Prevenir no es curar
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página 80 Prevenir no es curar. La prisión preventiva en Argentina y las mujeres incorporados a la educación formal. Si bien la estructura de la participación es similar para ambos sexos (mayor concentración en el nivel primario y luego en el secundario), aparecen algunas diferencias perceptibles cuando se combina el sexo con el tramo educativo. En los niveles de alfabetiza- ción, secundario y superior, el porcentaje de varones es mayor al de mujeres. Puesto que, en valores absolutos, la diferencia entre ambos grupos es amplia (8.448 varones y 1.056 mujeres), la brecha entre los porcentajes adquiere otra 5400 varones incorporados al sistema educativo, 360 cursan estudios supe- riores. En el caso de las mujeres, sobre 700, apenas 26 prosiguen educación superior. En el caso de la educación secundaria, el 34% representa a 240 mu- jeres, en tanto que el 37% comprende a 2000 varones. Estas diferencias en los valores absolutos deben pensarse también en relación a la infraestructura y la gestión: no es lo mismo facilitar la educación superior de 360 personas que de 26; o la educación secundaria de 2000 que de 240. Más adelante retomaremos esta cuestión. – Varones y mujeres según nivel educativo al que asisten. Las diferencias se amplían aún más cuando se analiza la inclusión o no en el sis- - co muestra que los varones, ya sean procesados o condenados, están fuera del sistema educativo de manera pareja (37% y 35% respectivamente), participan parejamente en la educación primaria (35% y 36%), en la secundaria (23% y Derechos fundamentales dentro de los penales federales.
Prevenir no es curar. La prisión preventiva en Argentina 25%) y en la superior (5% y 4%). Incluso, los varones condenados aumentan levemente su inclusión en el sistema educativo, en comparación con los proce- sados. Sólo disminuye su proporción en la educación superior, probablemente debido a que varios de los penales donde el porcentaje de condenados supera el 80% (U. 4 – La Pampa; U. 5 y 12 – Río Negro; U. 6 – Chubut; U. 7 y 11– Chaco; U. 9 – Neuquén) no la ofrecen. La situación en el caso de las mujeres se presenta de manera diversa, con una - das, sólo 24% está fuera del sistema educativo formal. Sin embargo, la propor- ción se duplica en el caso de las condenadas: 49%. También se reduce a la mitad el porcentaje de quienes concurren al nivel primario: de 51% en las procesadas a 24% en las condenadas. ¿Cómo pueden explicarse estas variaciones, que no ocurren entre los varones? Es posible que sean el resultado de una combina- ción de varios factores. Por un lado, el valor absoluto de mujeres procesadas (706) duplica al de mujeres condenadas (347) 9 , de modo tal que la variación en los valores absolutos de las variables puede incidir desproporcionadamente en los valores porcentuales. Esta aclaración es relevante para entender las varia- ciones dentro del conjunto de mujeres; sin embargo, es incompleta ya que no explica las brechas entre varones y mujeres. De las mujeres procesadas, 75% de ellas participa en el sistema educativo contra el 63% de los varones –de- mostrando que cuando la oferta educativa existe, las mujeres hacen uso de ella. De las mujeres condenadas, no participa en el sistema educativo 49% de ellas, contra el 35% de los varones en igual situación procesal. No debe olvidarse concepto (arts. 103 y 104 de la ley 24.660), vinculada al régimen de progresi- vidad de la pena. 9. En contraste con los varones, cuyos valores absolutos de condenados (4168) y procesados (4379) se mantienen relativamente parejos. ADC - www.adc.org.ar página 81
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y las mujer<strong>es</strong> incorporados a la educación formal. Si bien la <strong>es</strong>tructura de la<br />
participación <strong>es</strong> similar para ambos sexos (mayor concentración en el nivel<br />
primario y luego en el secundario), aparecen algunas diferencias perceptibl<strong>es</strong><br />
cuando se combina el sexo con el tramo educativo. En los nivel<strong>es</strong> de alfabetiza-<br />
ción, secundario y superior, el porcentaje de varon<strong>es</strong> <strong>es</strong> mayor al de mujer<strong>es</strong>.<br />
Pu<strong>es</strong>to que, en valor<strong>es</strong> absolutos, la diferencia entre ambos grupos <strong>es</strong> amplia<br />
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5400 varon<strong>es</strong> incorporados al sistema educativo, 360 cursan <strong>es</strong>tudios supe-<br />
rior<strong>es</strong>. En el caso de las mujer<strong>es</strong>, sobre 700, apenas 26 prosiguen educación<br />
superior. En el caso de la educación secundaria, el 34% repr<strong>es</strong>enta a 240 mu-<br />
jer<strong>es</strong>, en tanto que el 37% comprende a 2000 varon<strong>es</strong>. Estas diferencias en los<br />
valor<strong>es</strong> absolutos deben pensarse también en relación a la infra<strong>es</strong>tructura y la<br />
g<strong>es</strong>tión: <strong>no</strong> <strong>es</strong> lo mismo facilitar la educación superior de 360 personas que de<br />
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Las diferencias se amplían aún más cuando se analiza la inclusión o <strong>no</strong> en el sis-<br />
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co mu<strong>es</strong>tra que los varon<strong>es</strong>, ya sean proc<strong>es</strong>ados o condenados, <strong>es</strong>tán fuera del<br />
sistema educativo de manera pareja (37% y 35% r<strong>es</strong>pectivamente), participan<br />
parejamente en la educación primaria (35% y 36%), en la secundaria (23% y<br />
Derechos fundamental<strong>es</strong> dentro de los penal<strong>es</strong> federal<strong>es</strong>.