancia ante la dependencia institucional, y<br />

el reconocimiento de los escalafones institucionales. El currículum oculto sustenta la tolerancia<br />

ante la dependencia institucional, el reconocimiento por los profesores y cualquiera que sea la<br />

ideología preponderante. En otras palabras, las escuelas son fundamentalmente semejantes en<br />

todos los países, sean éstos fascistas, democráticos o socialistas, grandes o pequeños, ricos o<br />

pobres. <strong>La</strong> identidad del sistema escolar nos obliga a reconocer la profunda indentidad en todo el<br />

mundo, del mito, del modo de producción y del método de control social, pese a la gran variedad de<br />

mitologías en las cuales encuentra expresión el mito. En vista de esta identidad, es ilusorio<br />

pretender que las escuelas son, en algún sentido profundo, unas variables dependientes. Esto<br />

significa que el esperar un cambio social o económico concebido convencionalmente, es también<br />

una ilusión. Más aún, esta ilusión concede a la escuela -el órgano de reproducción de la <strong>sociedad</strong><br />

de consumo- una inmunidad casi indiscutida. Al llegar a este punto es cuando adquiere importancia<br />

el ejemplo de China. Durante tres milenios, China protegió el aprendizaje superior por medio de un<br />

divorcio total entre el proceso del aprendizaje y el privilegio conferido por los exámenes para optar<br />

a altos cargos públicos. Para llegar a ser una potencia mundial y una nación-estado moderno,<br />

China tuvo que adoptar el estilo internacional de escolarización. Sólo una mirada retrospectiva nos<br />

permitirá descubrir si la Gran Revolución Cultural resultará haber sido el primer intento logrado de<br />

desescolarizar las instituciones de la <strong>sociedad</strong>. Incluso la creación a retazos de nuevos<br />

organismos educacionales que fuesen lo inverso de la escuela sería un ataque sobre el eslabón<br />

más sensible de un fenómeno obicuo, el cual es organizado por el Estado en todos los países. Un<br />

programa político que no reconozca explícitamente la necesidad de la desescolarización no es<br />

revolucionario; es demagogia que pide más de lo mismo. Todo programa político importante de<br />

esta década debiera ser medido por este rasero: ¿hasta dónde es claro afirmar la necesidad de la<br />

desescolarización -y para ofrecer directrices para la calidad educativa de la <strong>sociedad</strong> hacia la cual<br />

se encamina? <strong>La</strong> lucha contra el dominio que ejercen el mercado mundial y la política de las<br />

grandes potencias puede estar fuera del alcance de ciertas comunidades o países pobres, pero<br />

esta debilidad es una razón más para hacer hincapié en la importancia que tiene el liberar a cada<br />

<strong>sociedad</strong> mediante una inversión de su estructura educacional, cambio éste que no está más allá<br />

de los medio de ninguna <strong>sociedad</strong>.<br />

106<br />

Características generales de unas nuevas instituciones educativas formales Un buen sistema<br />

educacional debería tener tres objetivos: proporcionar a todos aquellos que lo quieren el acceso a<br />

recursos disponibles en cualquier momento de sus vidas; dotar a todos los que quieran compartir<br />

lo que saben del poder de encontrar a quienes quieran aprender de ellos; y, finalmente, dar a todo<br />

aquel que quiera presentar al público un tema de debate la oportunidad de dar a conocer su<br />

argumento. Un sistema como éste exigiría que se aplicaran a la educación unas garantías<br />

constitucionales. Los aprendices no podrían ser sometidos a un currículum obligatorio, o a una<br />

discriminación fundada en la posesión o carencia de un certificado o diploma. Ni se obligaría

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