Illich Ivan - La sociedad desescolarizada.rtf - Mundo Libertario
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Intercultural de Documentación, Cuernavaca, México, 1971. 3 Equivalente a los grados primero, segundo y tercero de secundaria, o a los antiguos tres primeros años de bachillerato -cuando había seis. (N. del T.) 4 Consistency. Más exactamente, la condición de no presentar contradicciones interna. (N. del T.)
6. TRAMAS DE APRENDIZAJE Una objeción: ¿a quién pueden servirle unos puentes hacia la nada?, 103 Características generales de unas nuevas instituciones educativas formales, 106 Cuatro redes, 109 Servicios de referencia respecto de objetos educativos, 111 Lonjas de habilidades, 121 Servicio de búsqueda de compañero, 127 Educadores profesionales, 134 En el capítulo anterior he examinado aquello que se está convirtiendo en una queja acerca de las escuelas,una queja que hace sentir, por ejemplo, en un informe reciente de la Carnegie Commission: en las escuelas los alumnos matriculados se someten ante maestros diplomados a fin de obtener sus propios diplomas; ambos quedan frustrados y ambos culpan a unos recursos insuficientes -dinero, tiempo o edificios- de su mutua frustración. Una crítica semejante conduce a muchos a pensar si no será posible concebir un estilo diferente de aprendizaje. Paradójicamente, si a estas mismas personas se les insta a especificar cómo adquirieron lo que sabe y estiman, admitirán prontamente que con mayor frecuencia lo aprendieron fuera y no dentro de la escuela. Su conocimiento de hechos, lo que entienden de la vida y de su trabajo les provino de la amistad o del amor, de mirar el televisor o de leer, del ejemplo de sus iguales o de la incitación de un encuentro callejero. O tal vez aprendieron lo que saben por medio del ritual de iniciación de una pandilla callejera, de un hospital, de la redacción de un periódico, de un taller de fontanería o de una oficina de seguros. La alternativa a la dependencia respecto de las escuelas no es el uso de recursos públicos para algún nuevo dispositivo que "haga" aprender a la gente; es más bien la creación de un nuevo estilo de relación educativa entre el hombre y su medio. Para propiciar este estilo será necesaria una modificación de consumo de las actitudes hacia el desarrollarse, de los útiles disponibles para aprender, y de la calidad y estructura de la vida cotidiana. Las actividades ya están cambiando. Ha desaparecido la orgullosa dependencia respecto de la escuela. En la industria del conocimiento se acrecienta la resistencia del consumidor. Muchos profesores y alumnos, contribuyentes y patronos, economistas y policías, preferirían no seguir dependiendo de las escuelas. Lo que impide que la frustración de éstos dé forma a otras instituciones es una carencia no sólo de imaginación, sino también, con frecuencia, de un lenguaje apropiado y de un interés personal ilustrado. No pueden visualizar ya sea una sociedad desescolarizada, ya sean unas instituciones educativas en una sociedad que haya privado de apoyo oficial a la escuela. En este capítulo me propongo mostrar que lo contrario de la escuela es posible: que podemos apoyarnos en el aprendizaje automotivado en vez de contratar profesores para sobornar u obligar al estudiante a hallar el tiempo y la voluntad de aprender, que podemos proporcionar al aprendiz nuevos vínculos con el mundo en vez de continuar canalizando todos los programas educativos a través del profesor. Examinaré algunas de las características que distinguen la escolarización del aprendizaje y esbozaré cuatro categorías principales de instituciones que serían atractivas no sólo a muchas personas, sino también a muchos grupos de intereses comunes existentes. 103 Una objeción: ¿a quién pueden servirle unos puentes hacia la nada?
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6. TRAMAS DE APRENDIZAJE<br />
Una objeción: ¿a quién pueden servirle unos puentes hacia la nada?, 103<br />
Características generales de unas nuevas instituciones educativas formales, 106<br />
Cuatro redes, 109<br />
Servicios de referencia respecto de objetos educativos, 111<br />
Lonjas de habilidades, 121<br />
Servicio de búsqueda de compañero, 127<br />
Educadores profesionales, 134<br />
En el capítulo anterior he examinado aquello que se está convirtiendo en una queja acerca de las<br />
escuelas,una queja que hace sentir, por ejemplo, en un informe reciente de la Carnegie<br />
Commission: en las escuelas los alumnos matriculados se someten ante maestros diplomados a<br />
fin de obtener sus propios diplomas; ambos quedan frustrados y ambos culpan a unos recursos<br />
insuficientes -dinero, tiempo o edificios- de su mutua frustración.<br />
Una crítica semejante conduce a muchos a pensar si no será posible concebir un estilo diferente<br />
de aprendizaje. Paradójicamente, si a estas mismas personas se les insta a especificar cómo<br />
adquirieron lo que sabe y estiman, admitirán prontamente que con mayor frecuencia lo aprendieron<br />
fuera y no dentro de la escuela. Su conocimiento de hechos, lo que entienden de la vida y de su<br />
trabajo les provino de la amistad o del amor, de mirar el televisor o de leer, del ejemplo de sus<br />
iguales o de la incitación de un encuentro callejero. O tal vez aprendieron lo que saben por medio<br />
del ritual de iniciación de una pandilla callejera, de un hospital, de la redacción de un periódico, de<br />
un taller de fontanería o de una oficina de seguros. <strong>La</strong> alternativa a la dependencia respecto de las<br />
escuelas no es el uso de recursos públicos para algún nuevo dispositivo que "haga" aprender a la<br />
gente; es más bien la creación de un nuevo estilo de relación educativa entre el hombre y su<br />
medio. Para propiciar este estilo será necesaria una modificación de consumo de las actitudes<br />
hacia el desarrollarse, de los útiles disponibles para aprender, y de la calidad y estructura de la<br />
vida cotidiana.<br />
<strong>La</strong>s actividades ya están cambiando. Ha desaparecido la orgullosa dependencia respecto de la<br />
escuela. En la industria del conocimiento se acrecienta la resistencia del consumidor. Muchos<br />
profesores y alumnos, contribuyentes y patronos, economistas y policías, preferirían no seguir<br />
dependiendo de las escuelas. Lo que impide que la frustración de éstos dé forma a otras<br />
instituciones es una carencia no sólo de imaginación, sino también, con frecuencia, de un lenguaje<br />
apropiado y de un interés personal ilustrado. No pueden visualizar ya sea una <strong>sociedad</strong><br />
<strong>desescolarizada</strong>, ya sean unas instituciones educativas en una <strong>sociedad</strong> que haya privado de<br />
apoyo oficial a la escuela. En este capítulo me propongo mostrar que lo contrario de la escuela es<br />
posible: que podemos apoyarnos en el aprendizaje automotivado en vez de contratar profesores<br />
para sobornar u obligar al estudiante a hallar el tiempo y la voluntad de aprender, que podemos<br />
proporcionar al aprendiz nuevos vínculos con el mundo en vez de continuar canalizando todos los<br />
programas educativos a través del profesor. Examinaré algunas de las características que<br />
distinguen la escolarización del aprendizaje y esbozaré cuatro categorías principales de<br />
instituciones que serían atractivas no sólo a muchas personas, sino también a muchos grupos de<br />
intereses comunes existentes.<br />
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Una objeción: ¿a quién pueden servirle unos puentes hacia la nada?