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“PARA PREVENIR, PARA DECIDIR, ...SABER ES UN DERECHO”
140 . Manuela Ramos
indicó que sí les dijeron que abordarían temas de sexualidad, enfatizando en la importancia de
prevenir el embarazo en adolescentes. De otro lado, muchas/os de las y los adolescentes que fueron
convocados en los años subsiguientes (2007 y 2008) tenían una idea más precisa de la finalidad de la
capacitación, pues habían observado como venían desenvolviéndose las y los promotores juveniles de
su colegio en charlas, ferias u otras actividades masivas.
Sin embargo, el saber o no de qué se trataría el taller no necesariamente marcaría una significativa
diferencia respecto a las motivaciones que tuvieron chicos y chicas para acudir a los talleres. Salir de
casa o clases, las otras chicas y chicos que irían, los refrigerios, o la curiosidad por saber nuevas cosas
(“de toda capacitación siempre se aprende”) fueron un primer incentivo que los atrajo. Varios de
los promotores juveniles recalcaron que al comienzo no estaban muy interesados en los talleres en
sí mismos, hecho que vinculan a sus preferencias “como adolescentes” para usar su tiempo, las que
caracterizaron como festivas y lúdicas. A la vez, ellos y ellas dijeron que se sintieron motivadas/os a
seguir en los talleres porque eran diferentes a otras experiencias de capacitación: encontraron que
estos no eran aburridos, se vinculaban con sus maneras de expresión y lenguajes, los escuchaban y
aprendían: “otra nota, pues”. Así lo ejemplifica el siguiente testimonio de un integrante del Comité
de gestión de Huanta, Ayacucho:
Cuando V [promotor regional de Ayacucho] vino a avisarnos que iba a haber una capacitación sobre
sexualidad y derechos de adolescentes no le interesó a nadie, porque mas la vida de colegio era jugar
vóley, futbol, como adolescentes ¿no? Al principio, nadie levantaba la mano. Nadie quería participar,
preferían estar en su casa jugando o viendo la televisión. Luego, dijo: “va haber almuerzo y refrigerio”.
Allí se animaron dos y J era uno de ellos, el primer coordinador del subproyecto y luego su amigo con
que eran mugre y uña. Al día siguiente, vinieron al salón y no dejaban de hablar de eso, y todo el salón
quería venir. Nos dijo que comías bien y aparte que aprendías, no te aburrías. El primer día no me llamo
tanto la atención, porque venía “la hora del matecito” [refrigerio], pasaba eso y me iba con una excusa
y decía: “tengo trabajo,” y me iba. Después ya no. [...] Lo que más me ha interesado, y he seguido en el
taller por eso, es que un adulto hable el lenguaje de un adolescente, como que “a su mare”, “chimbar”,
dice, me llamaba la atención. Si hubiera sido de esos que hablan y hablan y no le importa si entiendes o
no, pero él lo hacía como amigos. Empieza a hablar y se presenta, y entonces dije, es otra nota.
(PROMOTOR JUVENIL, 16 AÑOS, HUANTA, AYACUCHO).
Independientemente de cómo llegaron a la capacitación, lo que resultó común en las experiencias
de las promotoras y promotores entrevistados, fue un progresivo interés e involucramiento con los
diversos temas que se abordaron en las capacitaciones, así como un descubrimiento de las ventajas
y aprendizajes de los procesos que le siguieron, tales como la elaboración y ejecución de proyectos
comunitarios. El recuadro titulado Procesos y motivaciones: La trayectoria de un promotor juvenil,
muestra la trayectoria de un promotor juvenil en Acobamba (Huancavelica), que llega al taller de
capacitación por indicaciones del auxiliar de su institución educativa. Su narración da cuenta de los
contextos en que surgen sus motivaciones para continuar como promotor, las trabas que enfrentó
en su colegio, así como su gradual descubrimiento de los beneficios del proyecto promovido por el
MMR.