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Los <strong>pecados</strong> <strong>capitales</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>profesor</strong> <strong>de</strong> matemáticas<br />

1.- El <strong>profesor</strong> “Cuchilla”<br />

Este <strong>profesor</strong> es alguien que se la pasa "rajando" a <strong>los</strong> estudiantes, que disfruta<br />

inspirándoles terror, que vive proponiendo acertijos y problemas dificilísimos, que exp<strong>lic</strong>a<br />

cosas que nadie pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r y que exige un rendimiento imposible <strong>de</strong> alcanzar. Que es<br />

excesivamente exigente con sus alumnos. Un <strong>profesor</strong> que humilla con sus burlas a sus<br />

estudiantes y que <strong>los</strong> hace sentir poca cosa. Los hace sentir brutos y les inspira temor.<br />

El buen <strong>profesor</strong> <strong>de</strong> Matemática <strong>de</strong>be ser amable, benévolo y comprensivo. Si un estudiante<br />

se equivoca en un signo, si comete un error en el tablero, <strong>de</strong>be tener en cuenta que<br />

cualquiera pue<strong>de</strong> equivocarse (errare humanum est), <strong>de</strong>be recordar que él mismo yerra<br />

muchas veces al resolver una ecuación o un problema geométrico. Al mismo tiempo <strong>de</strong>be<br />

estimular al estudiante cuando éste acierta, fe<strong>lic</strong>itarlo por sus logros, hacer que se sienta<br />

feliz y orgul<strong>los</strong>o cuando encuentra la solución <strong>de</strong> un problema difícil y retarlo para que<br />

enfrente problemas <strong>de</strong> mayor dificultad. Este personaje <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>profesor</strong> “cuchilla” tiene que<br />

ver con algún problema personal que está afectando o perturbando.<br />

Si el <strong>profesor</strong> está emproblemado y ha tenido que aguantar humillaciones fuera <strong><strong>de</strong>l</strong> salón,<br />

es posible que trate <strong>de</strong> compensar sus frustaciones actuando con superioridad contra sus<br />

estudiantes.<br />

El buen <strong>profesor</strong> una vez que entra al salón y cierra la puerta, <strong>de</strong>ja por fuera todos sus<br />

problemas personales y se <strong>de</strong>dica a su labor docente <strong>de</strong> una manera apacible, equilibrada y<br />

bondadoso.


2. El <strong>profesor</strong> “Libro”<br />

Es un <strong>profesor</strong> que llega al salón <strong>de</strong> clase y recita el libro <strong>de</strong> texto o por <strong>de</strong>cirlo mejor, vacía<br />

en la pizarra todos sus contenidos. Escribe <strong>los</strong> teoremas importantes, hace las<br />

<strong>de</strong>mostraciones sin que falte una coma y da unos pocos ejemp<strong>los</strong>. Es posible que el<br />

<strong>profesor</strong> “libro” sea un gran matemático, pero un gran matemático no es necesariamente un<br />

gran <strong>profesor</strong>. Es frío y muy serio. Entra a la clase sin mirar a nadie, escribe en la pizarra<br />

dándoles la espalda a <strong>los</strong> estudiantes y habla sin mucha energía. Luego sale <strong><strong>de</strong>l</strong> salón. Se<br />

mantiene distante. Parece como si siempre estuviera concentrado en sus problemas<br />

matemáticos. El <strong>profesor</strong> “libro” tiene el <strong>de</strong>fecto <strong>de</strong> que no se preocupa <strong>de</strong> que sus<br />

estudiantes entiendan.<br />

El <strong>profesor</strong> “libro”, él copia en la pizarra todos <strong>los</strong> contenidos <strong><strong>de</strong>l</strong> libro, sin que falte ni una<br />

coma, pero no se preocupa <strong>de</strong> que sus estudiantes entiendan y por eso su clase sale mal. El<br />

<strong>profesor</strong> <strong>de</strong>be procurar hacer preguntas, animar la clase, sorpren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> tanto en tanto a sus<br />

estudiantes con comentarios extraños y sobre todo ap<strong>lic</strong>ar el viejo método socrático <strong>de</strong> la<br />

Mayéutica. Sócrates hacía preguntas y mediante esas preguntas inducía en su interlocutor el<br />

parto <strong><strong>de</strong>l</strong> conocimiento. Un buen <strong>profesor</strong> pue<strong>de</strong> hacer, por ejemplo, que un estudiante<br />

resuelva el problema <strong>de</strong> convergencia o divergencia <strong>de</strong> una serie, guiándolo con sus<br />

preguntas, haciéndole sugerencias, mostrándole casos análogos, comentándole las<br />

imp<strong>lic</strong>aciones <strong>de</strong> sus equivocaciones, hasta que finalmente el estudiante “ alumbra” con la<br />

solución <strong><strong>de</strong>l</strong> problema. A<strong>de</strong>más el <strong>profesor</strong> <strong>de</strong>be saber contextualizar las cosas que exp<strong>lic</strong>a.<br />

No se trata <strong>de</strong> copiar el contenido <strong><strong>de</strong>l</strong> libro. Hay que contextualizarlo. Sirve mucho, por<br />

ejemplo, hacer un comentario histórico al presentar una noción o hacer un ver cómo esa<br />

noción se relaciona con otros campos. Un estudiante no sólo necesita información. Necesita<br />

también conocer cuáles son las conexiones <strong>de</strong> esos datos con otras cosas. Esto hará que el<br />

estudiante le halle sentido a lo que está aprendiendo. El sentido <strong>de</strong> las cosas se adquiere<br />

cuando se adquieren conexiones <strong>de</strong> unas cosas con otras.<br />

Increíble que un <strong>profesor</strong> esté dictando clase y sus estudiantes estén distraídos haciendo<br />

otras cosas. Eso es frecuente en <strong>los</strong> famosos cursos magistrales. Ejemplo, un <strong>profesor</strong><br />

dictaba una clase magistral al parecer <strong>de</strong> Historia <strong>de</strong> la Matemática, pero mientras exp<strong>lic</strong>aba<br />

una por una las diapositivas que iba proyectando en una pantalla gigante, la mitad <strong>de</strong> sus<br />

estudiantes estaban con sus portátiles abiertos, jugando computadores, consultando Internet<br />

o contestando sus correos electrónicos .Yo me pregunto, ¿cómo es prestando atención?


3. El <strong>profesor</strong> “Madre”<br />

Es un <strong>profesor</strong> muy con<strong>de</strong>scendiente, que no les exige gran<strong>de</strong>s esfuerzos a sus estudiantes.<br />

Con él es muy fácil pasar. A veces ni siquiera es necesario asistir a todas sus clases. No<br />

exige ningún esfuerzo. Suele perdonar <strong>los</strong> errores <strong>de</strong> <strong>los</strong> estudiantes, así sean estos muy<br />

gran<strong>de</strong>s. Hace un examen y si algunas preguntas resultan muy difíciles <strong>de</strong> contestar para <strong>los</strong><br />

estudiantes, dice: “He <strong>de</strong>cidido que estas preguntas no valen”. Con estas actitu<strong>de</strong>s la pereza<br />

y la ley <strong><strong>de</strong>l</strong> mínimo esfuerzo se enseñorean <strong><strong>de</strong>l</strong> curso. El <strong>profesor</strong> pone muy buenas notas<br />

aunque <strong>los</strong> trabajos presentados por sus estudiantes no son <strong>de</strong>masiado brillantes. Por eso al<br />

<strong>profesor</strong> “madre” le dicen también <strong>profesor</strong> “cuatrero”, ya que las calificaciones que pone<br />

siempre son <strong>de</strong> cuatro para arriba.<br />

¿Por qué este <strong>profesor</strong> <strong>de</strong>ja a un lado algo tan importante para la pedagogía como la<br />

exigencia? ¿Por qué no es capaz <strong>de</strong> crear un ambiente que resulte estimulante y <strong>de</strong>safiante<br />

para el alumno? He pensado en ello y creo que el <strong>profesor</strong> “madre” se produce cuando hay<br />

<strong>de</strong> por medio sentimientos <strong>de</strong> culpa. Estoy pensando en un <strong>profesor</strong> que falta a menudo a<br />

sus clases, que continuamente llega tar<strong>de</strong> al salón, que se atrasa mucho en la entrega <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

parciales corregidos y que no prepara suficientemente bien las clases que dicta. Todas estas<br />

conductas, todas estas faltas <strong>de</strong> responsabilidad, generan en él gran<strong>de</strong>s remordimientos y<br />

sus estudiantes saben aprovechar<strong>los</strong> muy bien. Le hacen chantaje emocional y lo manipulan<br />

afectivamente para les perdone sus faltas. Si el <strong>profesor</strong> no cumple en su trabajo, no pue<strong>de</strong><br />

exigir que sus alumnos cumplan.<br />

Cuando un <strong>profesor</strong> no exige esfuerzo, el estudiante se aburre, se <strong>de</strong>smotiva. Le parece que<br />

la materia que está tomando con él es <strong>de</strong>masiado fácil y termina fastidiándose porque se da<br />

cuenta <strong>de</strong> que no le está aportando gran cosa. Todo el mundo recuerda aquellas materias en<br />

las que se trabajó duro, en las que se aprendió, en las que había que hacer un esfuerzo<br />

consi<strong>de</strong>rable para pasar. En cambio, casi no se recuerdan aquellas materias que resultaban<br />

muy fáciles. Éstas no <strong>de</strong>jan ninguna huella pues no tienen la fuerza necesaria para arañar.


El <strong>profesor</strong> “Pavo real”<br />

Alu<strong>de</strong> básicamente a un <strong>profesor</strong> que se luce en el salón, a un <strong>profesor</strong> que se pavonea con<br />

su inteligencia frente a sus estudiantes. Generalmente es un <strong>profesor</strong> joven que apenas está<br />

comenzando y por eso podríamos <strong>de</strong>cir que es un pecado.<br />

Una vez que entra al salón <strong>de</strong> clase, a este <strong>profesor</strong> le queda muy difícil exponer las cosas<br />

<strong>de</strong> la manera más sencilla posible. Supongamos, por ejemplo, que este <strong>profesor</strong> expone el<br />

tema <strong>de</strong> la integral por sustitución. Hay algo que le impi<strong>de</strong> poner ejercicios muy simples en<br />

<strong>los</strong> que la sustitución es evi<strong>de</strong>nte. Prefiere traerles a sus estudiantes unas cuantas “joyas”,<br />

<strong>de</strong> ésas que requieren que se haga un tratamiento algebraico previo, sofisticado e ingenioso,<br />

antes <strong>de</strong> que se pueda medio enten<strong>de</strong>r cuál pue<strong>de</strong> ser la sustitución más a<strong>de</strong>cuada en cada<br />

caso. Los estudiantes miran alelados al <strong>profesor</strong> “pavo real” que saca fórmulas y ap<strong>lic</strong>a<br />

trucos para resolverlas las integrales y empiezan a creer que el cálculo integral es cosa <strong>de</strong><br />

prestidigitadores. El <strong>profesor</strong> se ufana ante el<strong>los</strong> con sus malabares algebraicos y quizás se<br />

siente feliz <strong>de</strong> la admiración que suscita entre sus alumnos.<br />

En realidad, lo único que sienten sus estudiantes es que están confundidos. A<strong>de</strong>más sienten<br />

temor porque piensan en las integrales que el <strong>profesor</strong> va a poner en <strong>los</strong> parciales.<br />

Preocupados comentan con sus compañeros <strong>de</strong> otros grupos: “Ese <strong>profesor</strong> pone unas<br />

integrales que sólo él logra resolver, muy difíciles”. Se <strong>de</strong>smotivan y no apren<strong>de</strong>n.


5. El <strong>profesor</strong> “Neblina”<br />

Llamado así porque sus exp<strong>lic</strong>aciones son tan confusas y tan oscuras, que sus estudiantes<br />

no logran compren<strong>de</strong>r absolutamente nada. Es un expositor vago, impreciso, que no logra<br />

hacerse enten<strong>de</strong>r. Le falta preparación como <strong>profesor</strong>. No domina <strong>los</strong> lenguajes necesarios<br />

para ejercer su labor con eficiencia. Con él, uno se siente como cuando se conduce un<br />

automóvil entre la niebla. No se sabe muy bien por dón<strong>de</strong> sigue el camino, ni dón<strong>de</strong> uno se<br />

encuentra, ni cómo salir <strong>de</strong> allí.<br />

El lenguaje matemático escrito. En particular, el <strong>profesor</strong> <strong>de</strong> Matemática <strong>de</strong>be dominar el<br />

lenguaje formal <strong>de</strong> la Matemática. Sabe escribir las fórmulas muy bien en el tablero, con<br />

cuidado y elegancia, y no olvida abrir o cerrar ningún paréntesis. Maneja con flui<strong>de</strong>z la<br />

simbología general <strong>de</strong> la Matemática, con sus letras latinas, sus letras griegas, sus<br />

caracteres góticos y hebreos. Debe conocer a<strong>de</strong>más otras notaciones alternativas que,<br />

aunque no están universalizadas, aparecen <strong>de</strong> tanto en tanto en la bibliografía.<br />

El lenguaje matemático hablado. El buen <strong>profesor</strong> <strong>de</strong> Matemática sabe leer<br />

a<strong>de</strong>cuadamente sus fórmulas. Conoce el nombre <strong>de</strong> las letras griegas y <strong>de</strong> las señales<br />

diacríticas. Dice <strong>los</strong> teoremas con corrección y emplea a<strong>de</strong>cuadamente <strong>los</strong> giros lingüísticos<br />

que son característicos <strong><strong>de</strong>l</strong> lenguaje hablado <strong>de</strong> <strong>los</strong> matemáticos.<br />

El lenguaje gráfico. Muy a menudo será necesario que el <strong>profesor</strong> explique sus i<strong>de</strong>as<br />

haciendo gráficas y dibujos en el tablero, sobre todo, cuando se tocan temas relacionados<br />

con la geometría. En esos casos el <strong>profesor</strong> <strong>de</strong>be hacer las gráficas muy bien. Debe trazar<br />

<strong>los</strong> ejes coor<strong>de</strong>nados, marcar<strong>los</strong> a<strong>de</strong>cuadamente. y hacer juiciosamente el trazado <strong>de</strong> las<br />

curvas. Se tomará el tiempo necesario para rayar una región <strong><strong>de</strong>l</strong> plano y utilizará distintos<br />

colores para po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>stacar <strong>los</strong> elementos importantes <strong>de</strong> un problema. Sabrá utilizar unas<br />

veces líneas continuas y otras veces líneas punteadas. Indicará ciertos puntos mediante<br />

flechas y subrayará otras encerrándolas en redon<strong><strong>de</strong>l</strong>es.<br />

El dominio <strong>de</strong> todos estos lenguajes hará que las nubes que envuelven al <strong>profesor</strong> “neblina”<br />

<strong>de</strong>saparezcan por completo y que sus estudiantes empiecen a consi<strong>de</strong>rarlo como un <strong>profesor</strong><br />

muy claro, al que todo se le entien<strong>de</strong>. Y es que al <strong>profesor</strong> <strong>de</strong> Matemática no le basta con<br />

saber mucho <strong>de</strong> Matemática, tiene que ser también un magnífico comunicador.


6. El <strong>profesor</strong> “Eficiencia”<br />

Es aquel que cree que basta con ser eficiente en la enseñanza para ser un gran <strong>profesor</strong>. La<br />

eficiencia es parte <strong>de</strong> la enseñanza, pero eso no lo es todo, es apenas una parte y quizás no<br />

es la parte más importante. Hace falta un elemento esencial y misterioso, un elemento que<br />

no se pue<strong>de</strong> medir ni exp<strong>lic</strong>ar con exactitud y que se resume en ser un verda<strong>de</strong>ro maestro.<br />

Alguien que va más allá <strong>de</strong> enseñar a <strong>de</strong>rivar, <strong>de</strong> enseñar a integrar o <strong>de</strong> enseñar ap<strong>lic</strong>ar con<br />

eficiencia unos procedimientos algebraicos. Alguien que transmite unos valores muy<br />

importantes, pero no porque <strong>los</strong> diga expresamente, sino porque <strong>los</strong> enseña con su ejemplo,<br />

con su actitud especial y única en el salón <strong>de</strong> clase, con la forma en que respon<strong>de</strong> a las<br />

inquietu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> sus estudiantes, con la manera en que prepara y <strong>de</strong>sarrolla sus clases. El gran<br />

maestro <strong>de</strong>ja una huella in<strong><strong>de</strong>l</strong>eble en sus alumnos. Les otorga muchos tesoros. Les<br />

transmite la pasión por el conocimiento, la honestidad intelectual, la claridad <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

pensamiento, la sensibilidad por la belleza matemática. y muchas otras cosas por el estilo,<br />

que son inestimables. Trasmite, por <strong>de</strong>cirlo así, unos i<strong>de</strong>ales. Los estudiantes reconocen en<br />

el gran maestro una guía, lo quieren entrañablemente como persona, lo emulan y lo admiran<br />

por lo que vale como <strong>profesor</strong> o como investigador. Ya verá que con el tiempo, con la<br />

<strong>de</strong>dicación al trabajo docente, con la experiencia que dan <strong>los</strong> años, usted logrará poco a<br />

poco convertirse en un gran maestro y <strong>de</strong>jará <strong>de</strong> creer que lo importante es la eficiencia<br />

Los que piensan que la enseñanza es solamente un asunto <strong>de</strong> eficiencia no van en el camino<br />

correcto. La pedagogía no es simplemente una técnica que pueda manejarse con <strong>los</strong><br />

parámetros <strong><strong>de</strong>l</strong> ingeniero industrial. El <strong>profesor</strong> no es un recurso más <strong>de</strong> la maquinaria<br />

educativa, ni el estudiante pue<strong>de</strong> ser visto como un producto que se somete a un proceso <strong>de</strong><br />

fábrica. Ambos son seres humanos y en tanto que tales son esencialmente misteriosos y<br />

asombrosos. La verda<strong>de</strong>ra pedagogía nace <strong><strong>de</strong>l</strong> milagro comunicativo que forjan el<strong>los</strong> dos.<br />

La relación estudiante <strong>profesor</strong> es un punto <strong>de</strong> encuentro lleno <strong>de</strong> misterio y lleno <strong>de</strong> luz.


7. El <strong>profesor</strong> “Papeleo”<br />

Es un <strong>profesor</strong> netamente pragmático. Es aquel que cree que enseñar matemática es enseñar<br />

a pasar exámenes <strong>de</strong> matemática. Digamos que se limita a entrenar a sus estudiantes para<br />

que puedan pasar todas las pruebas necesarias para lograr obtener un título profesional.<br />

Tiene una fi<strong>los</strong>ofía en la que predomina lo que es útil para la vida. Lo que le importa es que<br />

el estudiante pueda cumplir con <strong>los</strong> requisitos <strong><strong>de</strong>l</strong> sistema educativo. En cierta forma es un<br />

engranaje más <strong><strong>de</strong>l</strong> sistema y ayuda a mover la maquinaria <strong>de</strong> <strong>los</strong> papeleos <strong>de</strong> la burocracia<br />

generalizada. Digámoslo crudamente: ayuda a completar un papel.<br />

El buen <strong>profesor</strong> tiene claro que eso es lo <strong>de</strong> menos. Que si se abolieran <strong>los</strong> títu<strong>los</strong>, que si se<br />

quitara el sistema <strong>de</strong> notas y <strong>de</strong> evaluaciones, que si <strong>los</strong> diplomas <strong>de</strong>jaran <strong>de</strong> existir <strong>de</strong> una<br />

buena vez, <strong>de</strong> todas maneras subsistiría la pedagogía, porque ésta no pue<strong>de</strong> quitarse. Es<br />

innata al ser humano. En la enseñanza está una <strong>de</strong> las formas más nobles <strong>de</strong> que dispone el<br />

ser humano para transmitir, conservar y <strong>de</strong>sarrollar <strong>los</strong> tesoros <strong><strong>de</strong>l</strong> conocimiento. Los<br />

legados <strong>de</strong> <strong>los</strong> científicos, <strong>de</strong> <strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s matemáticos, <strong>de</strong> <strong>los</strong> poetas, <strong>de</strong> lo sabios. Es uno<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> medios que tiene el ser humano para luchar contra el olvido.


Comentarios<br />

Había que consi<strong>de</strong>rar el asunto <strong><strong>de</strong>l</strong> fantasma <strong>de</strong>trás <strong><strong>de</strong>l</strong> tablero las malas experiencias que<br />

un <strong>profesor</strong> pudo haber tenido con otros <strong>profesor</strong>es cuando le enseñaron tien<strong>de</strong>n a ser<br />

repetidas. Quizás por eso a veces hay <strong>profesor</strong>es que humillan a <strong>los</strong> estudiantes y <strong>los</strong> tratan<br />

mal. Están repitiendo viejas experiencias negativas. Claro que también imitan las positivas,<br />

la importancia <strong>de</strong> que <strong>los</strong> <strong>profesor</strong>es hagan un poco <strong>de</strong> psicoanálisis<br />

Enseñar Matemática no era sólo una cuestión <strong>de</strong> transmitir información, <strong>de</strong> exponer unos<br />

contenidos matemáticos. El <strong>profesor</strong> es una persona, con afectividad y emociones, que se<br />

manifiesta como tal en el salón <strong>de</strong> clase y al que le concierne hacer ese tipo <strong>de</strong> reflexiones<br />

<strong>de</strong> autoanálisis.<br />

Uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>pecados</strong> que no se nombraron se produce cuando un <strong>profesor</strong> tiene preferencias<br />

entre <strong>los</strong> estudiantes. Eso <strong>de</strong>sanima a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más. El <strong>profesor</strong> <strong>de</strong>be ser justo e imparcial en<br />

este campo.<br />

Otro pecado que había faltado comentar. Según él es frecuente que <strong>los</strong> <strong>profesor</strong>es, entre<br />

el<strong>los</strong>, a espaldas <strong>de</strong> sus estudiantes, se quejan o se burlan <strong>los</strong> errores que cometen sus<br />

alumnos. Muchas veces oye a sus colegas lamentándose <strong>de</strong> que sus estudiantes no<br />

entien<strong>de</strong>n por más que se les exp<strong>lic</strong>a o <strong>de</strong> lo mal preparados que llegan a sus cursos. Y<br />

terminó diciendo algo que, según él, parece una pero grullada pero que a menudo se pasa<br />

por alto: si <strong>los</strong> alumnos supieran, no tendría sentido nuestro trabajo pues no tendríamos<br />

nada que enseñarles.<br />

Profesor Eduardo Ramírez, dijo, todos hemos caído en <strong>los</strong> <strong>pecados</strong> <strong>capitales</strong>. Nadie es<br />

perfecto, dijo, y un buen <strong>profesor</strong> busca el equilibrio, alternando momentos <strong>de</strong> exigencia y<br />

momentos <strong>de</strong> comprensión. Concluyó diciendo que a partir <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> <strong>de</strong>fectos<br />

mencionados es como se hacen <strong>los</strong> buenos <strong>profesor</strong>es.<br />

Para terminar el <strong>profesor</strong> José Ricardo Arteaga dijo que había hecho falta nombrar <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> lenguajes que <strong>de</strong>be maneja un buen <strong>profesor</strong> en el salón <strong>de</strong> clase, el lenguaje <strong>de</strong> las<br />

nuevas tecnologías: <strong>los</strong> computadores, el software educativo, el Internet.

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