Illich Ivan - La sociedad desescolarizada.rtf - Mundo Libertario
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Durante la Edad Media, el ser estudioso significaba ser pobre y hasta mendicante. En virtud de su<br />
vocación, el estudioso medieval aprendía latín, se convertía en un out-sider digno tanto de la mofa<br />
como de la estimación del campesino y del príncipe, del burgués y del clérigo.<br />
Para triunfar en el mundo, el escolástico tenía que ingresar primero en él, entrando en la carrera<br />
funcionaria, preferiblemente la eclesiástica. <strong>La</strong> universidad antigua era una zona liberada para el<br />
descubrimiento y el debate de ideas nuevas y viejas. Los maestros y los estudiantes se reunían<br />
para leer textos de otros maestros, muertos mucho antes, y las palabras vivas de los maestros<br />
difuntos daban nuevas perspectivas a las falacias del mundo presente. <strong>La</strong> universidad era<br />
entonces una comunidad de búsqueda académica y de inquietud endémica.<br />
En la multiversidad moderna esta comunidad ha huido hacia las márgenes, en donde se junta en un<br />
apartamento, en la oficina de un profesor o en los aposentos del capellán. El propósito estructural<br />
de la universidad moderna guarda poca relación con la búsqueda tradicional. Desde los días de<br />
Gutenberg, el intercambio de la indagación disciplinada y crítica se ha trasladado en su mayor<br />
parte de la "cátedra" a la imprenta. <strong>La</strong> universidad moderna ha perdido por incumplimiento su<br />
posibilidad de ofrecer un escenario simple para encuentros que sean autónomos y anárquicos,<br />
enfocados hacia un interés y sin embargo espontáneos y vivaces, y ha elegido en cambio<br />
administrar el proceso mediante el cual se produce lo que ha dado en llamarse investigación y<br />
enseñanza.<br />
Desde Sputnik, la universidad estadunidense ha estado tratando de ponerse a la par con el número<br />
de graduados que sacan los soviéticos. Ahora los alemanes están abandonando su tradición<br />
académica y están construyendo unos "campus" para ponerse a la par con los estadunidenses.<br />
Durante esta década quieren aumentar sus erogaciones en escuelas primarias y secundarias de<br />
14 000 a 59 000 millones de DM y más que triplicar los desembolsos para la instrucción superior.<br />
Los franceses se proponen elevar para 1980 a un 10 por ciento de su PBN el monto gastado en<br />
escuelas, y la Fundación Ford ha estado empujando a países pobres de América <strong>La</strong>tina a elevar<br />
sus desembolsos per capita para los graduados "respetables" hacia los niveles estadunidenses.<br />
Los estudiantes consideran sus estudios como la inversión que produce el mayor rédito monetario,<br />
y las naciones los ven como un factor clave para el desarrollo.<br />
Para la mayoría que va primariamente en pos de un grado universitario, la universidad no ha<br />
perdido prestigio, pero desde 1968 ha perdido notoriamente categoría entre sus creyentes. Los<br />
estadunidenses se niegan a prepararse para la guerra, la contaminación y la perpetuación del<br />
prejuicio. Los profesores les ayudan en su recusación de la legitimidad del gobierno, de su política<br />
exterior, de la educación y del sistema de vida norteamericano. No pocos rechazan títulos y se<br />
preparan para una vida en una contracultura, fuera de la <strong>sociedad</strong> diplomada. Parecen elegir la vía<br />
de los Fraticelli medievales o de los Alumbrados de la Reforma, los hippies y desertores escolares<br />
de su época. Otros reconocen el monopolio de las escuelas sobre sus recursos que ellos<br />
necesitan para construir una contra<strong>sociedad</strong>. Busca de apoyo el uno en el otro para vivir con<br />
integridad mientras se someten al ritual académico. Forman, por así decirlo, focos de herejía en<br />
medio de la jerarquía.<br />
No obstante, grandes sectores de la población general miran al místico moderno y al heresiarca<br />
moderno con alarma. Éstos amenazan la economía comunista, el privilegio democrático y la<br />
imagen que de sí mismo tiene Estados Unidos. Pero no es posible eliminarlos con sólo desearlo.<br />
Cada vez menos aquellos a los que es posible reconvertir y reincorporar en las filas mediante<br />
sutilezas -como, por ejemplo, darles el cargo de enseñar como profesores su herejía. De aquí la<br />
búsqueda de medios que hagan posible ya sea el librarse de disidentes, ya sea disminuir la<br />
importancia de la universidad que les sirve de base para protestar.<br />
A los estudiantes y a la facultad que ponen en tela de juicio la legitimidad de la universidad, y lo<br />
hacen pagando un alto costo personal, no les parece por cierto estar fijando normas de consumo<br />
ni favoreciendo un sistema determinado de producción. Aquellos que han fundado grupos tales<br />
como el Committee of Concerned Asian Scholars2 y el North American Congress of <strong>La</strong>tin America<br />
(NACLA),3 han sido de los más eficaces para cambiar radicalmente la visión que millones de<br />
personas jóvenes tenían de países extranjeros. Otros más han tratado de formular<br />
interpretaciones marxistas de la <strong>sociedad</strong> norteamericana o han figurado entre los responsables<br />
de la creación de comunas. Sus logros dan nuevo vigor al argumento de que la existencia de la