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Illich Ivan - La sociedad desescolarizada.rtf - Mundo Libertario

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paciente que se somete a hospitalización o el alumno en el aula deben considerarse como parte de<br />

una nueva clase de "empleados". Un movimiento de liberación que se inicie en la escuela, y sin<br />

embargo esté fundado en maestros y alumnos como explotados y explotadores simultáneamente,<br />

podría anticiparse a las estrategias revolucionarias del futuro; pues un programa radical de<br />

desescolarización podría adiestrar a la juventud en el nuevo estilo de revolución necesaria para<br />

desafiar a un sistema social que exhibe un "salud", una "riqueza" y una "seguridad" obligatorias.<br />

Los riegos de una rebelión contra la escuela son imprevisibles, pero no son tan horribles como lo<br />

de una revolución que se inicie en cualquier otra institución principal. <strong>La</strong> escuela todavía no está<br />

organizada para defenderse con tanta eficacia como una nación-estado, o incluso una gran<br />

<strong>sociedad</strong> anónima. <strong>La</strong> liberación de la opresión de las escuelas podría se incruenta. <strong>La</strong>s armas del<br />

vigilante escolar6 y de sus aliados en los tribunales y en las agencias de empleo podrían tomar<br />

medidas muy crueles contra el o la delincuente individual, especialmente si fuese pobre, pero<br />

podrían ser a su vez impotentes al surgir un movimiento de masas.<br />

<strong>La</strong> escuela se ha convertido en un problema social; está siendo atacada por todas partes, y los<br />

ciudadanos y los gobiernos patrocinan experimentos no convencionales en todo el mundo.<br />

Recurren a insólitos expedientes estadísticos a fin de preservar la fe y salvar las apariencias. El<br />

ánimo existente entre algunos educadores es muy parecido al ánimo de los obispos católicos<br />

después del Concilio Vaticano. Los planes de estudio de las llamadas "escuelas libres" se parecen<br />

a las liturgias de las misas folklórica y rock. <strong>La</strong>s exigencias de los estudiantes de bachillerato<br />

acerca de tener voz y voto en la elección de sus profesores son tan estridentes como las de los<br />

feligreses que exigen seleccionar a sus párrocos. Pero para la <strong>sociedad</strong> está en juego algo mucho<br />

mayor si una minoría significativa pierde su fe en la escolaridad. Esto pondría en peligro la<br />

supervivencia no sólo del orden económico construido sobre la coproducción de bienes y<br />

demandas, sino igualmente del orden político construido sobre la nación-estado dentro del cual los<br />

estudiantes son dados a luz por la escuela.<br />

Nuestras alternativas posibles son harto claras. O continuamos creyendo que el aprendizaje<br />

institucionalizado es un producto que justifica una inversión ilimitada, o redescrubrimos que la<br />

legislación, la planificación y la inversión, si de alguna manera encajan en la educación formal,<br />

debieran usarse principalmente para derribar las barreras que ahora obstaculizan las posibilidades<br />

de aprendizaje, el cual sólo puede ser una actividad personal.<br />

Si no ponemos en tela de juicio el supuesto de que el conocimiento valedero es una mercancía que<br />

en ciertas circunstancias puede metérsele a la fuerza al consumidor, la <strong>sociedad</strong> se verá cada día<br />

más dominada por siniestras seudoescuelas y totalitarios administradores de la información. Los<br />

terapeutas pedagógicos drogarán más a sus alumnos a sin de enseñarles mejor, y los estudiantes<br />

se drogarán más a fin de conseguir aliviarse de las presiones de los profesores y de la carrera por<br />

los diplomas. Ejércitos cada día mayores de burócratas presumirán de pasar por maestros. El<br />

lenguaje del escolar ya se lo ha apropiado el publicista. Ahora el general y el policía tratarán de<br />

dignificar sus profesiones disfrazándose de educadores. En una <strong>sociedad</strong> escolarizada, el hacer<br />

guerras y la represión civil encuentran una justificación racional educativa. <strong>La</strong> guerra pedagógica al<br />

estilo de Vietnam se justificará cada vez más como la única manera de enseñar a la gente el valor<br />

superior del progreso inacabable.<br />

<strong>La</strong> represión será considerada como un empeño de misioneros por apresurar la venida del Mesías<br />

mecánico. Más y más países recurrirán a la tortura pedagógica puesta ya en práctica en Brasil y<br />

Grecia. Esta tortura pedagógica no se usa para extraer información o para satisfacer las<br />

necesidades psíquicas de unos sádicos. Se apoya en el terror aleatorio para romper la integridad<br />

de toda una población y convertirla en un material plástico para las enseñanzas inventadas por<br />

tecnócratas. <strong>La</strong> naturaleza totalmente destructiva y en constantes progreso de la instrucción<br />

obligatoria cumplirá cabalmente su lógica final a menos que comencemos a librarnos desde ahora<br />

de nuestra ubris pedagógica, nuestra creencia de que el hombre puede hacer lo que no puede<br />

Dios, a saber, el manipular a otros para salvarlos.<br />

Muchos comienzan recientemente a darse cuenta de la inexorable destrucción que las tendencias<br />

actuales de producción implican para el medio ambiente, pero las personas aisladas tienen un<br />

poder muy restringido para cambiar estas tendencias. <strong>La</strong> manipulación de hombres y mujeres<br />

iniciada en la escuela ha llegado también a un punto sin retorno, y la mayoría de las personas aún<br />

no se han percatado de ello. Fomentan todavía la reforma escolar, tal como Henry Ford II propone

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