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“PARA PREVENIR, PARA DECIDIR, ...SABER ES UN DERECHO”
40 . Manuela Ramos
A diferencia de la diversidad de experiencias previas respecto a los enfoques de género y derechos,
la mayoría de los integrantes de los equipos regionales coinciden en señalar que el enfoque de
interculturalidad les era familiar sino en la teoría en la práctica, debido a su trabajo anterior con
distintos grupos étnicos y comunidades de sus regiones, incluyendo las comunidades shipibas
y migrantes andinos en Ucayali, las comunidades quechuas en Huancavelica y Ayacucho, y la
población migrante procedente de la costa, sierra y selva del Perú en Lima.
El tema de las relaciones de poder y prestigio, que impiden un real diálogo cultural fue, sin embargo,
algo que apareció con más claridad en la implementación de los talleres donde se reunía a chicas y
chicos de zonas urbanas y rurales, como fue el caso de Huancavelica (ver Huancavelica: Chicas y chicos
“de comunidad” y “de ciudad” juntos y Huancavelica: ¿En quechua o en castellano?).
HUANCAVELICA: CHICAS Y CHICOS “DE COMUNIDAD” Y “DE CIUDAD” JUNTOS
En el caso de Huancavelica, el equipo regional decidió realizar los talleres de capacitación de las
y los promotores juveniles conjuntamente con adolescentes “de comunidad” (de zonas rurales,
mayormente quechua-hablantes o bilingües que prefieren hablar en quechua) y “de ciudad (de zonas
más urbanas, mayormente hablan en castellano o son bilingües pero se expresan más en castellano).
Confluyeron en esta decisión razones prácticas y estratégicas. Por un lado, realizar talleres por
separado para chicas y chicos de comunidad y de ciudad duplicaba los requerimientos de tiempo
y personal en cada uno de los distritos, sobre todo tomando en cuenta la dispersión geográfica
que caracteriza a Huancavelica y que para cada taller se requieren mínimamente dos personas
facilitadoras. De otra parte, el equipo pensó los talleres como lugares de encuentro e intercambio
intercultural, en los que se pondrían en práctica las reflexiones sobre el respeto al otro u otra, a su
lengua y tradiciones y costumbres, las que son parte de la primera sesión de todos los talleres.
En los talleres se reprodujeron jerarquías y formas de segregación y diferenciación entre
chicos y chicas de zonas rurales y urbanas, situaciones que el equipo regional aprovechó
para la reflexión y el replanteamiento de formas de relación y valoración que subordinan
el quechua al castellano, y en general, lo indígena o “tradicional” frente a lo foráneo o
moderno. El equipo regional refiere aquí su experiencia:
El enfoque de interculturalidad en cuestiones teóricas era nuevo, pero en cuestiones prácticas es lo
que veníamos haciendo. El respeto a la diversidad de la cultura y la participación de chicas y chicos han
estado siempre presentes desde que tomamos en cuenta algunos criterios para la selección de algunos
participantes. Paucará y Yauli son zonas donde hay ciudad pero también comunidades. Pensábamos,
“¿cómo lo hacemos? ¿Lo juntamos o lo separamos?”. Optamos por juntarlos para que de esa forma se
generen relaciones entre chicos de la ciudad y la comunidad y ver cómo funcionaba. Todos los talleres
siempre se inician reflexionando sobre el tema del respeto al otro u otra, a costumbres, tradiciones, pero
después, para elaborar sus iniciativas propias [subproyectos], se separan.
(COORDINADORA REGIONAL, HUANCAVELICA).