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Illich Ivan - La sociedad desescolarizada.rtf - Mundo Libertario

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escribió con su azadón en el suelo la palabra de que venía conversando: "agua".7 Desde 1962, mi<br />

amigo Freire ha pasado de exilio en exilio, principalmente porque rehúsa llevar a cabo sus<br />

sesiones en torno a palabras que hayan sido preseleccionadas por educadores aprobados y<br />

prefiere utilizar aquellas que los participantes llevan consigo a las clases.<br />

El aparejamiento educativo entre personas que hayan sido escolarizadas con éxito es tarea<br />

diferente. Los que no necesitan tal ayuda son una minoría, incluso entre aquellos que leen revistas<br />

serias. <strong>La</strong> mayoría no puede ni deber ser congregada en torno a una consigna, a una palabra, a<br />

una imagen. Pero la idea sigue siendo la misma: debieran poder congregarse en torno a un<br />

problema elegido y definido por iniciativa de los participantes. El aprendizaje creativo, exploratorio,<br />

requiere sujetos de igual perplejidad ante los mismos términos o problemas. <strong>La</strong>s grandes<br />

universidades realizan el vano intento de aparejarlos multiplicando sus cursos y por lo general<br />

fracasan por cuanto están ligadas al currículum, a la estructura de cursos y a una administración<br />

burocrática. En las escuelas, tal como en las universidades, la mayoría de los recursos se gastan<br />

en comprar el tiempo y la motivación de un número reducido de personas para encarar problemas<br />

predeterminados en un escenario definido de forma ritual. <strong>La</strong> alternativa más radical para la<br />

escuela sería una red o servicio que diera a cada hombre la misma oportunidad de compartir sus<br />

intereses actuales con otros motivados por iguales cuestiones.<br />

Permítaseme dar, como ejemplo de mi planteamiento, una descripción de cómo podría funcionar un<br />

aparejamiento intelectual en la ciudad de Nueva York. Cada hombre, en cualquier momento y a un<br />

precio mínimo, podría identificarse ante un computador con su dirección y su número de teléfono,<br />

indicando libro, artículos, película o grabación acerca de los cuales busca un compañero con el<br />

cual conversar. En un plazo de días podría recibir por correo la lista de otros que hubiesen tomado<br />

recientemente la misma iniciativa. Esta lista le permitiría concertar por teléfono una reunión con<br />

personas que inicialmente se conocerían exclusivamente por el hecho de haber solicitado un<br />

diálogo acerca del mismo tema. Conjuntar personas de acuerdo con el interés que tengan sobre un<br />

título dado es radicalmente simple. Permite la identificación sólo sobre la base de un deseo mutuo<br />

de conversar sobre una afirmación registrada por un tercero, y deja al individuo la iniciativa de<br />

concertar la reunión. Normalmente se hacen tres objeciones contra esta pureza esquelética. <strong>La</strong>s<br />

recojo no sólo para esclarecer la teoría que quiero ilustrar mediante mi propuesta -pues destacan<br />

la acendrada resistencia de desescolarizar la educación, a separar el aprendizaje del control<br />

social- sino también porque pueden ayudar a sugerir unos recursos existentes que no se emplean<br />

ahora para fines de aprendizaje.<br />

<strong>La</strong> primera objeción es: ¿por qué no podría la identificación de cada cual basarse también en una<br />

idea o en un tema de debate? Ciertamente dichos términos subjetivos podrían usarse también en<br />

un sistema informático. Los partidos políticos, iglesias, sindicatos, clubes, centros vecinales y<br />

<strong>sociedad</strong>es profesionales organizan ya sus actividades educativas de ese modo y en efecto<br />

actúan como escuelas. Todos ellos aparejan personas a fin de explorar ciertos "temas"; y éstos se<br />

abordan en cursos, seminarios y planes de estudio en los que unos presuntos "intereses<br />

comunes" están preenvasados. Dicho "aparejamiento por tema" está, por definición, centrado en el<br />

profesor: precisa una presencia autoritaria para definir ante los participantes el punto de partida de<br />

su debate.<br />

En contraste con lo anterior, el aparejamiento por el título de un libro, película, etc., en su forma<br />

pura deja al autor el definir el lenguaje especial, los términos y el marco de referencia dentro del<br />

cual se plantea un determinado problema o hecho; permiten a quienes acepten este punto de<br />

partida el identificarse uno con otro. Por ejemplo, el conjuntar gente en torno a la idea de<br />

"revolución cultural" conduce generalmente o a la confusión o a la demagogia. Por otra parte, el<br />

reunir a quienes se interesen en ayudarse mutuamente a entender un determinado artículo de<br />

Mao, Marcuse, Freud o Goodman sigue la gran tradición de aprendizaje liberal, desde los Diálogos<br />

de Platón, que están construidos en torno a unas presuntas declaraciones de Sócrates, hasta los<br />

comentarios de Tomás de Aquino sobre Pedro Lombardo. <strong>La</strong> idea de aparejar por título es pues<br />

radicalmente diferente de la teoría sobre la que se fundaban, por ejemplo, los clubes de los<br />

"Grandes Libros": en vez de apoyarse en la selección realizada por algunos catedráticos de<br />

Chicago, cualquier par de personas puede, como compañeros de juego, elegir cualquier libro para<br />

analizarlo.<br />

<strong>La</strong> segunda objeción pregunta: ¿por qué la identificación de quienes buscan compañero no podría<br />

incluir información sobre edad, antecedentes, visión del mundo, competencia, experiencia y otras<br />

características definitorias? Tampoco hay en este caso razón alguna por la cual tales restricciones<br />

discriminatorias no pudiesen (y no debiesen) incorporarse en algunas de las numerosas

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